La secuencia casi completa de los cromosomas del mamut lanudo, que hoy publica Nature, es un hito científico de primera magnitud, aunque para valorar este logro no es preciso fantasear con una posible resurrección de este antiguo gigante de los hielos.
Los avances conciernen, por una parte, a que se trata del primer genoma de un animal extinguido. Los investigadores de EEUU y Rusia extrajeron ADN del pelo de ejemplares conservados durante miles de años en el suelo helado o permafrost. Esta fuente, dicen, permite obtener material más entero y limpio que el hueso, ya que el pelo actúa como una envoltura protectora de “plástico biológico”.
El segundo éxito corresponde a las nuevas técnicas de secuenciación, que han permitido abaratar la secuenciación de genes y aumentar su eficacia. Frente a los cientos de investigadores y de enormes máquinas que participaron en el primer genoma humano, los genes del mamut se publican bajo la firma de una veintena de científicos, que han empleado sólo una máquina del tamaño de una fotocopiadora situada en un laboratorio de la Universidad Estatal de Pensilvania.
Se trata de una versión mejorada del secuenciador fabricado por la compañía 454 Life Sciences, que sirvió también para leer el genoma del científico James Watson.
Primos lejanos, pero poco
El trabajo pionero tiene también su letra pequeña. La secuencia no es completa, sino que comprende, estiman los autores, un 80% del genoma nuclear del mamut. La tasa de errores puede ser alta, hasta de 3 bases erróneas por cada 2.000, o unos seis millones en total.
Además, aunque la contaminación se ha reducido al mínimo, los científicos estiman que ésta aún podría llegar al 20% de la secuencia obtenida; de los 4.170 millones de bases leídas, sólo 3.300 millones pertenecen con seguridad al mamut, un dato obtenido al compararlo con el ADN de su pariente actual, el elefante.
De esta comparación es de donde se extraen las principales conclusiones del estudio. Según Webb Miller, codirector del proyecto, “mamuts y elefantes se separaron hace unos seis millones de años, más o menos al mismo tiempo que humanos y chimpancés”. “Sin embargo”, agrega, “al contrario que chimpancés y humanos, que evolucionaron rápidamente en dos especies distintas, mamuts y elefantes evolucionaron de un modo más pausado”.
Los científicos concluyen afirmando que una vez que se complete el genoma del elefante, aún en proceso, se conocerá más sobre la evolución y la extinción del mamut.
La resurrección, más ‘fi’ que ‘sci’
El genoma del hombre de neandertal puede convertirse en el segundo secuenciado de una especie extinguida. El director de este proyecto, Svante Pääbo, dijo la semana pasada que a final de año espera completar los 3.000 millones de bases.
Pese a las fantasías de clonación, los científicos insisten en que secuenciar y clonar son conceptos distintos: para clonar se precisan células relativamente intactas. Construir cromosomas artificiales a partir de una secuencia y emplearlos para este fin aún es ciencia ficción.
La reciente clonación de ratones congelados sugirió la posibilidad de hacer lo mismo con los mamuts hallados en ‘permafrost’. Sin embargo, es improbable que de éstos se recuperen núcleos viables.
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