Marc Bekoff, doctor en etología y experto en conducta animal, ofrece hoy a las 20.00 horas una conferencia sobre las emociones de los animales y porqué deben importarnos dentro del encuentro internacional sobre derechos de los animales que organiza la Caja de Canarias hasta el viernes.
— Usted es uno de los pocos científicos que estudia las emociones de los animales ¿Somos demasiado arrogantes para creer en su complejidad?
— Creo que mucha gente ahora sí cree que los animales tienen emociones, está cambiando muy rápido, pero aún queda cierta gente arrogante que piensa que sólo los humanos las tienen, sí.
— De hecho, ¿no hay un pequeño problema de equilibrio?, hay sitios donde la gente trata a sus mascotas como seres humanos, y las viste incluso, y otros, donde lo hacen como si no fueran ni seres vivos...
— Sí, es verdad. No deberíamos vestirlos, definitivamente, ni tratarlos como personas, sino como los seres que son; en España la situación está bien, pero aún necesita hacer mucho más, como las corridas de toros, que sencillamente deberían estar prohibidas, y se debería tratar algo mejor a los perros y gatos, pero hay mucha gente haciendo cosas buenas.
— ¿Pueden, las mascotas, acabar desarrollando más su inteligencia por convivir con personas?
— Yo soy científico, y la ciencia nos proporciona cada día más información sobre lo inteligentes y emocionales que son los animales, pero no creo que los perros o los gatos sean nunca tan inteligentes como los humanos; no como especie. El hecho de vivir con nosotros hace que sean más listos, de forma individual, digamos. Pero como especie tendría que hacerse una selección no natural, en un laboratorio para que se reprodujeran sólo los más inteligentes, como se ha hecho con los ratones, y entonces sí, se ha conseguido que unos sean notablemente más listos. Pero como biólogo lo que quiero es saber sobre cómo son ellos, cómo es ser, o sentir como un chimpancé, o como un pájaro. Quiero entenderles por quienes son, no como un reflejo de los humanos.
— Muy bien. Y como pájaro o chimpancé o perro ¿cómo sienten?
— Tienen las mismas emociones que nosotros, pero las expresan de otro modo. Pero los animales se enamoran, se ponen felices, o muy tristes, o lamentan la pérdida de un ser querido, celebran un reencuentro....
— ¿Y entienden nuestros sentimientos?
— Sí, las emociones son las que nos permiten comunicarnos entre especies, nosotros los entendemos a ellos y ellos a nosotros. Yo he estado con elefantes salvajes y es muy fácil entenderles. Ellos utilizan el olor, o el sonido, otros sentidos; pueden entendernos oliéndonos, saben si tenemos miedo, por ejemplo, no sólo a través de la vista. Se suele decir que «ver es creer» pero oler o escuchar también es creer.
— Ha estudiado también la moral de los animales ¿Distinguen el bien del mal?
— Si, saben la diferencia; y tienen sentido de la justicia, yo lo llamo ‘justicia salvaje’. Cuando juegan, saben jugar limpio, compartir comida. Aunque tienen su propia personalidad, algunos son más tímidos, otros intentarán hacer trampas, aunque sepan la diferencia eligen, como nosotros, hacerlo bien o mal.
— ¿Y se disculpan?
— Sí, sí se muerden muy fuerte, por ejemplo, a través de su comportamiento expresan que lo sienten, que no era su intención y que mejor ser amigos; y perdonan también. Es muy importante para vivir en grupo, necesitan cooperar.
— ¿El premio y castigo es un buen método para que aprendan lo que está bien o mal en nuestro mundo?
— Deberíamos utilizar solo el refuerzo positivo; el castigo no funciona muy bien. Les hace sentir miedo y pierden la confianza en nosotros. Y la convivencia se basa en la confianza mutua.
— ¿Qué beneficios tiene para el ser humano esa convivencia?
— Vivir con perros, gatos y demás es bueno para ellos y para nosotros. Cuando una persona acaricia a un perro, ambos experimentan un descenso en sus pulsaciones, en su tensión arterial; es relajante o placentero para los dos. Y se nota a nivel físico, no sólo emocional.
Parques para los perros
El próximo pleno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria estudiará, a instancias de un grupo de vecinos, la normativa que prohibe pasear perros por Las Canteras. A este respecto, Beckoff aseguró entender porqué algunas personas no quieren perros cerca, pero culpa a los dueños, y propone como solución que se castigue a quien no recoja los excrementos. «Con esas restricciones los perjudicados son los animales». Y pueden ser felices en la ciudad con muy poco, pero ese poco incluye su comida diaria, mucho cariño y hacer ejercicio. Por eso, también debería haber parques para perros; y los humanos, que aprendan a ser dueños responsables.
La manada de elefantes la cuidó por amistad
Marc Bekoff lleva más de 40 años estudiando el comportamiento animal y viajando alrededor del mundo para, al mismo tiempo, divulgar sus conocimientos «y enseñar a la gente porqué debemos tratar mejor a los animales». ¿Porqué? Pues en primer lugar, dice, «porque existen». Pero también, porque sienten. Porque sufren. «Debemos considerar su punto de vista, y a ellos les gusta ser felices, igual que a nosotros». Por eso, la sola mención de la investigación con animales ensombrece su rostro. Su rechazo a las torturas que padecen los animales de laboratorio es frontal. «Como mucho deberíamos investigar sobre ellos en su hábitat, pero no matarlos de hambre, o drogarlos y meterlos en cajas». Como él mismo señala, los defensores de estas prácticas dicen hacerlo «en nombre de la ciencia», pero según Beckoff, deberían decir «en nombre de los humanos, porque los animales nunca son los beneficiarios». «Y sobre todo, cada vez está más claro que los modelos animales no funcionan». Palabra de científico. Por ejemplo, el mayor centro de investigación sobre la diabetes del mundo, que está en Miami, ha admitido que no son útiles los modelos animales, no se pueden extraer conclusiones importantes. «No son los activistas o los radicales quienes lo dicen», exclama. Tampoco los estudios sobre animales en cautiverio sirven de mucho, «porque están estresados, no reflejan su comportamiento real». Es lo que sucede en los zoológicos, mal sitio, según Beckoff, para que un niño aprenda algo sobre animales salvajes. «Es mucho mejor un vídeo sobre su vida en libertad», recomienda. Porque las especies salvajes sienten igual que las mascotas, claro que sí. Beckoff podría poner mil ejemplos; el primer que le viene a la cabeza es el de una elefanta que conoció en Kenia. Tenía una pata herida, y sólo podía andar despacio, pero no cuidar de sí misma. Sus compañeros lo hicieron por ella durante 15 años; la guiaban y alimentaban. «Por amistad». Por lo mismo que deberíamos hacerlo nosotros.
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