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jueves, 11 de octubre de 2007

El negro futuro de la energía verde

Fuente: Publico.es.

La demanda de cereales para producir biocarburantes sube el precio de los alimentos
Los expertos creen que la reforestación puede ser más eficaz para frenar el cambio climático.

El motor de la industria de los biocombustibles se ha parado. Una fuente de energía limpia, inagotable e independiente de los vaivenes de las grandes potencias petrolíferas era el sueño de cualquier dirigente. Sin embargo, el panorama ha dado un vuelco en los últimos meses.

La conocida como crisis de la tortilla, provocada por la subida del precio del grano en México tras el aumento de la demanda de maíz en EEUU para fabricar bioetanol, empezó a ensuciar la imagen de los combustibles verdes.

Muchos vieron entonces la confirmación de una sospecha: la sustitución de los cultivos para consumo humano o animal por extensiones dedicadas a las plantas de bioetanol o biodiésel desencadena, merced a la ley de la oferta y la demanda, un aumento del coste de los productos de primera necesidad.

En otras palabras, los recursos limitados del planeta plantearían una disyuntiva: alimentar a las personas o a los coches.

Críticas de un Nobel

El ganador del Nobel de Química de 1995, Paul Crutzen, acaba de echar gasolina al debate energético, con unas declaraciones a la revista británica Chemistry World .

Según Crutzen, el cultivo de plantas para fabricar biocombustibles produce una cantidad de óxido nitroso, o gas de la risa, que anula cualquier beneficio producido al evitar el uso de los combustibles fósiles.

Según el equipo de investigadores que dirige Crutzen, los abonos empleados en los cultivos producen mucho más nitrógeno de lo que se suponía. El óxido nitroso resultante es uno de los principales gases de efecto invernadero, con el dióxido de carbono y el metano.

"Lo que queremos dejar claro es que aumentar el uso de biocombustibles no produce ningún beneficio y, de hecho, propicia un agravamiento del calentamiento global", ha señalado el investigador de la Universidad de Edimburgo y coautor del estudio Keith Smith.

Previamente, un estudio publicado en agosto en la revista Science ya había avisado de la postura de una parte de la comunidad científica frente a la industria de los biocarburantes.

Según la investigación, dirigida por Renton Righelato, naturalista de la organización internacional World Land Trust , una superficie determinada de bosque absorbe hasta nueve veces más CO2 que la misma extensión dedicada a la producción de biocombustibles.

Además, añade el estudio, los árboles no compiten con la alimentación humana.

"Imagino que en Europa siempre alimentaremos a las personas antes que a los coches, pero la situación será difícil para los pobres del Sur si les proporcionamos un mercado que demande biocombustibles", afirma Righelato.

El efecto mariposa iniciado por el aleteo de la industria de los biocarburantes ya ha llegado a España.

Las asociaciones de ganaderos, los fabricantes de harinas y hasta los cerveceros empiezan a dibujar un futuro marcado por las subidas de precios. España, a pesar de estas voces críticas, ha dado un empujón a esta industria.

El pasado mes de junio, el Congreso de los Diputados aprobó el sistema de obligación de biocarburantes, que impone que estas fuentes de energía representen en 2010 un 5,83% del mercado nacional de gasolinas y gasóleo para el transporte.

Error de la UE

Entonces, el presidente de la rama de biocombustibles de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), Roderic Miralles, aseguró que no entendía por qué no se fijaban objetivos obligatorios para más allá de 2010, cuando la Unión Europea ya ha adoptado el compromiso de cumplir necesariamente un 10% del mercado de combustibles
de automoción con biocarburantes en 2020.

Para Righelato, sin embargo, pudo ser un acierto. El investigador cree que la política de la UE en este campo está completamente equivocada. "Es una reacción simbólica para que los gobiernos y los consumidores piensen que están haciendo algo positivo".

Según el científico, la esperanza se encuentra en los llamados biocombustibles de segunda generación, "como los derivados de la biomasa leñosa extraída de los bosques de manera sostenible, o de plantas como la jatrofa, cultivada en tierras poco rentables".

Rafael Mariscal, del CSIC , está investigando estas alternativas. En su opinión, el futuro del biodiésel es la extracción de aceite de la lignocelulosa: "Aunque todavía no es rentable, hace falta un avance tecnológico".

Esta parte leñosa de la planta, que constituye el 70% de su masa, se podría obtener de los restos de las cosechas o de los residuos forestales. Pero para ello habría que reconvertir una industria que mueve miles de millones de euros en todo el mundo.

lunes, 18 de junio de 2007

Así es la ciudad del futuro

La ciudad del futuro no es la que Spielberg imaginaría para una de sus películas, porque el paisaje será muy parecido al actual. Los grandes cambios, quizá inapreciables a la vista, construirán una ciudad más humana por cuyas venas correrá, indiscutible, Internet. Inteligentes sistemas de comunicación permitirán un tráfico rodado más fluido y una información precisa en casa, en el coche, en la parada del autobús. Así lo ven y así lo están diseñando los expertos del emblemático Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT): pelotas que siguen el pie del niño, coches apilables, edificios con sensores... La ciudad inteligente desbancará a las urbes industriales, pero sin sobresaltos estéticos. Blade Runner todavía no es el futuro.

William Mitchell sonríe cuando se le pregunta si, en el futuro, viviremos en Blade Runner. El ex decano de Arquitectura del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), y uno de los referentes mundiales en la planificación de las ciudades, reflexiona: "Cuanto más tecnológicamente avanzada sea una ciudad, menos se parecerá a Blade Runner [película de ciencia-ficción de Ridley Scott (1982)]. La tecnología tiende a ser ubicua y no intrusiva. Los grandes cambios que están por venir no los veremos. Así que la ciudad del futuro es esta misma".

Mitchell se refiere a Sevilla, donde se ha celebrado el seminario Creatividad e innovación en la cultura digital. El experto ha hecho alusión a su proyecto Smart Cities (Ciudades Inteligentes) en el MIT. En él trabaja un equipo multidisciplinar de arquitectos, urbanistas, informáticos y científicos que imaginan cómo será el urbanismo en las próximas décadas.

La base de la ciudad del futuro será la inteligencia. Las ciudades preindustriales, explica Mitchell, eran "esqueleto y piel", techos y paredes, diseñadas casi en exclusiva para protegernos de las inclemencias del tiempo. Las ciudades industriales construyeron sistemas para la canalización del agua y de la energía. Pero las del siglo XXI serán "organismos vivos", dotados de inteligencia propia. Y su sistema nervioso será Internet.

En la idea de Smart Cities, todos los dispositivos -desde los teléfonos móviles hasta los coches y edificios- tendrán sistemas de inteligencia incorporados y estarán interconectados. El grupo de Mitchell investiga "sistemas de transporte inteligente": las vías y calles tendrán sensores que podrán indicar, en tiempo real, la densidad del tráfico. Enviarán las señales directamente a los coches inteligentes, que decidirán por sí mismos qué trayecto escoger. Los expertos de Smart Cities llevan desde 2003 tratando de reinventar el coche. La idea es mejorar su relación con las ciudades, y con las personas. Han inventado un pequeño coche apilable y eléctrico. El automóvil, pensado para dos pasajeros, tiene cuatro ruedas independientes, que son capaces de rotar 360 grados según la dirección de la conducción. Los ciudadanos cogerían el coche apilado pasando su tarjeta de crédito por un lector, y después lo aparcarían en otra de las pilas repartidas por la ciudad. Otra idea es la subasta de aparcamientos: según Mitchell, los coches inteligentes podrían pujar con otros automóviles por conseguir el mejor aparcamiento de la ciudad.

Los expertos de Smart Cities han diseñado, además, una lente electrónica, parecida a un telefóno móvil, que proporciona información en tiempo real de los edificios o monumentos de una ciudad que el usuario enfoque. También han inventado un coche que se conduce simplemente con el cuerpo, y una pelota que reacciona a los movimientos de los niños: les persigue o se deja perseguir según se muevan ellos. Los investigadores han desarrollado asimismo, un proyecto para la autoridad francesa de transportes con el objetivo de rediseñar las paradas de autobús. La idea es que sean movibles y que los viajeros puedan saber (gracias a su teléfono móvil o cualquier otro dispositivo electrónico) por dónde circula el autobús, y éste, dónde están sus viajeros, y así evitar las paradas vacías.

A Mitchell, que participó en el seminario organizado en Sevilla por la Fundación Telefónica, no se le escapan las dudas que suscitan proyectos como éstos. ¿Qué pasará cuando todo, incluido el ciudadano medio, esté interconectado? ¿Perderemos intimidad? ¿Está suficientemente asegurada la protección de la salud ante el incremento de ondas electromagnéticas? ¿Nos harán estas redes más vulnerables a los ataques cibernéticos? "Entiendo que estas preocupaciones existan, pero no hay evidencias científicas serias todavía de que haya razones para preocuparse". "Lo que yo creo", añade Mitchell, "es que el gran problema no es tecnológico, sino cultural. Descubrimos cosas a gran velocidad, pero no podemos inventar las convenciones sociales para entenderlas con la misma rapidez".

Ésta es la razón de que, al pensar en la ciudad del futuro, muchos imaginen una urbe similar a Blade Runner. Por eso, Mitchell decepcionó al cineasta Steven Spielberg cuando éste le pidió que imaginara cómo sería Washington en 50 años para su película Minority Report y él respondió: "Si quieres la verdad, bastante parecida a como es ahora". Sin embargo, para él, hacer ciudades invisiblemente inteligentes, es "muy emocionante para un arquitecto, porque podemos volver a organizar las ciudades desde un punto de vista más humano".

Zaragoza digital

Los expertos del MIT han colaborado en la puesta en marcha de la Milla Digital de Zaragoza, que pretende convertir los entornos de la vieja estación de El Portillo y la nueva de Delicias en un proyecto urbanístico y tecnológico innovador.Se trata de una extensión de casi un millón de metros cuadrados, donde se construirán más de 3.000 viviendas, comercios y zonas verdes. Como en todos los proyectos de Smart Cities, se une el entorno físico con el digital. Por ejemplo, habrá luces inteligentes en calles y edificios que podrán cambiar de color e intensidad dependiendo de la hora del día. Los elementos de mobiliario urbano -como mesas de café o señales- podrán mostrar información sobre los menús o plazas de aparcamiento. Las obras comenzaron a principios de este año y, cuando se celebre la Expo 2008, ya habrá espacios urbanizados.

Fuente: El Pais.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Cirac:un gran dominio microscópico en 20 ó 30 años permitirá cosas imposibles

El físico Juan Ignacio Cirac, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica, dijo a EFE que 'lograr un alto dominio del mundo microscópico, lo que sería posible en veinte o treinta años si se mantienen los avances científicos, permitiría hacer cosas hoy imposibles en el campo macroscópico'.


El científico español, director del Departamento de Optica cuántica del Instituto Max Planck (Alemania), quien participó esta semana en una conferencia de nanotecnología organizada por la Fundación Telefónica en la Universidad Complutense, dentro del ciclo Ciencia y Tecnología, explicó a EFE que, 'cuando podamos dominar millones de átomos, de moléculas y electrones, tendremos aplicaciones muy interesantes'.

'Dominar el mundo microscópico consiste en poder hacer con los objetos microscópicos lo mismo que se hace ahora con los macroscópicos, por ejemplo con sillas, coches u otros; una vez que podamos dominarlos, tendremos un montón de aplicaciones', aseguró.

Actualmente, continuó, se pueden 'dominar' del orden de diez, veinte, treinta átomos, pero 'lo que queremos dominar -precisó- son millones de átomos; estamos intentando tener cada vez más átomos y más controlados, y aunque se están consiguiendo muchos avances, la investigación lleva mucho tiempo'.

En su opinión, está todavía muy lejana la posibilidad de diseñar ordenadores cuánticos, que permitirían realizar cálculos informáticos de dimensiones enormes e imposibles de ejecutar hoy en día; habrá que esperar para ello, dijo, 'desde 15 ó 20 años, hasta 50 ó 100'.

Las técnicas con las que se trabaja para dominar el mundo microscópico incluyen láseres que 'hablan', en cierto modo, con esos átomos de manera individual.

De ese modo, prosiguió, 'se pueden empujar los átomos y modificar las órbitas de los electrones, y hacer que cambien de color, aparte de otras muchas cosas.

Los objetos microscópicos también se pueden manejar con ciertas 'trampas electromagnéticas' con las que 'movemos los átomos del modo que queremos', añadió el científico.

Sin embargo, existen muchas trabas en este proceso que requiere de 'una precisión extrema' para conseguir aislar un solo átomo, dijo.

'En cualquier región del espacio normal, por ejemplo en un vaso de agua o en un vaso vacío con aire, hay billones y billones de átomos; lo que hay que hacer -dijo- es quitarlos todos y dejar sólo uno'.

Añadió que otra complicación en ese proceso es que 'habitualmente a temperatura ambiente, esos átomos se mueven a velocidades muy rápidas, incluso superiores a las de los aviones, a kilómetros por segundo', y sin embargo, 'hay que conseguir pararlos completamente'.

Como aplicaciones de la física cuántica que pronto serán realidad citó los simuladores de materiales que a muy bajas temperaturas ofrecen 'propiedades muy especiales, que luego pueden tener aplicaciones, como conducir mejor la electricidad'.

Cirac también se refirió a la telepatía entre átomos, por la que a distancias muy grandes, dijo, 'de repente uno empieza a hacer el mismo tipo de cosas que otro, sin comunicación entre ellos'.

Así, explicó, 'si uno emite luz, el otro también, y si uno no emite el otro tampoco; se comportan de manera aleatoria, aunque de forma completamente correlacionada'.

Esta propiedad tiene aplicaciones en criptografía, 'para mandar mensajes secretos y también se puede usar para que los mensajes desaparezcan de un sitio y aparezcan en otro sin necesidad de que pasen por ningún sitio, con lo cual nadie los puede descifrar'.

La física cuántica también permite el teletransporte, por el que las propiedades de un objeto desaparecen del mismo y surgen en otro objeto microscópico en un lugar distinto; 'no se transporta materia, sino que las propiedades físicas de la materia se pasan de un objeto a otro', concluyó.

Fuente: Terra España.