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viernes, 17 de agosto de 2007

Calentamiento global y efecto 2000

Fuente: Libertad Digital.es.

Ya nos hemos olvidado todos, pero lo cierto es que en los últimos años de la década pasada vivimos un capítulo de histeria similar al que padecemos ahora a cuenta del calentamiento global. El mundo se acabará el 1 de enero del 2000, cuando todos los ordenadores fallen porque se creen que estamos en 1900, dijeron entonces. En diez años el calentamiento será irreversible y no podremos hacer nada para detenerlo, dicen hoy Al Gore y sus secuaces. Entonces se gastó una millonada; cuando no pasó nada se justificó diciendo que había merecido la pena, pero allí donde no se habían hecho grandes esfuerzos suplementarios tampoco tuvieron grandes problemas. Pero el caso es que acabamos de enterarnos de que sí hubo un error debido al efecto 2000 que no se corrigió hasta la semana pasada. Y es gordo.

Uno de los principales registros de temperaturas es el que recopila el Instituto Goddard (GISS) de la NASA. Es la referencia en lo que se refiere a Estados Unidos, que por otra parte es seguramente el país que posee los mejores registros del mundo. Pero por muy buenos que sean, la toma de temperatura en tierra, para series largas, tiene varios problemas imposibles de evitar. El primero son los cambios en el entorno de diversos puntos de recogida de temperaturas. El segundo, que hacer series de temperaturas medias es siempre complicado teniendo sólo algunos puntos de referencia, de modo que se calculan por medio de algoritmos ejecutados por computadores.

Pues bien, Steve McIntyre, el infatigable estadístico responsable de haber echado abajo la infame gráfica del palo de hockey, que mostraba unas temperaturas razonablemente estables durante siglos hasta una subida brutal durante éste, ha encontrado un error en la aplicación encargada de calcular la temperatura media. Un error que, quien lo iba a imaginar, hacía que las temperaturas recientes fueran mayores, exagerando el calentamiento.

Su efecto más significativo es que después de las correcciones pertinentes 1998 deja de ser el año más caluroso en Estados Unidos desde que se registra la temperatura; ahora el cetro le corresponde a 1934, año en el que tengo la impresión de había menos CO2. Será que las depresiones económicas calientan también. Hay quien ha empezado a argumentar que es un error pequeño. Pero todos los años del 2000 al 2005 tenían una temperatura media 0'15 grados superior a la real. El protocolo de Kyoto, ese cuyo cumplimiento nos salvará de la hecatombe, sólo reduciría el calentamiento en 0'07 grados.

Se dan varios hechos adicionales en este caso que resultan más bien graves. El primero es que el GISS está dirigido por James Hansen, el mismo que inició la histeria del calentamiento global en 1988 en una comparecencia en una comisión del Senado dirigida por nada más y nada menos que Al Gore. El segundo, que el instituto dirigido por tan honesto científico no pone a disposición de todo el mundo el software que emplea para calcular la temperatura media; McIntyre ha tenido que hacer ingeniería inversa para averiguar qué error podía tener. Y el tercero es que, estando los datos estadounidenses entre los mejores, ¿cómo no temer los errores que puedan existir en otros países?

Hansen y los suyos, en el mejor de los casos, no revisaron sus algoritmos porque daban los resultados que debían dar para confirmar sus teorías. En el peor, lo sabían perfectamente y por eso los ocultaron; es lo que habría que pensar por defecto de cualquier científico que oculte sus datos o sus métodos. Ninguna de las dos posibilidades resulta demasiado halagüeña para los defensores de la teoría del calentamiento global producido por el hombre. No sólo los modelos no tienen en cuenta muchas cosas, sino que ni siquiera podemos tener confianza en que los datos estén bien.

Por cierto, el blog de McIntyre ha sufrido un ataque de denegación de servicio, según informa Michelle Malkin, y el autor lo ha tenido que sustituir por una página en la que informa del mismo. Cabe imaginar que el culpable del hackeo es alguien para quien el calentamiento es una fe religiosa y no una hipótesis científica. Eso no reduce demasiado el campo de los sospechosos, la verdad.

miércoles, 25 de julio de 2007

Región central del cerebro identificada con el efecto placebo

Los investigadores han identificado una región central del cerebro como la maquinaria del efecto placebo — el fenómeno a menudo controvertido en el que la creencia de la persona en la eficacia de un tratamiento tal como una medicina analgésica influye sobre su efecto.

Los investigadores dijeron que sus hallazgos en sujetos humanos ofrecen el potencial de medir el efecto placebo e incluso modularlo para propósitos terapéuticos. También dijeron que sus hallazgos podrían permitir medidas de la función cerebral que “ayudarían a determinar disfunciones en los mecanismos cerebrales que podrían perjudicar la recuperación mediante un número de condiciones”.

Jon-Kar Zubieta y sus colegas publicaron sus descubrimientos en el ejemplar del 19 de julio de 2007 de la revista Neuron, publicada por Cell Press.

Sus estudios se concentraron en un área del cerebro conocida como núcleo accumbens (NAC), una región profunda del cerebro, que se sabe que desempeña un papel en la espera de una recompensa. Estudios anteriores han indicado un papel del NAC en el efecto placebo, pero la naturaleza del mismo es desconocida, dicen los investigadores.

En sus experimentos, los investigadores dijeron a los voluntarios que se iba a investigar el efecto de un nuevo analgésico y que los sujetos recibirían la medicina o un placebo. Sin embargo, en los experimentos, los investigadores dieron sólo una inyección de placebo con una solución salina. Los experimentos involucraban preguntar a los sujetos para estimar sus expectativas sobre los efectos analgésicos de la “medicina” y también el nivel de dolor con o sin la “medicina” que sintieron a partir de una inyección de dolor moderado de una solución salina en el músculo de la mandíbula.

En un conjunto de experimentos, los investigadores usaron una técnica de escaneo por rastreo molecular conocida como Espectroscopía por Emisión de Positrones para medir las liberaciones del neurotransmisor dopamina desde el NAC — un disparador químico cerebral en respuesta a la recompensa. Encontraron que cuanta mayor expectación del sujeto al beneficio analgésico del placebo, mayor cantidad de dopamina liberada desde el NAC. También, los sujetos que informaron de un mayor alivio del placebo cuando experimentaron dolor mostraron mayor actividad del NAC cuando recibieron el placebo antes del dolor.

En experimentos separados, los investigadores estudiaron si la activación del NAC de los sujetos durante el proceso de recompensa está correlacionado con la magnitud del efecto placebo. Dijeron a los sujetos que recibirían recompensas monetarias de distintas cantidades, cuando sus cerebros estaban siendo escaneados usando una Cámara de Resonancia Magnética Funcional. Los investigadores hallaron que la gente que mostraba mayor activación del NAC durante este tarea de espera de recompensa también mostraban una mayor expectación a la efectividad del placebo.

Los investigadores conlcuyeron que “Estos hallazgos son consistentes con la hipótesis de que este sistema está involucrado en la codificación del “valor incentivo” del placebo, posiblemente actuando como una puerta de sistema permisivo para la formación de efectos placebo”.

Escribieron que “El efecto placebo surge entonces como un mecanismo de resistencia con amplias implicaciones que, dada su activación de circuitos y mecanismos específicos, pueden ser examinados y modulados para propósitos terapéuticos”.

Fuente: Ciencia Kanija.

jueves, 21 de junio de 2007

El Sol tiene efectos antropogénicos, e incide en el cambio climático: UNAM

También hay relación con infartos al miocardio y epilepsia, señala la científica Blanca Mendoza

DE LA REDACCION

Al intentar determinar el papel que desempeña el Sol en el problema del cambio climático se ha visto que el aumento de su actividad podría agregarse a los efectos antropogénicos (acción que se ejerce, por la influencia del hombre, en la introducción o desaparición de las especies), para dar como resultado un incremento significativo de la temperatura promedio del planeta, dijo Blanca Mendoza, del Instituto de Geofísica (IG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La investigadora señaló que los periodos de baja o alta actividad del Sol coinciden con cambios en el tiempo atmosférico regular del planeta.

Ese hecho, ya documentado, es una de las evidencias que apuntan hacia un efecto directo y puntual del estado del Sol en el clima terrestre. No obstante, es un tema controversial demostrar qué mecanismos específicos están involucrados en la interacción entre ambos factores.

Recordó que entre 1645 y 1710, en la época Isabelina, el río Támesis estuvo congelado. A esas décadas se les llama la pequeña edad glacial, que coincide con el tiempo en que el Sol se "deprimió", ya que no produjo manchas o auroras, sino que estaba en un periodo de inactividad.

"Se ha encontrado que en ocasiones el Sol ha presentado este comportamiento, en el cual rompe la periodicidad de su ciclo de 11 años, con lo que aumenta o disminuye su dinámica", añadió Blanca Mendoza.

Motor del clima

En la conferencia Algunas interacciones Sol-Tierra, la experta expuso que la luz solar es el motor del clima; sin embargo, podría ser que su efecto no sea directo, sino que se esté llevando mediante procesos de la biota; aún faltan estudios por realizar.

Lo mismo ocurre en relación con las repercusiones en la salud. Al respecto, señaló que hay estudios que indican que la variación de los campos magnéticos producidos en el planeta, asociados con la actividad solar, pueden generar problemas, como infartos al miocardio y epilepsia.

Sin embargo, el mecanismo por el cual esto ocurre está en intenso estudio y debate, "y no se puede concluir nada al respecto; no hay certeza, se debe analizar más ampliamente el tema", argumentó.

Recordó que del Sol sólo se observa la superficie. Como otras estrellas tiene una estructura interna que se infiere mediante cálculos físico-matemáticos; se forma en primera instancia por un núcleo, en el que se genera la energía.

En su centro, de manera constante se convierte el hidrógeno en helio por medio de una serie de reacciones nucleares. Uno de sus productos es la luminosidad. "Un dato que llama la atención es que la luz que se produce en su interior tarda 10 millones de años en salir a la superficie".

Luego tiene una zona radiactiva (o de radiación), y otra convectiva (o de convección), donde la energía se transporta mediante movimientos macroscópicos de material, hasta que finalmente sale a la zona visible, a la fotosfera, donde se observan las manchas. De ahí la radiación viaja ocho minutos hasta alcanzar la Tierra.

De ese modo, expuso, la primera conclusión de tal proceso de energía es que la luz que llega es vieja, ya que fue generada en el interior del astro hace millones de años.

La corona solar, en tanto, es una capa de la atmósfera que está cerca de un millón de grados y emite rayos X. Esta se escapa del sol por su alta temperatura; o sea, la gravedad no es capaz de contener ese gas y sale para formar lo que se conoce como viento solar.

Campos magnéticos

Otra característica la constituyen las mencionadas manchas solares, regiones de campos magnéticos intensos que impiden el transporte eficiente de energía; por esa razón son más "frías" y oscuras que el área que las circunda.

Su variación tiene un ciclo de 11 años, con una regularidad asombrosa, según muestran los registros desde 1750, año a partir del cual los datos son confiables, precisó Blanca Mendoza.

Galileo Galilei empezó a registrarlas de manera sistemática en 1610. Descubrió que las manchas se movían alrededor del Sol y concluyó que éste rotaba. Aunque fueron vistas en Grecia, China y Corea, varios siglos antes de nuestra era.

Tal manifestación fue durante muchos años la única que se pudo determinar. En la actualidad hay otros fenómenos que se han estudiado, como el campo magnético, las protuberancias y las emisiones de masa coronal, entre otras.

Fuente: La Jornada.