Fuente: Tendencias 21.
Un niño de ocho años sigue estrategias de aprendizaje completamente diferentes que un niño de 12 años o un adulto. El primero aprende en primer lugar a partir de la respuesta positiva (¡bien hecho!), mientras que las críticas apenas le causan efecto. Por el contrario, el niño de 12 años es capaz de procesar mejor dichas críticas, y las aprovecha para aprender de sus propios errores. El adulto hace lo mismo, pero de manera más eficiente.
Estas diferencias han sido demostradas por científicos del Leiden Brain and Cognition Lab de Holanda, que estudiaron el cerebro de individuos de distintas edades mediante exploraciones de resonancia magnética funcional. Dichas diferencias pudieron distinguirse especialmente en las áreas cerebrales relacionadas con el control cognitivo, localizadas en la corteza del cerebro.
En niños de ocho y nueve años, estas áreas reaccionan con intensidad a las respuestas positivas, y poco a las respuestas negativas. En el cerebro de los niños de 12 y 13 años y de los adultos, en cambio, sucedía justo lo contrario: los centros de control del cerebro se activaban mucho más ante las críticas y mucho menos ante las respuestas positivas.
Hasta ahora no se habían comparado niños de distintas edades entre sí y con los adultos, sino que normalmente se habían hecho estudios que comparaban sólo a niños con adultos a este respecto. Los científicos se sorprendieron con los resultados. Según ellos, es importante conocer estas diferencias para enfocar de manera correcta la educación de niños de entre ocho y 12 años.
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