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lunes, 9 de febrero de 2009

El infarto también está en los genes

Fuente: Publico.

Las posibilidades de sufrir un infarto dependen, en gran medida, de factores de riesgo bien conocidos, como el tabaquismo, la hipercolesterolemia, la hipertensión o la diabetes. Sin embargo, existen ligeras modificaciones de la secuencia de ADN de determinados genes que elevan las posibilidades de sufrir un ataque al corazón, incluso en personas que no tienen ninguno los factores anteriores. Cinco estudios publicados hoy en la revista Nature Genetics dan a conocer seis nuevas de estas alteraciones que predisponen a los que las portan a sufrir un infarto agudo de miocardio.

Tres de estas variaciones desconocidas hasta ahora han sido descritas gracias a una amplia investigación genética -llevada a cabo sobre unas 12.000 muestras de sangre de pacientes de infarto y casi 13.000 de personas sanas- por un consorcio científico internacional en el que participan investigadores del Instituto Municipal de Investigación Médica (IMIM) de Barcelona y el Hospital Josep Trueta de Girona.

Además de las tres alteraciones genéticas citadas -detectadas en los genes WDR12, PHACTR1 y KCNE2, este trabajo ha permitido confirmar la relación con el infarto de otros seis genes ya descritos en estudios anteriores. Según los expertos consultados por Público, estos hallazgos, que se suman a otros similares realizados en los últimos años, permitirán avanzar en el conocimiento de nuevos mecanismos implicados en el infarto. Esto dará a los investigadores nuevos elementos para trabajar en el desarrollo de nuevos medicamentos y de herramientas de prevención diferentes a las conocidas hasta ahora.

Sin embargo, todavía queda mucho por conocer en relación con la acción de las seis variaciones genéticas citadas, situadas en los cromosomas 2, 3, 6, 12, y 21. Estos marcadores se dan en genes que juegan un papel en la estructura de los vasos sanguíneos, el metabolismo del colesterol, el transporte de ácidos grasos o el mecanismo de la inflamación, y cada una, de forma aislada, elevaría el riesgo de infarto entre un 10% y un 15%.

Uno de los autores del estudio que ha descubierto tres nuevos genes vinculados con los ataques al corazón, el investigador del IMIM Rafael Ramos, destaca que por ahora se conoce más bien poco de cómo actúan estas mutaciones genéticas. "No sabemos qué codifican, pero su relación con el infarto es segura; es decir, tener una de estas variaciones incrementa el riesgo, pero aún desconocemos qué proteínas codifican y en qué procesos están involucradas".

Nueva área de investigación

Sin embargo, Ramos considera que este desconocimiento, lejos de ser una limitación, constituye una "ventana abierta" para la búsqueda de factores de riesgo distintos a los ya conocidos. Para su compañero Joan Sala, del Hospital Josep Trueta, "ahora se va a tener que estudiar por qué esos genes causan la enfermedad, y eso va a abrir un campo nuevo tanto en el diagnóstico de la enfermedad como en su prevención y su tratamiento".

En este sentido, Toshiro Tanaka, científico del Centro de Medicina Genómica de Yokohama (Japón) y autor de otro de los estudios, está convencido de que estos hallazgos, y otros similares realizados con anterioridad, cambiarán el abordaje del infarto. "Los médicos podrán decir a las personas con estos genes que tienen un riesgo mayor que la gente normal, y les instarán a realizar cambios en su estilo de vida", señala. A su juicio, estos hallazgos harán posible también diseñar nuevas terapias.

Por su parte, la autora de otra de estas investigaciones, Jeanette Erdmann, cuyo grupo ya dio a conocer en 2007 otros genes relacionados con la enfermedad cardiaca, se muestra convencida de que algunos de los genes identificados "son los responsables de ataques al corazón que ocurren en ausencia de los típicos factores de riesgo".

Esta experta de la Universidad de Lübeck (Alemania), que ha identificado dos polimorfismos vinculados con el infarto en los genes MRAS y HNF1A tras analizar un millón de marcadores genéticos en 1.200 pacientes, espera que los enfermos puedan beneficiarse pronto de estudios
genéticos que predigan su riesgo de infarto.

Además, Erdmann considera que dentro de diez años ya habrá tratamientos efectivos basados en estas variaciones genéticas.

Combinación de riesgos

En cualquier caso, y pese a que la mayoría de los infartos están relacionados con los factores de riesgo clásicos o los factores genéticos, se puede sufrir un ataque sin que concurra ninguno de estos elementos, tal como sostiene el jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario La Paz de Madrid, José Luis López Sendón. "Estos genes pueden explicar algunos infartos, pero también se pueden tener sin alteraciones genéticas ni ningún factor de riesgo: basta con una pequeña erosión en la pared de una arteria para que se pongan en marcha los mecanismos fisiológicos para tratar la lesión y se genere un trombo de uno o dos gramos capaz de tapar las arterias coronarias, así que también influye la suerte", explica el especialista.

Para López Sendón, el paso siguiente a estos hallazgos debe ser estudiar en qué medida la acumulación de factores eleva el riesgo. Desde este punto de vista, recuerda que si bien un fumador tiene tres veces más probabilidades de sufrir un ataque, "si además es diabético no tiene seis veces más, sino que a lo mejor tiene doce, ya que la acumulación de los factores no suma el riesgo, sino que lo multiplica".

Pero este cardiólogo no cree que las variaciones descritas tengan más importancia que los factores clásicos conocidos: "Lo que se ha identificado no es tan predictor del riesgo como la hipercolesterolemia, el tabaco, la hipertensión o la diabetes; puedes no tener estos genes y, sin embargo, sufrir también un infarto". Para López Sendón, el principal problema no es tanto el riesgo genético como el hecho de que haya factores de riesgo clásicos "a los que se está perdiendo el miedo".

lunes, 27 de agosto de 2007

Consiguen reparar corazón infartado

Fuente: HispaMp3.

Investigadores de la Universidad de Washington en Seattle (Estados Unidos) han conseguido mejorar en ratas los daños causados por ataques cardiacos a través del trasplante de células cardiacas derivadas de células madre embrionarias humanas.

(Europa Press) Las conclusiones de la investigación se publican en la edición digital de la revista "Nature Biotechnology".

Los investigadores, dirigidos por Charles Murry, descubrieron que las ratas sujetas a ataques cardiacos experimentales muestran un mejor funcionamiento cardiaco cuatro semanas después de recibir un trasplante de células musculares cardiacas generadas "in vitro" a partir de células madre embrionarias humanas.

Según los investigadores, las células madre embrionarias humanas están consideradas una fuente prometedora de células para la medicina regenerativa debido, en teoría, a que pueden ser forzadas en el laboratorio a convertirse en cualquier tipo especializado de célula para reparar órganos dañados y pueden ser proporcionadas a cualquier paciente. Sin embargo, los autores del trabajo señalan que es necesario resolver muchos problemas antes de que esta posibilidad se convierta en realidad.

Según explica Murry, "el problema de la muerte celular es muy común en los tratamientos con células madre. Cuando intentamos regenerar con tejidos líquidos, como sangre o médula ósea, el resultado es bastante bueno pero no hemos conseguido aún tener éxito con tejidos sólidos como el músculo esqueletal, el tejido cerebral o los daños cardiacos. Este es uno de los intentos con más éxito conseguidos utilizando células para reparar tejidos sólidos, todos los corazones tratados mostraron un injerto de tejido bien desarrollado".

Los investigadores se enfrentaron a dos problemas críticos para la regeneración del corazón: la creación de las células cardiacas y su supervivencia una vez trasplantadas en el corazón. En su trabajo los investigadores mejoraron la eficiencia con la que las células madre embrionarias humanas se convierten en células cardiacas. En segundo lugar, mejoraron la supervivencia de tales células cardiacas después del trasplante a los corazones de animales dañados utilizando un "cóctel de supervivencia", una mezcla de componentes químicos que bloquea varias causas de la muerte celular. Al combinar estas técnicas, los investigadores lograron reducir la progresión del fallo cardiaco en los animales tratados.

"Descubrimos que los injertos no sólo sobrevivían en el corazón de los animales sino que también ayudaban a mejorar el funcionamiento del corazón dañado. Esto es algo muy importante ya que uno de los principales problemas de quienes sufren un infarto de miocardio es que el corazón está dañado y no bombea sangre bien. Esta clase de tratamiento ayudaría al corazón a recuperarse de un infarto y mejorar su funcionamiento después", señala Michael Laflamme, autor principal del estudio.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Nueva tecnología podría prevenir infartos

Un equipo de médicos estadounidenses ha dado a conocer los resultados de pruebas clínicas en las que se ha empleado una nueva técnica de imágenes que facilita la identificación de lesiones en los vasos sanguíneos antes de que causen infarto.

Desde hace más de tres décadas la comunidad médica es consciente de que la ruptura de las placas arteriales es la causa inicial de la mayoría de eventos cardiovasculares. En los últimos años los investigadores han demostrado que algunas placas de las arterias son estables y casi nunca se rompen, sin embargo existen otras llamadas placas "vulnerables" que sí tienden a romperse. La composición de estas placas es diferente, así mientras que las vulnerables contienen una base rica en lípidos con un casquillo fibroso y crecientes macrófagos, las estables están generalmente compuestas de un tejido fibroso y colágeno.

Por tanto, la clave está en identificar las placas vulnerables. Las actuales técnicas de diagnóstico por imagen que se utilizan en los hospitales no permiten a los médicos identificar a los pacientes cuyas arterias están a punto de desgarrarse, es decir, no se pueden diferenciar las placas estables de las vulnerables, lo que disminuye la oportunidad de advertir a estos pacientes de que corren el riesgo de sufrir un infarto.

Los médicos del Hospital General de Massachussets que han llevado a cabo este trabajo han utilizado una nueva técnica conocida como tomografía de coherencia óptica (OCT), que proporciona un mapa transversal de un vaso sanguíneo con una resolución 10 veces mayor que la de los ultrasonidos convencionales (IVUS). "Esta es la primera herramienta que ha demostrado ser segura para los pacientes y que es capaz de visualizar la información necesaria", explica el doctor Jang, director del estudio.

La OCT se ha convertido en una de las técnicas más prometedoras para la detección de las placas vulnerables, comparada con la técnica utilizada hasta el momento, el ultrasonido intravascular (IVUS), aporta información estructural adicional y más detallada de las arterias.

Este estudio sugiere que la OCT podría tener un papel importante en la identificación de los pacientes con un alto riesgo de infarto y esto podría permitir llevar a cabo la prevención necesaria para evitar un desenlace fatal en muchos casos.


Fuente: medicinatv.com.