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viernes, 7 de septiembre de 2007

Cirugía Ocular con Láser

Fuente: medicina humanista.

La estructura del ojo es similar a la de una casa que tuviera una única ventana exterior curvada del tipo burbuja, que sería la córnea, y un cable de fibra óptica, el nervio óptico, que se extiende desde la parte posterior.
Allí existe un tejido fino en forma de anillo, el iris, un diafragma coloreado que permite que cantidades variables de luz pasen a la superficie interior en la parte posterior del ojo.
La pupila es el área transparente central, que es controlada por los músculos en el diafragma, que hacen la pupila más pequeña cuando la cantidad de luz es excesiva, y viceversa.

Los rayos de luz pasan a través de la córnea transparente, que debido a su curvatura superficial los desvía (refracta) concentrándolos a través de la pupila. Después, pasan de nuevo a través de unas lentes normalmente transparentes (cristalino) que tienen dos superficies curvadas, la frontal y la parte posterior. Por lo tanto, estos rayos de luz se desvían (refractan) dos veces más durante su viaje a la parte posterior del ojo.

Los rayos de luz viajan a la superficie posterior del ojo a través del humor vítreo, una sustancia transparente gelatinosa que rellena el espacio entre la parte posterior de las lentes y la retina, que es la capa más interna del globo ocular que contiene las células especializadas que convierten la luz en impulsos eléctricos eléctricos. Estas células son llamadas bastones, que son los que procesan las imágenes en blanco y negro, y conos, que procesan el color.

Lo que resulta realmente asombroso sobre la estructura del ojo es como parte de estas células en la retina (células fotosensibles) transforman la luz en impulsos eléctricos que el nervio óptico transmite al cerebro. Luego se prolongan por las vías visuales hacia la zona media del cerebro y atravesando el tejido cerebral, alcanzan los centros visuales de los lóbulos occipitales. Allí los impulsos eléctricos se transforman de una manera aún no determinada con exactitud, para producir lo que llamamos visión.

lunes, 18 de junio de 2007

Científicos demuestran que es posible llevar fármacos al cerebro sin cirugía

Nueva esperanza en el tratamiento de enfermedades neurológicas, cuyo tratamiento siempre ha resultado difícil por la complejidad y delicadeza de llevar a cabo operaciones en el cerebro.

Investigadores del Instituto CBR de Investigación Biomédica de Boston (Estados Unidos) han desarrollado una terapia génica que permite que los fármacos alcancen el cerebro de ratones a través de una inyección intravenosa sin necesidad de tener que tocarlo. Las conclusiones del estudio, que abren una nueva línea de tratamientos no invasivos para las enfermedades neuronales, se publican en la edición digital de la revista «Nature Neuroscience».

Barrera sanguínea

En la actualidad, la administración de fármacos que alcancen el cerebro puede suponer un problema, debido a que la barrera sanguínea cerebral no deja pasar los tratamientos sistémicos. Los investigadores muestran en su estudio que, cuando pequeños fragmentos de ARN unidos a una pieza de una proteína viral son inyectados en el flujo sanguíneo de ratones infectados con una forma letal de encefalitis, el complejo formado por la proteína y el ARN sí logran alcanzar el cerebro y dar en la diana.

La proteína se une a las células neuronales y administra el ARN, que puede entrar en la célula y silenciar los genes clave deseados a través de un proceso denominado «ARN de interferencia». Los resultados mostraron que alrededor del 80 por ciento de los animales tratados sobrevivió, mientras que todos los no tratados murieron. Aunque el método necesita algunas modificaciones para mejorar su eficacia, la técnica podría ofrecer un medio útil para administrar al cerebro fármacos constituidos por ácidos nucleicos y moléculas pequeñas.

Los investigadores demostraron que un péptido de cadena corta derivado de la glicoproteína del virus de la rabia, permite la administración de pequeñas porciones de ARN de interferencia al cerebro. El péptido, formado por 29 aminoácidos, se une específicamente al receptor de acetilcolina expresado en las células neuronales. Los expertos advierten de la necesidad de perfeccionar el método, pero señalan que la técnica ofrece nuevas posibilidades.

Fuente: La Razon.