El cáncer es una enfermedad compleja y misteriosa, con muchos tipos distintos de causas y tipos. Los investigadores aún tratan de rastrear los efectos ambientales que pueden llevar a la enfermedad, como forma de determinar la probabilidad de desarrollar cáncer a partir de lo que uno come o dónde vive. Un artículo recientemente publicado en The International Journal of Astrobiology observó los datos de muerte por cáncer de todo el mundo durante los últimos 140 años, y encontró una fuerte correlación entre las muertes por cáncer y la cantidad de rayos cósmicos emitidos por el Sol.
En un artículo titulado,Correlation of a 140-year global time signature in cancer mortality birth cohorts with galactic cosmic ray variation por el Dr. David A. Juckett del Instituto de Investigación Barros de la Universidad Estatal de Michigan, demostró que la cantidad de muertes por cáncer a escala global era mayor cuando los rayos cósmicos procedentes del Sol eran más numerosos.
El estudio miró los datos disponibles de muerte por cáncer de los Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá y Nueva Zelanda de los últimos 100-140 años. Estos datos fueron comparados con la cantidad de rayos cósmicos recibidos del Sol durante el mismo periodo, tomando para el análisis muestras de núcleos de hielo tomadas de Groenlandia y la Antártica.
El Dr. Juckett demostró que cuando la cantidad de actividad de rayos cósmicos se incrementaba, el número de gente que moría de cáncer era mayor. Existen dos picos de actividad cósmica durante el periodo, alrededor de 1800 y de 1900, y un punto bajo alrededor de 1860. Las muertes totales debidas a cáncer fueron, no obstante las mayores en 1830 y 1930, y las menores en 1890.
Existe un lapso de 28 años entre la presencia incrementada de rayos cósmicos y el incremento de muertes por cáncer. No es tan simple como que una persona que se exponga a los rayos cósmicos muera inmediatamente después por desarrollar un cáncer. Entra en juego lo que se conoce como el “efecto abuela”; los rayos cósmicos dañan realmente las células germen de uno de los padres mientras el padre aún está en el útero de la abuela.
“La abuela tendría que haber estado expuesta a radiación – a la cual está todo el tiempo – mientras está embarazada de la madre del individuo afectado. Lo que esto implica básicamente es que, durante un tiempo sensible del embarazo, la radiación de fondo constante puede causar cambios químicos justo en la célula y hebra de ADN adecuadas para llevar a un futuro cáncer. La radiación de fondo provoca daños de muy bajo nivel durante todo el tiempo a células aleatorias del cuerpo, pero algo significativo para las células germinales llevaría a todo el organismo a portar finalmente tal daño (o predisposición”, dijo el Dr. Juckett.
Por lo que el padre aún está expuesto a los rayos cósmicos mientras aún se desarrolla como un feto, y este daño surge entonces como cáncer en los hijos del padre, pero no pasa más allá.
La tendencia entre el incremento de los rayos cósmicos y las muertes por cáncer fue un efecto global, pero hay lugares en la Tierra donde la magnetosfera bloquea más rayos cósmicos que en otros. Aproximadamente a 10° N del ecuador, pasan mejor rayos cósmicos que en ningún otro lugar de la Tierra debido a que el camino a través de la magnetosfera de la Tierra bloquea las partículas energéticas del Sol.
La gente de las latitudes del polo norte y sur están más expuestas a esta radiación del Sol, por tanto los ratios de muerte por cáncer eran mayores en estas regiones que cerca del ecuador. De media, la oscilación en las muertes por cáncer fue de entre un 10-15% durante el periodo del estudio.
Cualquier buen científico te dirá que la correlación no implica necesariamente una causa; el incremento de rayos cósmicos encaja bien con el incremento de muertes por cáncer en este periodo temporal, pero podría haber otras razones para este incremento.
El Dr. Juckett advierte, “Por supuesto, podría teorizarse sobre otras explicaciones. Las aproximaciones epidemiológicas estándar dividirían los casos individuales por factores de riesgo (por ejemplo, fumadores, contaminación ambiental, dieta, edad de menarquía, historia familiar, etc.). Sólo cuando no existe correlación con estas se tienen en cuenta otras hipótesis como los rayos cósmicos. Desgraciadamente, hay que observar datos de 100 años para tendencias a largo plazo este tipo de información generalmente no está disponible. Lo que parece cierto es que las oscilaciones comunes de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Australia sugieren una señal de entorno global de algún tipo. Esto limita un poco las cosas (por ejemplo, efectos de la radiación solar, efectos de los rayos cósmicos, contaminación global)”.
Es importante estudiar los efectos de los efectos de los rayos cósmicos y otros tipos de radiación en los seres humanos, cuando nos aventuremos fuera del campo magnético protector de la Tierra al espacio. Los largos viajes del espacio expondrían a los astronautas a este mismo tipo de radiación durante largos periodos de tiempo, por lo que tomar precauciones para protegerlo tiene sentido.
¿Qué podemos hacer para protegernos a nosotros mismos de este tipo de radiación en la Tierra?
“No puedo pensar en que nadie pueda hacer algo para protegerse de la propensión heredada. No obstante, el cáncer es un proceso de múltiples pasos. Aún se requiere que ocurran otras “mutaciones” aleatorias durante la vida. Aún se necesita una vida sana. En otras palabras, reducir la exposición a toxinas, radiación, y lesiones. Finalmente, las huellas bioquímicas de cambios posibles heredades pueda descifrarse y entonces podría ser posible probarlo”, dijo el Dr. Juckett.
No hay causa para la alarma, sin embargo; los rayos cósmicos son sólo el 20-30% de la radiación de fondo a la que estamos expuestos cada día, y son una causa mínima de cáncer en comparación con otros efectos ambientales como fumar.
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