Los búhos reales están más cerca de los zorros, osos, nutrias o perros de lo que se pensaba. Estas aves nocturnas marcan su territorio como lo hacen esos mamíferos, con excrementos. Ellas emplean sus heces, de color blanco, como señales visuales durante la época de reproducción y de cría. Un descubrimiento que ha sorprendido a los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que publican hoy sus conclusiones en la revista Public Library of Science(PloS).
Vicenzo Penteriani, uno de los expertos de la Estación Biológica de Doñana que ha realizado este estudio, asegura al otro lado del teléfono a ELPAÍS.com que hasta ahora se pensaba que las aves nocturnas sólo se comunicaban a través de sonidos. Pero este estudio ha demostrado que debe descartarse esta creencia. "Vivir en la oscuridad no significa que tengan una vida ciega", explica.
Alternativa al canto
Penteriani ha trabajado durante dos años junto a María del Mar Delgado analizando la comunicación visual de cerca de 20 ejemplares de esta especie en la sierra norte de Sevilla y en Doñana. Su estudio demuestra que estas aves, que pueden medir entre 29 y 73 centímetros desde el pico a la cola, se valen de las manchas de su plumaje para comunicarse entre ellos y que además utilizan sus heces para delimitar su territorio. Pero también emplean las plumas de sus presas. "A pesar de que el conejo es su principal alimento eligen las plumas de garzas, palomas o lechuzas para marcar su territorio. Lo hacen porque son de colores más vivos o más brillantes que el pelo del conejo".
"Los excrementos son señales que permanecen durante meses", dice Penteriani desde Doñana. Y explica que son una manera de informar a otros individuos de que están entrando en una propiedad ajena, que pueden afrontar un ataque. Los búhos reales son muy agresivos por eso, según el investigador, estos enfrentamientos "normalmente terminan con la muerte de uno de los dos implicados".
Estas marcas suponen una importante ventaja para esta especie, señala el experto que lo compara con los cantos que emiten, también utilizados para delimitar el territorio. Los primeros duran en el tiempo, aunque los búhos siempre están atentos a que sean visibles. "Aumentan las deposiciones cuando se aproxima la llegada del primer huevo o si las condiciones meteorológicas las hacen desaparecer", explica. Los segundos, en cambio, les obligarían a estar permanentemente cerca del nido.
Mismo lugar, mismas fechas
Según el estudio, las marcas empiezan a ser visibles en octubre, coincidiendo con la época del año en que comienza el cortejo de las hembras. Y se mantienen en los mismos puntos, a una centena de metros de donde se encuentra el nido, durante cerca de seis meses, momento en que los pollos se independizan. "En caso de que la reproducción haya fracasado, desaparecen", agrega.
Según el investigador "no se trata de una casualidad". "Hicimos un experimento. Cubrimos las heces con pintura del color de las rocas en las que se encontraban estas marcas y en menos de 24 horas, la señal aparecía de nuevo", añade. El porqué de la elección de ese lugar, su importancia. Penteriani indica que en todos los casos se trataba de un lugar estratégico de acceso al nido.
Lo que no se ha comprobado aún es la respuesta de los otros individuos de las especie, si evitan acercarse a estos territorios o no hacen caso a las señales. "No se puede ver la incidencia directa. Es difícil pero hay que seguir investigando", concluye Penteriani.
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