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miércoles, 12 de septiembre de 2007

Fotos en 3D para diagnosticar raros trastornos infantiles

Fuente: Clarin.

Un informe presentado ayer en un congreso médico en York (Inglaterra) recomienda utilizar computadoras para analizar las fisonomías infantiles y diagnosticar antes y con mayor precisión raros trastornos genéticos. Hasta ahora, los médicos se vieron obligados a hacer una serie de pruebas muy largas y costosas. La nueva técnica, que utiliza fotografía digital en tres dimensiones, permitirá a los médicos examinar a chicos de sólo dos años para ver si sufren trastornos relacionados con el autismo o el síndrome de Asperger.

La técnica, puesta en marcha por el Instituto de Salud Infantil de Londres, se basa en el hecho de que de unos 5.000 trastornos genéticos documentados, unos 700 dan lugar a ciertas modificaciones, aunque muy ligeras, de las facciones faciales. La más dramática es la derivada del Síndrome de Down, pero hay muchas otras condiciones que generan diferencias sutiles en la fisonomía y que sólo pueden detectar especialistas con gran experiencia.

Una condición conocida como el Síndrome del X frágil, que afecta a uno de cada 4.000 recién nacidos, es la causa más extendida del retraso mental y se debe a la mutación de un único gen en el cromosoma X. Los niños aquejados de esa condición pueden sufrir además autismo, problemas de ansiedad y ciertos ataques.

Esa condición se traduce en ciertas alteraciones fisonómicas como rostros más alargados y estrechos y orejas salientes. Peter Hammond, del Instituto de Salud Infantil, utilizó fotografía digital en 3D para crear un archivo de rostros infantiles sanos y los fusionó para crear el rostro sano "típico". Después tomó imágenes en tres dimensiones de chicos afectados de distintos trastornos genéticos y así creó rostros "típicos" para cada una de esas condiciones

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Dos horas al día ante la pantalla aumentan el riesgo de trastornos de atención

Fuente: La Vanguardia.

El estudio sugiere que los videojuegos también merman la capacidad de atención.

Investigadores de Nueva Zelanda han analizado por primera vez los efectos cognitivos a largo plazo de las horas pasadas mirando la tele en la infancia. Sus resultados indican que el rendimiento escolar se puede resentir en la adolescencia.

Los niños que miran más de dos horas de tele al día cuando cursan primaria tienen después más dificultades de concentración al llegar al instituto que aquellos que miran poco la tele. Así lo demuestra el primer gran estudio que ha analizado los efectos a largo plazo del abuso de televisión en la infancia sobre la capacidad de atención.

"Nuestro estudio sugiere que los padres deberían tomar medidas para limitar el número de horas que sus hijos miran la tele", ha declarado por correo electrónico Bob Hancox, director del estudio, de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda).

Según los resultados presentados ayer en la revista médica Pediatrics, los niños que ven menos de dos horas de tele al día en la infancia no aumentan su riesgo de sufrir trastornos de atención en la adolescencia. Pero a partir de la tercera hora, el riesgo se incrementa un 44% por cada hora adicional que se pasa cada día ante la tele. "Los efectos fueron especialmente acusados en niños que miraban la televisión más de tres horas diarias", destaca Hancox.

En España, los niños de 6 y 7 años ven la tele una media de dos horas al día, pero un 36% la ven más de cuatro horas diarias, según un estudio de la Asociación Española de Pediatría presentado el año pasado.

El estudio de la Universidad de Otago se ha basado en 1.037 niños y niñas a los que se examinó cada dos años desde los cinco hasta los quince años en el marco de una ambiciosa investigación sobre desarrollo infantil y salud. Entre otras preguntas, se pidió a padres y niños que dijeran cuánta tele veían. Para evaluar si sufrían algún problema de déficit de atención, se preguntó a los menores, así como a sus padres y profesores, si sólo conseguían mantenerse atentos durante un tiempo anormalmente corto, si tenían una baja capacidad de concentración o si se distraían con facilidad. Por ejemplo, se les hicieron preguntas como: "Cuando alguien te habla, ¿te cuesta prestarle atención?"; "¿te ocurre a menudo que empiezas los deberes y no los acabas?"; "¿te cuesta hacer los deberes si hay ruidos, o hay algún tipo de actividad, en la habitación?".

Estudios anteriores habían detectado que el abuso de tele en la infancia conlleva problemas de déficit de atención mientras los niños aún cursan primaria. Pero ningún gran estudio había analizado hasta ahora si estos problemas perduran hasta la adolescencia. "Nuestros resultados indican que los efectos de la televisión sobre la capacidad de atención son duraderos", afirma Bob Hancox. Estos efectos a largo plazo se han comprobado en jóvenes que redujeron las horas de tele al llegar al instituto, pero en quienes los problemas de atención relacionados con el abuso de tele en la infancia se mantuvieron.

Los investigadores alertan contra la costumbre de algunas familias de encender la tele para que los niños estén tranquilos, por ejemplo a la hora de desayunar. "A esos padres yo les diría que traten de reducir las horas de tele", declara Hancox. "Después de todo, los niños consiguieron entretenerse durante miles de años antes de que se inventara la televisión".

El estudio no ha analizado los efectos de los videojuegos y de los ordenadores sobre el desarrollo de niños y adolescentes porque la recogida de datos se inició antes del auge de estas nuevas formas de entretenimiento.

Pero los investigadores consideran que sus efectos pueden ser similares a los de la tele, por lo que el límite de dos horas diarias debe incluir todas las formas de ocio audiovisual sumadas. Así, si un niño pasa una hora con un videojuego, no es aconsejable que vea la tele más de otra hora el mismo día.

Los datos del estudio no aclaran de qué modo el exceso de tele afecta a la capacidad de atención, pero los investigadores apuntan varias hipótesis. La que presentan como más probable es que las imágenes televisivas, con sus estímulos constantes, pueden hacer que en comparación la vida real parezca monótona, de modo que los niños tiendan a aburrirse ante actividades que tienen ritmos más lentos como asistir a una clase o hacer los deberes. Otra posible explicación es que el cerebro infantil, aún en formación, se desarrolle de manera inadecuada al ser estimulado en exceso por las rápidas sucesiones de imágenes de los programas de televisión.

Hay aún otras posibilidades: podría ser que ver la televisión desplace otras actividades que favorecen la capacidad de atención, como leer, jugar o practicar deporte. O que la tele favorezca la inatención porque uno siempre puede retomar el hilo del programa más tarde, O que los niños inatentos tengan más preferencia por mirar la tele que aquellos que no tienen problemas de déficit de atención. O todas juntas. En cualquier caso, la investigación no ha detectado que el abuso de tele en la infancia afecte al riesgo de sufrir hiperactividad, sino únicamente a los trastornos de atención. "Próximas investigaciones deberán aclarar los posibles mecanismos por los que la televisión causa problemas de atención", escriben los investigadores en Pediatrics.

Los autores del estudio reconocen que algunos programas de televisión son educativos y beneficiosos para los niños. Pero "el tiempo total pasado ante la tele en nuestro estudio se asocia con peores resultados educativos, así que está claro que la mayor parte de la tele que miraron los niños fue contraproducente para la educación", advierte Hancox. Además, añade, "los efectos de la televisión sobre la capacidad de atención pueden no tener nada que ver con los contenidos y estar relacionados con los rápidos cambios de escena característicos de la tele; si esto es así, incluso los programas educativos, en exceso, serían negativos para la capacidad de atención".

martes, 4 de septiembre de 2007

Padece 14% de población mundial trastornos mentales

Fuente: El Universal.

Estas alteraciones, con una incidencia del 28 por ciento, han superado al cáncer en el ranking mundial de enfermedades no contagiosas y son causa del 14 por ciento de las dolencias mundiales.

Londres.- A pesar de que un tercio de los países no cuentan con un presupuesto específico, los trastornos mentales se han convertido en la enfermedad no contagiosa más extendida en el mundo e incrementan el riesgo de dolencias como los problemas cardiacos o la diabetes.
Estos trastornos, con una incidencia del 28 por ciento, han superado al cáncer en el ranking mundial de enfermedades no contagiosas y son causa del 14 por ciento de las dolencias mundiales.

Así lo recoge uno de los informes publicados hoy en la revista científica británica The Lancet, que dedica un número entero a la salud mental con el fin de presionar a las instituciones mundiales para que la incluyan en su agenda, dado que de media cuenta tan sólo con un 3.76 por ciento del presupuesto sanitario total.
Dirigido por el profesor Martin Prince, del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres, el primero de los artículos prueba que los problemas de salud mental, que van desde la depresión hasta la esquizofrenia, incrementan el riesgo de desarrollar enfermedades físicas, como problemas del corazón, diabetes, HIV/AIDS o malaria, al tiempo que complican sus tratamientos.

En un momento en el que el 90 por ciento de las 800 mil personas que cada año se suicidan en todo el mundo presenta algún trastorno neuropsiquiátrico, el estudio reclama que la sensibilización de la salud mental se integre "en todas las políticas sanitarias y sociales, así como en la planificación del sistema sanitario" .
Escasez de recursos para los trastornos mentales, desigualdad en su acceso e ineficacia en su uso son las principales dificultades que afronta la lucha contra los problemas de salud mental, según otro de los artículos.

Este segundo estudio recoge que una quinta parte de los países con presupuesto para trastornos mentales gasta menos de un 1 por ciento en el tratamiento de esas dolencias que siguen infravalorando los sistemas sanitarios de la mayoría de países, concretamente en los de rentas bajas y medias.
"Más que de tecnologías avanzadas, la resolución de los problemas de salud mental depende de disponer de buenos profesionales" , afirma el informe.

Añade que el coste de proveer de los recursos necesarios para estas enfermedades sería tan sólo de 2 dólares por persona en los países subdesarrollados y de 3 a 4 dólares en los de rentas medias.
En la presentación hoy en Londres de este número especial de The Lancet, su director, Richard Horton, destacó que los trastornos mentales de salud "no sólo están descuidados, sino profundamente estigmatizados en nuestra sociedad".

Añadió que las instituciones mundiales han hecho "muy poco, por no decir casi nada" para combatir "esta cultura de la oportunidad perdida" .
Por su parte, el economista y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia (EU) Jeffrey Sachs, se mostró convencido de que combatir los problemas de salud mental es "uno de los desafíos" a los que se enfrenta la sociedad del siglo XXI.

"No se trata sólo de conseguir más presupuesto sino que es vital hacer llegar los recursos a los países con ingresos menores" , porque la pobreza y la falta de educación son, precisamente, dos de los factores que más predisponen a los desórdenes mentales, concluyó Sachs.