Algunos personajes de las películas como Terminator o la Mujer Biónica usan ojos biónicos para hacer un zoom de las escenas que suceden a lo lejos, muestran datos útiles superpuestos a su campo de visión, o recrean puntos de mira virtuales. Fuera de la pantalla, se han propuesto estos dispositivos virtuales para propósitos más prácticos, como las de ayudas a la visión de las personas con minusvalías, paneles de control holográficos para conducir, e incluso como una forma de poder navegar por la red mientras se va por ahí.
El dispositivo que lograra hacer todo esto podría ser muy familiar. Ingenieros de la Universidad de Washington (UW) han usado por primera vez técnicas de fabricación a escala microscópica para combinar una lente de contacto que sea al mismo tiempo biológicamente segura y flexible, y que incorpore un circuito electrónico impreso e iluminación.
“Observando a través de una lente completada, podrías ver lo que el visor está generando de forma superpuesta al mundo exterior”, comenta Babak Parviz, profesor asistente de ingeniería eléctrica en la UW. “Este es un pequeño paso hacia ese objetivo, pero creo que es extremadamente prometedor”. Harvey Ho, antiguo estudiante de graduado de Parviz que en la actualidad trabaja en los laboratorios nacionales de Sandía en Livermore (California), ha presentado hoy los resultados en la conferencia internacional sobre microsistemas electromecánicos organizada por el Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica (IEEE). Otros coautores son Ehsan Saeedi y Samuel Kim del departamento de ingeniería eléctrica de la UW, y Tueng Shen del departamento oftalmológico del centro médico de la UW.
Existen múltiples utilidades posibles para estos visores virtuales. Los conductores o pilotos podrían ver la velocidad del vehículo proyectada sobre el parabrisas. Las compañías de vídeojuegos podrían usar las lentes de contacto para sumergir completamente a los jugadores en un mundo virtual, sin restringir por ello su libertad de movimientos. Y en cuanto a las comunicaciones, la gente que viajase podría navegar por internet a través de una pantalla virtual que flotase en medio del aire y que solo ellos fueran capaces de ver.
“La gente podría encontrarle toda clase de aplicaciones en las que ni siquiera hemos pensado. Nuestro objetivo es demostrar que la tecnología básica puede funcionar y asegurarnos de que lo hace correctamente y de forma segura”, comenta Parviz, que dirige al grupo multidisciplinar en la UW que desarrolla las lentes de contacto electrónicas.
El dispositivo prototípico contiene un circuito eléctrico, así como diodos emisores de luz para el visor, aunque aún no lo han probado en humanos. Las lentes se han probado en conejos durante períodos de hasta 20 minutos, y los animales no han mostrado efectos adversos.
Idealmente, colocarse o quitarse el ojo biónica debería ser tan fácil como ponerse o sacarse una lente de contacto normal, y una vez colocada el portador no debería percibir que el dispositivo está ahí, comenta Parviz.
Construir estas lentes fue todo un reto porque los materiales que son seguros para su uso corporal, como la materia orgánica flexible que se emplea en las lentes de contacto, son delicadas. Fabricar circuitos eléctricos, sin embargo, implica el uso de materiales inorgánicos, temperaturas elevadas y compuestos químicos tóxicos. Los investigadores fabricaron los circuitos a partir de capas de metal de solo unos pocos nanómetros de grosor (apenas una milésima del grosor de un cabello humano) y construyeron los diodos emisores de luz con una longitud de un tercio de milímetro. Luego rociaron el polvo grisáceo de los componentes eléctricos en el interior de una lámina de plástico flexible. La forma de cada diminuto componente dicta que piezas se pueden conectar entre si, una técnica de microfabricación conocida como auto-ensamblado. Fuerzas capilares, el mismo tipo de fuerza que mueve el agua a través de las raíces de una planta, y que hace que el reborde superior de un vaso repleto de agua se curve hacia arriba, coloca las piezas en posición.
El prototipo de la lente de contacto no corrige la visión del portador, pero la técnica podría emplearse sobre lentes correctoras, afirma Parviz. Y todos sus utensilios no obstruirán la visión de la persona.
“Existe un gran área fuera de la parte transparente del ojo que puede usarse para ubicar la instrumentación”, comenta Parviz. Las futuras mejoras añadirán comunicación sin cables hasta y desde las lentes. Los investigadores esperan dotar de energía al sistema empleando una combinación de radio-frecuencia y células solares ubicadas en la propia lente, comentó Parviz.
Habrá que esperar aún para contar con un dispositivo plenamente funcional, pero una versión mucho más básica, con un visor de unos pocos píxels, podría estar operativa “muy rápidamente”, según afirmó Parviz.
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