Pueden sudar, sangrar, orinar, respirar, sufrir un infarto, reconocer un centenar de fármacos e incluso llorar y quejarse cuando caen en manos de un cirujano poco hábil, pero nunca interpondrán una demanda por un error médico contra un facultativo negligente. Son los nuevos pacientes de látex, el último avance en materia de simulación médica avanzada.
Estos muñecos de plástico, que forman parte en realidad de un complejo sistema informático, están ganando terreno día a día en la sanidad española, ya que, a juicio del pediatra Antonio Rodríguez Núñez, del Servicio de Críticos y Urgencias Pediátricas del Hospital Clínico Universitario de Santiago, "evitan muchos errores en pacientes reales".
Aunque desde sus inicios la medicina se ha servido de distintos modelos con fines docentes, la nueva generación de simuladores avanzados supone un importante salto cualitativo, ya que permiten reproducir casos clínicos reales, con medición de todas las variables en tiempo real, incluyendo el pulso, la respiración, o incluso la reacción del organismo a un determinado fármaco o a una maniobra concreta de reanimación.
Los alumnos, que pueden ser estudiantes, médicos en formación o especialistas que buscan obtener mayor destreza, son supervisados por un instructor que analiza la evolución de las intervenciones y que posteriormente, gracias a la grabación en vídeo de todo el proceso, hace posible que los errores no se repitan luego en pacientes reales.
Con este instrumento, los médicos tratan de emular a otros profesionales, como los pilotos aéreos o de Fórmula 1, que trabajan horas y horas en simuladores antes de enfrentarse a la situación real. De hecho, una de las virtudes del sistema radica en que "los médicos pueden sentir la misma presión que si se tratara de un caso real", señala Jorge Vilaplana, director de Laerdal España, uno de las principales empresas fabricantes."La simulación es uno de los pilares de la seguridad del paciente", explica por su parte Rodríguez Núñez, que participó la semana pasada, en la Escuela Gallega de Administración Sanitaria (Fegas), en el primer curso de simulación médica avanzada en cuidados intensivos pediátricos celebrado en España. De hecho Galicia es una de las comunidades donde, a raíz de su uso por el servicio de urgencias 061, este instrumento está más implantado.
"El muñeco se programa para emular casos que han ocurrido en la realidad; frente a la simulación clásica, que era inanimada, estos muñecos tienen un alma: los datos que van remitiendo al ordenador", agrega el experto.
Aire en las venas
Para este especialista, las funciones más útiles que presentan estos maniquíes son las de respiración y circulación sanguínea, que suelen funcionar gracias a un sistema de aire comprimido. En el primer caso, el muñeco puede respirar, por ejemplo, como un asmático o una persona con neumonía, mientras que en el segundo los alumnos se pueden topar con cambios en el pulso o la tensión arterial, o incluso con problemas en el corazón que pueden requerir la aplicación de distintas medidas, como la administración de fármacos o el choque eléctrico.
Pese a que cada uno de estos muñecos, junto con su equipamiento, puede costar hasta 100.000 euros en el caso de los modelos más avanzados, los expertos no dudan de que dentro de poco todos los hospitales tendrán uno.
"Es una herramienta de capacitación que no tiene límites; es el futuro", sostiene el responsable del proyecto de simulación avanzada de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria, Luis Sánchez Santos.
"Lo que aprendes de un error no lo olvidas nunca y si el error lo cometes sobre el látex, no le va a pasar nunca al paciente de carne y hueso", concluye el especialista.
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