Sábanas que ahuyentan mosquitos, calcetines que regeneran la piel, tresillos que se iluminan de noche, camisetas que protegen del sol, alfombras que detectan tu presencia, bragas antihongos...
La crisis de la industria textil es casi tan antigua como la agrícola, pero quizá detrás de ella lo que hay es una permanente evolución tecnológica para encontrar, más allá de la moda, soluciones a las necesidades de la gente. Si no se puede competir con China, India y Vietnam en la producción de ropa, las soluciones son diseño y tecnología. En los últimos años aparecieron trajes que no se planchan ni se mojan y anoraks con botones para el iPod. Pero la investigación va más allá. Varios institutos textiles españoles van detrás de los tejidos del futuro, y sus aplicaciones al consumo. Aunque muchos ya se comercializan, con otros se sigue investigando. Su hallazgo supondría algo así como el santo grial femenino: las bragas anticelulitis.
Hay sábanas que ahuyentan mosquitos. También hay sábanas anti-estrés "que mejoran la calidad del sueño un 78%. Su tjido tecnológico neutraliza las cargas electroestáticas que el cuerpo acumula durante el día. Por medio de su toma de tierra, las elimina por la noche", asegura Eduardo Aznar, director de Aznar Textil.
La compañía, con 127 años en el sector, fabrica las sábanas Zazen (una postura de relajación Zen) desde hace un año. Son útiles para "personas con estrés, fatiga mental, cansancio, contracturas musculares y otras dolencias que afectan al sueño". Su precio oscila de 61 a 77 euros,
según el tamaño. Como la mayoría de sábanas, admite plancha y secadora y sus efectos son permanentes: "La innovación se encuentra en el hilo tecnológico utilizado por urdimbre y trama, y a la toma de tierra que ayuda a eliminar las cargas", explica Aznar.
Hay tejidos técnicos y tejidos inteligentes. O una mezcla de ambos. En 2003, el 20% del textil europeo era técnico. Dos años después, el 33%. Para 2010 se espera que el 20% de las telas técnicas que fabricará Europa (el primer exportador de tejidos y el segundo en confección) usará nanomateriales.
Los tejidos técnicos tienen funciones que van más allá de las características de la tela. Por ejemplo, los monos de bebé con propiedades antibacterianas y que, además, protegen de los rayos ultravioletas. Son de la colección Rafife baby, cuestan de ocho a diez euros y se venden en tiendas de puericultura desde 2008. "El tejido, desarrollado con fibra de bambú, tiene un factor de protección 60", explica Jesús Espí, gerente de Ramón Espí.
Estímulos externos
Los tejidos inteligentes, con componentes electrónicos, químicos o encapsulados,
responden a estímulos externos y transportan datos y energía. Son materiales diseñados para actuar con cierto efecto y de forma controlada. Sus aplicaciones se pueden trasladar a cualquier ámbito: de la aeronáutica (radiadores textiles que se integran en el asfalto para evitar su congelación), a la alimentación (telas termocromáticas que cambian de color por efecto del calor, y sirven para controlar la cadena de frío), pasando por la salud y el alto rendimiento deportivo. "Los emplean principalmente empresas ajenas al sector textil tradicional (moda, hogar). Por motivos tecnológicos y de coste hay productos smart que tardan años en llegar al gran público", asegura Ferran Soldevila, director de innovación de Cetemmsa (Mataró). Este centro tecnológico centra sus desarrollos en química, electrónica y nuevos materiales, como los que tienen "memoria de forma" y que han alumbrado "los pantalones que no se planchan", explica Soldevila.
De sus laboratorios han salido guantes o prendas de abrigo que se calientan. Con batería incorporada, "pueden calentar un día entero". Mochilas lumínicas y tiendas de campaña con energía fotovoltaica cuyo interior se ilumina sin enchufarlas a la corriente. Y camas clínicas con antiácaros que, "mediante sensores en el colchón, detectan si el enfermo permanece demasiado tiempo con la misma postura y puede padecer llagas".
Esta misma semana han visto la luz unos calcetines que regeneran la piel "gracias a las propiedades del chitosan 2", explica Javier Lurbe, responsable de mercadotecnia del fabricante de prendas técnicas para el deporte desde 1991, Lurbel. Se venderán en tiendas de deporte, ortopedias y parafarmacias. No pierden cualidades por el lavado.
Desde Aitex, el centro tecnológico de Alcoy creado en 1985, también han salido fibras biodegradables; tejidos de menor peso y espesor que reducen la pérdida de espacio al insonorizar un local o vehículo y alfombras capaces de detectar presencia, aún en desarrollo. "El objetivo es conseguir que la alfombra actúe como un sensor sin cambiar su proceso de fabricación, salvo en el tipo de cola empleada, que es conductora. De la detección se encarga un condensador que, al presionarlo, deforma la alfombra, y se comporta como un sensor de presencia", explica Sonia Luengo, de La Salle, que ha participado en el proyecto.
Las innovaciones también inciden en la reducción de costes de producción. Por ejemplo, en el centro textil andaluz, Citta, ultiman el visor 3D de moda. "Con la herramienta se ven las prendas en tres dimensiones a partir de los patrones originales, su efecto de caída y el movimento de cada tejido. Como se puede variar su composición hasta obtener el resultado esperado, reduce el coste del diseño de las colecciones porque evita fabricar prototipos". El servicios, explica Manuel Mérida, del departamento de proyectos, "se ofrecerá en breve desde el centro a las empresas interesadas".
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