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miércoles, 18 de febrero de 2009

Los polos no son tan diferentes

Fuente: BBC Mundo.

A pesar de estar separados por una distancia de más de 11.000 kilómetros y de hallarse en extremos opuestos del planeta, los dos océanos polares tienen, al parecer, más similitudes de lo que se pensaba.

Ésta es la conclusión a la que llegaron los científicos del Censo de la Vida Marina, que descubrieron que el Océano Ártico y el Antártico comparten al menos 235 especies marinas idénticas, entre las que se incluyen ballenas grises, aves así como gusanos, crustáceos y caracoles pterópodos.

No sólo eso. "Además de nuevas especies", le dijo a BBC Mundo el Doctor Víctor Gallardo, un investigador sudamericano que participó activamente en una serie de proyectos del Censo, "hemos encontrado ecosistemas muy poco conocidos en ambos océanos, que funcionan sobre la base de elementos que no dependen del sol".

El hallazgo, más que ofrecer respuestas, abre un sinnúmero de interrogantes: las especies, ¿son exactamente iguales o son parecidas y evolucionaron por caminos diferentes? ¿Cómo se explica que vivan tan separadas?

Sin barreras

Según le explicó a la BBC Ron O'Dor, otro experto del Censo, hay que pensar a los océanos como "un terreno donde la mezcla y el intercambio son posibles. Allí existen una variedad de corrientes que permiten que las cosas circulen".

A esto, se suma el hecho de que las temperaturas de los diferentes océanos no son tan distintas como para que se produzca una barrera térmica, añade O'Dor.

"Las temperaturas en las aguas profundas de los polos pueden descender a -1º centígrados, pero en el Ecuador, las profundidades no superan los 4º centígrados.

"Existe una continuidad en el océano como resultado de los sistemas de corrientes, a la que llamamos 'cinta transportadora'; muchos animales producen huevos o atraviesan una etapa en la que son larvas, que luego son transportadas por las aguas".

Lea: Los polos, esos desconocidos

Calentamiento

En momentos en que el calentamiento global se ha convertido en uno de los principales enemigos para la supervivencia de la diversidad biológica del planeta, la importancia de las actividades que desarrolla el Censo es crucial, asegura Gallardo.

El proyecto -que busca hacer un catálogo sobre la distribución, la abundancia y la biodiversidad en los ambientes marinos, desde la costa hasta las más grandes profundidades oceánicas, y que toma nota tanto de organismos microscópicos como de los grandes mamíferos marinos- comenzó en 2000 y llega a su fin en 2010.

Y si bien "10 años no es mucho tiempo si se trata de registrar cambios, este esfuerzo establece una muy buena base para observar los cambios que puedan ocurrir en el futuro por efecto de la acción del hombre", dice Gallardo.

Además de contar con alrededor de 2.000 científicos de más de 70 países, la iniciativa se benefició del esfuerzo de "otros" colaboradores, los llamados "animales oceanógrafos"

"En estos últimos años se desarrollaron muchas tecnologías, como por ejemplo las que les permiten a los organismos marinos grandes como las ballenas o los lobos marinos tener instalados censores que permiten conocer la temperatura, la salinidad y la profundidad del agua, así como su ubicación geográfica, que contribuyen -como lo hacen otros equipos no vivos- a conocer mejor el océano" señala el experto.

"Este registro continuo de las condiciones ambientales", concluye, "nos permitirá comprender por qué por ejemplo se reúnen los atunes o las tortugas, y por qué migran o qué hacen cuando migran. De este modo podremos protegerlas de la pesca accidental, estableciendo áreas protegidas".

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Neptuno, un mundo extraño donde el polo es "cálido" y el verano dura 165 años

Fuente: Yahoo! España.

Washington, 18 sep (EFE).- Un grupo internacional de astrónomos ha descubierto que el polo sur es el punto más cálido de Neptuno, el planeta más alejado de la Tierra, informó hoy el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA.

La diferencia de temperaturas permite que el metano, que en otras regiones del planeta está congelado, se convierta en gas y se filtre hacia la estratosfera, señaló.

"La temperatura es tan alta que el gas, que debería estar congelado en la estratosfera, puede filtrarse desde esta región" de la atmósfera hacia el vacío espacial, dijo Glen Orton, astrónomo de JPL en Pasadena (California) en un informe publicado hoy en la revista Astronomy and Astrophysics.

Las oscilaciones térmicas en Neptuno fueron determinadas mediante el Gran Telescopio operado en el norte de Chile por la Organización Europea para la Investigación Astronómica en el Hemisferio Sur (ESO).

Las temperaturas medias en Neptuno son de menos 200 grados centígrados, pero en el polo sur del planeta son alrededor de diez grados más altas.

Esto se debe a que Neptuno es el planeta más lejano del sistema solar y sólo recibe una milésima parte de la luz solar que llega a la Tierra.

Sin embargo, esa pequeña cantidad de luz influye considerablemente en su atmósfera, señaló JPL.

Los astrónomos explicaron que esas oscilaciones térmicas se ajustan a los cambios estacionales del planeta que, debido a su lejanía del Sol, tiene un año que dura 165 de los terrestres.

Eso significa que el polo sur de Neptuno está en verano desde hace 40 años.

"En estos momentos el polo sur de Neptuno está inclinado hacia el sol, tal como el polo sur de la Tierra se inclina hacia el Sol en el verano del hemisferio sur", dijo Orton.

Sin embargo, el verano antártico de Neptuno dura 40 años y no unos pocos meses y la energía solar que se recibe durante todo ese tiempo puede provocar grandes diferencias térmicas entre las regiones, manifestó el astrónomo.

Según Orton, esto también podría explicar los fortísimos vientos huracanados que superan los dos mil kilómetros por hora en algunos sectores.

martes, 21 de agosto de 2007

La atracción del Polo

Fuente: idealdigital.

Oro, diamantes, petróleo, gas... bajo la capa de hielo ártica se esconde un tesoro de primer orden y el futuro de un planeta amenazado

NO hay uno solo. Existen nada menos que cinco Polos Norte. A saber: el geográfico (un punto fijo situado en el casquete polar); el magnético, que es el que señalan las brújulas y oscila cada año (ahora anda por el Ártico canadiense); el geomagnético (que tiene que ver con los campos magnéticos terrestres y se sitúa en el noroeste de Groenlandia); el de la Inaccesibilidad («un lugar de nombre magnífico en el océano Ártico, al norte de Alaska, que representa el punto más septentrional en todas las direcciones desde tierra: en la actualidad 1.100 kilómetros desde la costa más cercana», según el escritor Fergus Fleming) e, incluso, existe un Polo Norte celeste. Para encontrar éste hay que trazar hacia el cielo una línea imaginaria que parta del eje de la Tierra hasta casi tocar la Estrella Polar.

Bien. Los rusos saben esto. Pero les interesa bien poco todo este tumulto romántico de coordenadas, tierras ignotas y ejes magnéticos. Desde que el pasado 2 de agosto dos batiscafos coordinados desde el rompehielos 'Académico Fiódorov' alcanzaron por primera vez el fondo marino bajo el océano Glacial Ártico, ha quedado claro que lo que persiguen (y no son los únicos) es poner el pie sobre la última frontera inexplorada de la Tierra. Una región (no es casual) que alberga el 25% de las (cada vez más escasas) reservas mundiales de crudo. «El Ártico es en gran parte la solución del problema energético del mundo», ha resaltado Odd Roger Enoksen, ministro de petróleo de Noruega, séptimo productor mundial de crudo y uno de los ocho países integrantes del llamado Consejo del Ártico implicados en la lucha que se avecina por hacerse con esta vasta zona del mundo.

El Polo Norte, «una región que antes se despreciaba», según Rob Huebert, del Instituto Ártico de EE UU, se ha convertido en un apetecible bocado. El deshielo (esta semana se ha sabido que el fenómeno se ha generalizado hasta alcanzar mínimos históricos: capas de hielo localizadas en el Ártico desde hace 4.500 años han desaparecido en las últimas tres décadas) va a hacer más accesible esta región ignota. Imágenes tomadas por satélite y observaciones sobre el terreno indican que la banquisa ártica estival ha perdido el 15% de su superficie y más del 40% de su espesor desde 1978. Algunas fuentes apuntan que podría desaparecer hacia 2070, lo que abriría nuevas vías marítimas (el famoso paso del Noroeste perseguido durante toda su vida por el almirante Franklin, sería, tristemente, verdad) y permitiría llegar a recursos mineros y petroleros hasta ahora inaccesibles.

De hecho, la explotación industrial del Ártico ya lleva unos cuantos años en marcha. Noruega gestiona ya el gigantesco yacimiento de Snohvit (Blancanieves, donde participa Iberdrola), en el Mar de Barents, y algo así como el vestíbulo del continente helado. Un consorcio internacional ha invertido 7.500 millones de euros en una gigantesca planta flotante de gas natural licuado (construida por ACS en Cádiz) y situada a 140 kilómetros de Hammerfest, la ciudad más al norte de todo el planeta. Rusia trabaja ya en la explotación del inmenso yacimiento de Shtokman, el mayor depósito marino de gas del mundo, con una superficie de 1.400 kilómetros cuadrados (casi como toda Guipúzcoa) y un volumen de reservas estimado en 3.200 millones de metros cúbicos.

Como sucede siempre (y cada vez más), detrás de las intenciones de los gobiernos se encuentran poderosas multinacionales. Como la minera De Beers (con nombre de diamante sudafricano) que ya busca brillantes en los lagos más al norte de Canadá y que, junto a otras 80 compañías, estima producir entre el 10% y el 15% del valor mundial bruto de diamantes. La Comisión de Investigaciones Árticas de EE UU cree que bajo el océano Ártico se esconde una cuarta parte de las reservas energéticas y minerales del planeta.

También podríamos hablar de otros recursos, como la pesca. Y si en la zona hay bacalao (que lo hay), no duden que detrás aparecerán pescadores. De momento, en diciembre fueron apresados dos pesqueros gallegos por pescar fletán azul (especie protegida) frente a las islas Svalbard, al norte de Hammerfest, en una zona que España considera ajena a la soberanía noruega.

Debate científico

Bajo su suelo, el Ártico alberga hidrocarburos, minerales como oro, plata y platino, ingentes cantidades de carbón y metales de interés estratégico como tantalio y molibdeno. Un apetitoso caramelo si, como resaltan los especialistas, la demanda energética mundial se incrementa en un 40% en los próximos 15 años en un proceso imparable pese a sus riesgos y liderado por China. «El Ártico es un panal de rica miel y si entramos allí el proceso de aceleración del cambio climático será incontenible», ha declarado el profesor Roberto Tornabell.

Rusia, Estados Unidos, Canadá y Noruega velan ya armas para hacerse con un hueco en el apreciado Polo Norte y litigan por extender sus derechos. Realmente lo que persigue Rusia con el 'coup de force' de los batiscafos es demostrar científicamente que la sumergida cordillera Lomonósov que sustenta el Ártico es, en realidad, una prolongación de su plataforma continental y que, por tanto, queda bajo su jurisdicción. Rusia reclama la soberanía de nada menos que 1,2 millones de kilómetros cuadrados (más de dos veces la extensión de España).

Y aunque parece que Rusia ha sido la primera en mover ficha, Canadá no le va a la zaga. Desde hace años mantiene 1.500 soldados desplegados en la región y acaba de anunciar una inversión multimillonaria para la construcción de ocho patrulleras árticas dedicadas a proteger su soberanía en la zona.

Y en esas cuestiones ya sabemos que los canadienses no se andan con chiquitas (¿o no se acuerdan ya de los tiros al 'Estai' y de la guerra del fletán?).

España, país observador

De momento, todavía se mueven por la cuerda de la diplomacia. El primer ministro canadiense ha anunciado ya la ampliación del Nahanni National Park Reserve, próximo a la zona en litigio. Y, hace unos pocos días el ministro canadiense de Asuntos Exteriores, Peter McKay, calificó de argucias del siglo XV (del tiempo de los conquistadores, vamos) la maniobra rusa de plantar una bandera tricolor de titanio bajo las gélidas aguas del Ártico. Su homólogo moscovita apuntó de forma rápida que Rusia no anda plantando banderas por ahí sin ton si son.

Para los observadores, este intercambio de 'lisonjas' es difícil que llegue a las manos, pero aconsejan a las partes que se armen de paciencia y centren sus esfuerzos en recabar pruebas científicas para argumentar sus pretensiones territoriales. O lo que es lo mismo, que husmeen esas cordilleras con nombres evocadores (Lomonósov, Mendeleyev...) y litiguen en los despachos. Para Estados Unidos (aliado estratégico y comercial de Canadá) la proclamación de soberanía realizada por Rusia deberá ser examinada por la ONU. El Polo Norte tiene la consideración de territorio internacional administrado por la ONU.

¿Cómo podría afectarnos la cuestión? España ha pedido su ingreso como observador en el Consejo Ártico, donde se encuentran Noruega, Finlandia, Suecia, Rusia, Estados Unidos, Canadá y Dinamarca, estados limítrofes con la mayor golosina del mundo, y miembros de pleno derecho. También forman parte del Consejo organizaciones ecologistas y representantes de los pueblos indígenas, los inuit, los únicos pobladores de estas tierras (mejor sería decir permafrost: suelo helado permanentemente) donde las temperaturas pueden descender hasta los 70 grados bajo cero.

España, de hecho, va a dedicar 3 millones de euros para impulsar la investigación en los efectos del calentamiento global tanto en el Ártico como en la Antártida, una de las conclusiones tomadas por los estados participantes en el IV Año Polar Internacional, cumbre científica celebrada en primavera en París. (Canadá destinará 113 millones de euros y China, 49).

Objeto de deseo

Hasta ahora hablábamos del Ártico en términos de desafío y de aventura. Hoy es un campo de juego geopolítico donde (de no poner remedio) se ventila el futuro del planeta. Sir Wally Herbert, fallecido el pasado julio, fue un explorador polar, el primero en cruzar el Ártico por su eje: de Alaska a Spitzberg. Herbert ya no verá los litigios sobre la última frontera, un lugar mítico que ha atraído las voluntades de los más intrépidos y donde se han escrito gloriosas páginas de superación personal. «En la historia de la exploración (quizás en la historia del mundo) ningún punto de la superficie de la Tierra había despertado una curiosidad tan intensa ni había sido objeto de un deseo tan desesperado», escribe Fergus Fleming. Nombres como los de Peary, el duque de los Abruzos y Roald Amudsen jalonan la historia del Ártico. Dentro de poco, serán sustituidos en la mente de todos por compañías, monopolios y multinacionales.

sábado, 19 de mayo de 2007

Los polos tardarían "al menos" mil años en fundirse con las temperaturas actuales

Con los conocimientos actuales acerca del clima no se puede aún predecir qué va a pasar en el futuro, lo que sí se puede afirmar, según el geólogo Carlo Alberto Ricci, es que los polos "no se van a fundir en 50 años; al menos tardarían mil años en hacerlo si la temperatura sigue aumentando".

"Es evidente que la Tierra se está calentando pero aún no sabemos la magnitud de dicho calentamiento", ha asegurado el geólogo y presidente del European Polar Board, quien cree que la Tierra podría estar pasando "simplemente" por un ciclo de calor que puede acabar en cualquier momento.

Hasta 1970 la temperatura en el planeta descendía y, a partir de ese momento, ha ido en aumento, pero "no se sabe si es una tendencia o es solo un fenómeno momentáneo", según Ricci, que viajó a Madrid esta semana para pronunciar una conferencia en CosmoCaixa sobre el cambio climático y su influencia en los polos.

"En la Edad Media hubo una época de calor similar a la actual seguida de la denominada pequeña Edad de Hielo entre 1600 y 1700, lo que indica que hay variaciones en el clima del planeta que ocurren en miles, cientos o sólo decenas de años", ha dicho Ricci.

Todos estos datos y muchos más han sido obtenidos gracias al análisis y estudio del hielo de los polos que son "archivos de la historia de la Tierra", en palabras del geólogo italiano, quien lleva décadas investigando acerca de las regiones polares.

"En los polos podemos rastrear el clima del último millón de años", ha asegurado el investigador, ya que en el hielo se encuentran encerradas partículas que indican la composición de la atmósfera y el comportamiento del clima.

Ciclo de 100.000 años

A través del programa europeo EPICA, en el que Ricci participa, se ha extraído hielo de un millón de años de antigüedad y gracias a él se ha sabido que en este periodo de tiempo se han dado cambios climáticos en ciclos de 100.000 años.

En los últimos 8.000 años de la Tierra, en los que se ha desarrollado la civilización humana, ha habido cambios de varios grados de temperatura en periodos de menos de un siglo, según ha explicado el presidente del European Polar Board. "La variación de 2 o 3 grados que se está dando en la actualidad podría explicarse en base a los ciclos climáticos pero los grandes cambios en la atmósfera no son corrientes y nunca se habían dado antes", ha dicho.

Ricci, que es presidente de la Comisión Italiana para la Antártida, confía que en el marco del Año Polar Internacional, que dio comienzo en el 2007 y concluirá en el 2009, se pueda avanzar en el estudio y conocimiento de las regiones polares y, por tanto, del comportamiento de la Tierra.

El profesor de la Universidad de Siena (Italia) prevé que en unos 10 o 15 años se habrá profundizado algo más en el estudio de los polos y se sabrá mucho más sobre el clima terrestre. "A través de los polos podremos saber qué causó los cambios climáticos en el pasado y cómo va a cambiar el clima en el futuro pero aún es pronto", ha añadido.

Fuente: El Periodico.