El almacenamiento de dióxido de carbono (CO2) en depósitos geológicos se disuelve en su mayor parte en las aguas subterráneas. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo multidisciplinar de científicos que ha investigado en nueve almacenamientos naturales de CO2 en tres continentes distintos, según publica hoy en su principal artículo la revista Nature.
La captura y almacenamiento de CO2 es una de las alternativas que busca la industria mundial para evitar la emisión de este gas producido en la quema de combustibles fósiles, causante prioritario del cambio climático.
La investigación, liderada por Stuart Gilfillan, de la Universidad de Edimburgo, concluye que el CO2 se disuelve en el agua subterránea en una proporción del 82%, mientras que el resto, combinado con calcio o magnesio, da lugar a formaciones rocosas carbonatadas de calcita, dolomita o magnesita y, en ocasiones, aragonito.
La investigación pretende conocer la evolución del CO2 inyectado en formaciones geológicas profundas o en antiguos yacimientos de gas o petróleo, a lo largo de los siglos. Para ello han estudiado nueve de estos yacimientos naturales de CO2 en EEUU, Europa y China.
En siete de ellos han descubierto que la disolución del gas de efecto invernadero ha sido en agua con un grado de pH de entre 5 y 5,8. En los dos restantes el gas se ha fijado en rocas ricas en sílice, bajo formas de minerales carbonatados.
Los nueve yacimientos tenían edades comprendidas entre 10.000 y 42 millones de años, y en ningún caso han mostrado señales de fugas del CO2.
No obstante, Stuart Gilfillan, se muestra cauto: «Para el almacenamiento es esencial conocer hacia dónde se dirigen las aguas subterráneas y si no vuelven a surgir a la superficie».
Estos surgimientos de agua y CO2 existen en numerosos puntos del planeta y devuelven a la atmófera el gas que contienen. Precisamente una fotografía de un geiser en Utah, EEUU, es la que ilustra la portada de Nature.
No hay comentarios:
Publicar un comentario