Las posibilidades de sufrir un infarto dependen, en gran medida, de factores de riesgo bien conocidos, como el tabaquismo, la hipercolesterolemia, la hipertensión o la diabetes. Sin embargo, existen ligeras modificaciones de la secuencia de ADN de determinados genes que elevan las posibilidades de sufrir un ataque al corazón, incluso en personas que no tienen ninguno los factores anteriores. Cinco estudios publicados hoy en la revista Nature Genetics dan a conocer seis nuevas de estas alteraciones que predisponen a los que las portan a sufrir un infarto agudo de miocardio.
Tres de estas variaciones desconocidas hasta ahora han sido descritas gracias a una amplia investigación genética -llevada a cabo sobre unas 12.000 muestras de sangre de pacientes de infarto y casi 13.000 de personas sanas- por un consorcio científico internacional en el que participan investigadores del Instituto Municipal de Investigación Médica (IMIM) de Barcelona y el Hospital Josep Trueta de Girona.
Además de las tres alteraciones genéticas citadas -detectadas en los genes WDR12, PHACTR1 y KCNE2, este trabajo ha permitido confirmar la relación con el infarto de otros seis genes ya descritos en estudios anteriores. Según los expertos consultados por Público, estos hallazgos, que se suman a otros similares realizados en los últimos años, permitirán avanzar en el conocimiento de nuevos mecanismos implicados en el infarto. Esto dará a los investigadores nuevos elementos para trabajar en el desarrollo de nuevos medicamentos y de herramientas de prevención diferentes a las conocidas hasta ahora.Sin embargo, todavía queda mucho por conocer en relación con la acción de las seis variaciones genéticas citadas, situadas en los cromosomas 2, 3, 6, 12, y 21. Estos marcadores se dan en genes que juegan un papel en la estructura de los vasos sanguíneos, el metabolismo del colesterol, el transporte de ácidos grasos o el mecanismo de la inflamación, y cada una, de forma aislada, elevaría el riesgo de infarto entre un 10% y un 15%.
Uno de los autores del estudio que ha descubierto tres nuevos genes vinculados con los ataques al corazón, el investigador del IMIM Rafael Ramos, destaca que por ahora se conoce más bien poco de cómo actúan estas mutaciones genéticas. "No sabemos qué codifican, pero su relación con el infarto es segura; es decir, tener una de estas variaciones incrementa el riesgo, pero aún desconocemos qué proteínas codifican y en qué procesos están involucradas".
Nueva área de investigación
Sin embargo, Ramos considera que este desconocimiento, lejos de ser una limitación, constituye una "ventana abierta" para la búsqueda de factores de riesgo distintos a los ya conocidos. Para su compañero Joan Sala, del Hospital Josep Trueta, "ahora se va a tener que estudiar por qué esos genes causan la enfermedad, y eso va a abrir un campo nuevo tanto en el diagnóstico de la enfermedad como en su prevención y su tratamiento".En este sentido, Toshiro Tanaka, científico del Centro de Medicina Genómica de Yokohama (Japón) y autor de otro de los estudios, está convencido de que estos hallazgos, y otros similares realizados con anterioridad, cambiarán el abordaje del infarto. "Los médicos podrán decir a las personas con estos genes que tienen un riesgo mayor que la gente normal, y les instarán a realizar cambios en su estilo de vida", señala. A su juicio, estos hallazgos harán posible también diseñar nuevas terapias.
Por su parte, la autora de otra de estas investigaciones, Jeanette Erdmann, cuyo grupo ya dio a conocer en 2007 otros genes relacionados con la enfermedad cardiaca, se muestra convencida de que algunos de los genes identificados "son los responsables de ataques al corazón que ocurren en ausencia de los típicos factores de riesgo".
Esta experta de la Universidad de Lübeck (Alemania), que ha identificado dos polimorfismos vinculados con el infarto en los genes MRAS y HNF1A tras analizar un millón de marcadores genéticos en 1.200 pacientes, espera que los enfermos puedan beneficiarse pronto de estudios
genéticos que predigan su riesgo de infarto.
Además, Erdmann considera que dentro de diez años ya habrá tratamientos efectivos basados en estas variaciones genéticas.
Combinación de riesgos
En cualquier caso, y pese a que la mayoría de los infartos están relacionados con los factores de riesgo clásicos o los factores genéticos, se puede sufrir un ataque sin que concurra ninguno de estos elementos, tal como sostiene el jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario La Paz de Madrid, José Luis López Sendón. "Estos genes pueden explicar algunos infartos, pero también se pueden tener sin alteraciones genéticas ni ningún factor de riesgo: basta con una pequeña erosión en la pared de una arteria para que se pongan en marcha los mecanismos fisiológicos para tratar la lesión y se genere un trombo de uno o dos gramos capaz de tapar las arterias coronarias, así que también influye la suerte", explica el especialista.
Pero este cardiólogo no cree que las variaciones descritas tengan más importancia que los factores clásicos conocidos: "Lo que se ha identificado no es tan predictor del riesgo como la hipercolesterolemia, el tabaco, la hipertensión o la diabetes; puedes no tener estos genes y, sin embargo, sufrir también un infarto". Para López Sendón, el principal problema no es tanto el riesgo genético como el hecho de que haya factores de riesgo clásicos "a los que se está perdiendo el miedo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario