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lunes, 1 de septiembre de 2008

Los búhos reales utilizan sus excrementos para comunicarse

Fuente: El Pais.

Los búhos reales están más cerca de los zorros, osos, nutrias o perros de lo que se pensaba. Estas aves nocturnas marcan su territorio como lo hacen esos mamíferos, con excrementos. Ellas emplean sus heces, de color blanco, como señales visuales durante la época de reproducción y de cría. Un descubrimiento que ha sorprendido a los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que publican hoy sus conclusiones en la revista Public Library of Science(PloS).

Vicenzo Penteriani, uno de los expertos de la Estación Biológica de Doñana que ha realizado este estudio, asegura al otro lado del teléfono a ELPAÍS.com que hasta ahora se pensaba que las aves nocturnas sólo se comunicaban a través de sonidos. Pero este estudio ha demostrado que debe descartarse esta creencia. "Vivir en la oscuridad no significa que tengan una vida ciega", explica.

Alternativa al canto

Penteriani ha trabajado durante dos años junto a María del Mar Delgado analizando la comunicación visual de cerca de 20 ejemplares de esta especie en la sierra norte de Sevilla y en Doñana. Su estudio demuestra que estas aves, que pueden medir entre 29 y 73 centímetros desde el pico a la cola, se valen de las manchas de su plumaje para comunicarse entre ellos y que además utilizan sus heces para delimitar su territorio. Pero también emplean las plumas de sus presas. "A pesar de que el conejo es su principal alimento eligen las plumas de garzas, palomas o lechuzas para marcar su territorio. Lo hacen porque son de colores más vivos o más brillantes que el pelo del conejo".

"Los excrementos son señales que permanecen durante meses", dice Penteriani desde Doñana. Y explica que son una manera de informar a otros individuos de que están entrando en una propiedad ajena, que pueden afrontar un ataque. Los búhos reales son muy agresivos por eso, según el investigador, estos enfrentamientos "normalmente terminan con la muerte de uno de los dos implicados".

Estas marcas suponen una importante ventaja para esta especie, señala el experto que lo compara con los cantos que emiten, también utilizados para delimitar el territorio. Los primeros duran en el tiempo, aunque los búhos siempre están atentos a que sean visibles. "Aumentan las deposiciones cuando se aproxima la llegada del primer huevo o si las condiciones meteorológicas las hacen desaparecer", explica. Los segundos, en cambio, les obligarían a estar permanentemente cerca del nido.

Mismo lugar, mismas fechas

Según el estudio, las marcas empiezan a ser visibles en octubre, coincidiendo con la época del año en que comienza el cortejo de las hembras. Y se mantienen en los mismos puntos, a una centena de metros de donde se encuentra el nido, durante cerca de seis meses, momento en que los pollos se independizan. "En caso de que la reproducción haya fracasado, desaparecen", agrega.

Según el investigador "no se trata de una casualidad". "Hicimos un experimento. Cubrimos las heces con pintura del color de las rocas en las que se encontraban estas marcas y en menos de 24 horas, la señal aparecía de nuevo", añade. El porqué de la elección de ese lugar, su importancia. Penteriani indica que en todos los casos se trataba de un lugar estratégico de acceso al nido.

Lo que no se ha comprobado aún es la respuesta de los otros individuos de las especie, si evitan acercarse a estos territorios o no hacen caso a las señales. "No se puede ver la incidencia directa. Es difícil pero hay que seguir investigando", concluye Penteriani.

viernes, 4 de abril de 2008

Descubren en EEUU excrementos humanos fosilizados de 12.300 años de antigüedad

Fuente: El Mundo.

El rastro más antiguo de los primeros humanos que pisaron el continente americano son unos excrementos. Datados hace 12.300 años, las heces de unos nativos primitivos ha hecho retroceder más de 1.200 años la historia del Homo sapiens moderno en América y confirma que aquellos pioneros llegaron desde Asia y Siberia, poblaciones con las que comparten lazos genéticos evidentes.

En concreto, por su ADN mitocondrial, se les relaciona con dos subgrupos de nativos que llegaron a esta región hace más de 14.000 años. Fueron los paleontólogos, dirigidos por Dennis L. Jenkins, de la Universidad de Oregón, quienes encontraron en las cuevas Paisley, en este estado norteamericano, 14 excrementos fosilizados (coprolitos) que decidieron enviar al equipo danés de Eske Willerslev para que buscara rastros de ADN humano. Y los encontraron.

Puesto que los coprolitos no habían sido rescatados en las condiciones adecuadas, se corría el riesgo de que hubiera contaminación genética de los propios investigadores, por lo que hubo que analizar el ADN de todos los implicados para descartar esta eventualidad, como así se hizo en su análisis final.

Curiosamente, seis de los excrementos tenían, además de ADN primitivo humano, rastros genéticos de coyotes, zorros o posibles lobos. «Pensamos que puede deberse a que comieron estos animales o a que algún zorro orinó sobre las heces», argumentan los científicos en el artículo que publican hoy en la revista Science.

En todo caso, las pruebas han revelado que las familias genéticas de aquellos individuos son de los tipos A2 y B2, comunes en Siberia y Asia del Este y, por su fecha, son anteriores a la cultura Clovis, considerada hasta ahora la más antigua cultura indígena de América, de la que se han encontrado muy pocos fósiles, aunque sí herramientas.

Por contra, en las cuevas de Oregón no hay utensilios líticos, así que se desconoce la tecnología que tuvieron los inquilinos del lugar. Eso sí, se sabe el lugar de donde venían y lo que comían.

Jenkins y sus estudiantes comenzaron a trabajar en cuatro de las cuevas Paisley en 2002. Allí recuperaron también hilo realizado con fibras de plantas y tendones, piel, cuerdas, clavijas de madera, huesos de animales y una especie de proyectiles. El hilo, por ejemplo, ha sido datado también en 12.750 años de antigüedad. «Al fondo de una cueva, encontramos un hoyo lleno de huesos de ovejas, caballos, camellos y dos coprolitos humanos de hace 14.400 años», ha asegurado el paleontólogo. Con radiocarbono dataron los utensilios en esa fecha, la misma en la que ya antes habían aparecido algunos utensilios en el yacimiento chileno de Monte Verde.

Sin embargo, no todos los expertos comparten sus conclusiones. Algunos todavía creen que puede haber contaminación moderna de ADN y otros apuntan que pueden ser heces de caninos en los que orinaron humanos. En todo caso, ello no pondría en duda la presencia de nuestra especie en el lugar de los hechos. Además, se defiende Jenkins, han encontrado hasta un pelo de aquellos primitivos indígenas. Y, según asegura, seguirá buscando más rastros y encontrándolos.