Aun en la época de Gore-Tex y otros textiles hechos con alta tecnología, es posible que no haya una mejor capa protectora para resistir los elementos y proteger el cuerpo que aquella de un insecto.
Durable, pero flexible y ligero, el esqueleto exterior fuerte que protege la mayoría de insectos indudablemente ha ayudado a asegurar su éxito evolutivo y gran abundancia. Ahora, científicos con el Servicio de Investigación Agrícola (ARS) y sus colegas han descubierto cuáles de los genes del escarabajo son responsables de producir su esqueleto exterior impresionante.
Richard Beeman, un entomólogo en el Centro de Investigación del Mercadeo y la Producción de Grano mantenido por ARS en Manhattan, Kansas, colaboró con Karl Kramer, quien es un investigador retirado del ARS, y los investigadores de la Universidad Estatal de Kansas en descubrir que hay solamente tres genes que dirigen el proceso complejo.
Un gen estimula la producción de la cutícula exterior, llamada el dermatoesqueleto, mientras otro gen incita una enzima a comenzar la construcción de la cutícula que forra los intestinos del insecto. El tercer gen termina el proceso, causando que el esqueleto exterior se endurezca a una armadura protectora, protegiendo el insecto contra heridas, infección y desecación.
Los hallazgos, algunos de los cuales fueron publicados en una edición reciente de 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias), podrían estimular el desarrollo de nuevos métodos de control de insectos sin la utilización de productos químicos.
Para servir como su modelo, los investigadores escogieron un insecto muy estudiado: el escarabajo rojo de la harina (Tribolium castaneum). Este escarabajo del color herrumbre es bien conocido en el sector de grano por sus invasiones costosas en los cereales y nueces almacenados.
Beeman ya ha acumulado información genética extensa sobre el insecto. Sus mapas genéticos del escarabajo y los hallazgos de sus colegas, en combinación con la información reciente sobre la secuencia del genoma del escarabajo, proveyeron el fundamento para el estudio reciente.
Usando una técnica llamada interferencia de ARN, los investigadores incapacitaron ciertos genes para determinar cuáles fueron involucrados en sintetizar la materia quitinosa que forma el esqueleto exterior de los insectos.
Ellos sabían que habían identificado uno de los genes claves cuando, después de inactivarlo, la cutícula de los escarabajos de la investigación se quedó blanca y blanda. No se bronceó y endureció como debería.
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