Fuente: HispaMp3.
Un neurólogo de California develó cómo afecta el cerebro una curiosa forma de demencia que parece afectar a la creatividad.
Si Rod Serling todavía estuviera vivo escribiendo los episodios de Dimensión desconocida, seguramente se hubiera interesado en la historia de Anne Adams, una científica canadiense convertida en artista, que murió el año pasado a causa de un extraño trastorno mental. Tras estudiar matemática, química y biología, la doctora Adams dejó su carrera de profesora y científica teórica en 1986 para comenzar a pintar.
"Anne estaba en su estudio de 9 a 5 todos los días", dijo su marido, Robert Adams, matemático retirado. En 1994, la doctora Adams sintió fascinación por la música de Maurice Ravel y pintó Desentrañando el Bolero, obra que tradujo la música a una forma visual.
El doctor Bruce Miller, neurólogo y director del Centro de la Memoria y el Envejecimiento de la Universidad de California en San Francisco, publicó recientemente en la revista Brain un estudio que explica cómo la enfermedad mental que padeció Adams, además de Ravel, puede dar lugar al surgimiento de talentos artísticos.
Ravel compuso El Bolero en 1928, cuando tenía 53 años y comenzaban a evidenciarse los signos de su enfermedad en los errores de escritura, tanto en su música como en sus cartas. El Bolero alterna entre dos temas melódicos principales; los repite ocho veces en los 340 compases, con volumen e instrumentación crecientes. "El Bolero es un ejercicio de compulsión, estructura y perseverancia -dijo Miller-. Aumenta sin cambiar de clave hasta el compás 326. Entonces, se acelera hacia el colapso final."
Adams pintó un rectángulo vertical por cada compás del Bolero . La transformación del sonido en una forma es clara y estructurada. La altura corresponde al volumen; la forma, a la calidad de la nota y el color, al tono. Los colores se mantienen unidos hasta el cambio de clave en el compás 326, donde un grupo de figuras rosadas y anaranjadas anuncian la conclusión.
Miller explicó que Ravel y Adams sufrían las primeras etapas de una extraña enfermedad llamada demencia frontotemporal (FTP, según sus siglas en inglés) cuando hicieron ambas obras. La enfermedad alteró los circuitos de su cerebro: cambió las conexiones entre sus partes anterior y posterior, y los dotó de una creatividad inusual.
Remodelación cerebral
"Estamos acostumbrados a pensar que la demencia ataca el cerebro de manera difusa -opina Miller-. Es incorrecto. Ahora nos damos cuenta de que cuando unos circuitos específicos se dañan o se desintegran, pueden llegar a causar o liberar actividad en otras áreas. Es decir, si una parte del cerebro funciona mal, otra parte puede remodelarse y volverse más fuerte."
Por eso, algunos de estos pacientes desarrollan habilidades artísticas cuando las áreas frontales del cerebro declinan y las posteriores toman el control.
Desde 1997 hasta su muerte, Adams se sometió periódicamente a estudios cerebrales, lo que les permitió a sus médicos vislumbrar los cambios. "En 2000 tuvo problemas para encontrar las palabras -dijo su marido-. Aunque era una matemática dotada, no podía sumar números de un dígito."
Para entonces, los circuitos del cerebro de Adams ya se habían reorganizado. Las áreas frontales del lenguaje mostraban atrofia. Pero mientras tanto, ciertas áreas de la parte posterior del cerebro, utilizadas para el procesamiento visual y espacial, se habían fortalecido.
Cuando el cerebro de los artistas se daña en la parte posterior derecha, pierden su capacidad de ser creativos, sostiene Miller. La historia de Anne Adams es al revés. Su caso y otros sugieren que los artistas en general exhiben una dominancia de esta parte del cerebro.
En un cerebro sano estas áreas se dedican a integrar percepciones multisensoriales. Colores, sonidos, sensaciones táctiles y espacio son entrelazados de maneras novedosas. Pero suelen estar inhibidas por la dominancia de la corteza frontal. Cuando se liberan, surge la creatividad.
Miller ha sido testigo de cómo pacientes con FTD se convertían en talentosos diseñadores de paisajes, pianistas, pintores y otras artes creativas mientras su enfermedad continuaba progresando.
La doctora Adams continuó pintando hasta 2004, cuando no pudo sostener más el pincel.
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