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viernes, 27 de febrero de 2009

Hallan en Perú un fósil de un ave con dientes de más de diez millones de años

Fuente: adn.es.

Un fósil de un ave con dientes, de más de diez millones de años de antigüedad, fue encontrado en el desierto de Ica, unos 300 kilómetros al sur de Lima, revela hoy el diario Perú 21.

No es el esqueleto completo del ave, sino su cráneo, de unos 40 centímetros de longitud, con un enorme pico alargado que cuenta con proyecciones óseas similares a dientes.

Según su descubridor, el paleontólogo Mario Urbina, es el cráneo más completo encontrado en el mundo de la especie conocida como "pelagortínidos".

Estas aves, que poblaron el mundo entre el Paleoceno Medio (hace 60 millones de años) y el Plioceno (hace tres millones), tenían una envergadura de hasta seis metros, y para retomar el vuelo tenían unos huesos con paredes delgadas y espacios llenos de aire que les permitían aligerar su peso.

Sin embargo, esas características han hecho que sea imposible encontrar esqueletos completos de los "pelagortínidos", de ahí que el hallazgo de este cráneo sea excepcional.

El cráneo va a ser exhibido durante una semana, a partir de mañana, en el Museo de Historia Natural, dentro de las actividades por el 91 aniversario de creación de este museo.

lunes, 23 de febrero de 2009

Pulmones de ave permitían volar a reptiles de 250 kilos

Fuente: Publico.

Levantar 250 kilos con un simple batir de alas no parece tarea sencilla. De hecho, los paleontólogos habían llegado a dudar de que los enormes pterosaurios podían tener una envergadura de 10 metros pudiesen volar. Ahora, un estudio publicado en PLoS ONE por científicos de EEUU y Reino Unido aporta una nueva prueba que explica el improbable vuelo de estos reptiles.

Según el artículo, una de las clave del vuelo de estos animales del Mesozoico (vivieron hace unos 200 millones de años) se encuentra en su sistema respiratorio. Un análisis comparativo con escáner de fósiles de estos animales con otros seres extintos y algunos aún vivientes permitió deducir que los pterosaurios tenían bolsas de aire repartidas por todo el cuerpo que conectaban con los pulmones.

Este sistema, además de hacer que estos reptiles no fuesen tan pesados como su tamaño podría indicar, les proporcionaba un sistema respiratorio más eficiente. Las bolsas de aire, unidas a los pulmones, servirían como sistema de bombeo para introducir y expulsar oxígeno al ritmo de los movimientos del vuelo del animal. Este sistema explicaría cómo podía hacer frente el pterosaurio a las exigencias energéticas de elevar un cuerpo tan grande. Otra de las características que favorecerían la capacidad de volar de los pterosaurios son los huesos huecos.

Los investigadores también mencionan en su artículo que las bolsas de aire estarían conectadas con un sistema neumático integrado bajo la piel que se podría inflar para cambiar la forma de las alas según las necesidades.

El sistema respiratorio de los pterosaurios descrito en el artículo de PLoS está presente en las aves de hoy en día, pero ellas lo desarrollaron 70 millones de años después de que lo hiciera este gigantesco pionero del vuelo.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Las aves viajan por 'autopistas' de viento

Fuente: El Mundo.

Desde la antigüedad, al ser humano le han fascinado las migraciones de los pájaros. Eran una señal del cambio de estación y una manifestación de los misterios de la naturaleza.

Ahora los científicos están empezando a desentrañarlos al dar con las claves que permiten a ciertas aves recorrer enormes distancias y al explicar las rutas aparentemente extrañas que eligen. La clave está en el viento, según un estudio que publica la revista científica de referencia PLoSONE.

El artículo es obra de investigadores españoles, adscritos a la Universidad de Extremadura, al Real Jardín Botánico-CSIC y a la Universitat de Barcelona, que han conseguido una demostración matemática de cómo el viento condiciona las grandes rutas migratorias de las aves en su trazado y calendario. Los pájaros usan unas llamadas 'autopistas de viento' con entrada y salida e, incluso, periodo de funcionamiento.

Las autopistas de viento son objeto reciente de investigación. En 2004, un equipo de investigadores españoles fue portada de la revista Science al demostrar que el viento determina la distribución geográfica de especies. Lo hicieron estudiando 1.800 especies de musgos, líquenes y helechos presentes en 27 localidades del Hemisferio Sur y comprobando que lugares alejados 8.000 kilómetros tenían más organismos comunes que otros prácticamente vecinos.

El patrón de distribución venía marcado por lo que llamaron 'autopistas de viento', rutas de corrientes de aire que enlazan lugares distantes y aíslan a otros y determinan el extraño reparto de especies entre ellos. En aquel estudio de 'Science' se demostró que las esporas y fragmentos de plantas viajaban miles de kilómetros a lomos del viento por el sur del planeta.

Ahora, dos miembros del equipo que realizó aquella investigación, Ángel Felicísimo (Universidad de Extremadura) y Jesús Muñoz (Real Jardín Botánico, CSIC) se han unido a un especialista en aves, Jacob González-Solís (Universitat de Barcelona), para seguir estudiando esas autopistas de viento.

Como explica Jesús Muñoz, "queríamos conocer más a fondo las autopistas de viento, pero es imposible técnicamente seguir a una espora". Hacía falta algo que ayudara a trazarlas, y el modelo resultó ser la pardela cenicienta ('Calonectris diomedea'), un ave experta del maratón aéreo.

Con 800 gramos de peso, viaja cada año desde sus colonias de cría en el Atlántico Norte hasta el sur de África, recorriendo un total de 11.000 kilómetros. Para ello da, un extraño rodeo de 3.000 kilómetros adicionales por Brasil en lugar de volar en línea recta.

Surfeando sobre el aire

Un desvío parecido, pero por el Atlántico Norte, hacían los marinos portugueses desde el siglo XV para sortear la franja de calmas ecuatoriales que impide remontar a vela la costa de África. Obtener ese conocimiento de navegantes costó no pocas vidas de exploradores. ¿Conocen ese secreto las pardelas?, se preguntaban los investigadores.

Otro motivo para elegir a estas aves fue que para volar surfean sobre el aire que las olas empujan delante de sí. Y como el viento es el que genera esas olas, los investigadores usaron los datos del satélite que mide sus características -el QuikSCAT de la NASA- para ver si seguían autopistas de viento entre Canarias y el sur de África.

El trabajo comenzó con la colocación de geolocalizadores a algunas decenas de pardelas para conocer las rutas concretas que seguían. Según el ornitólogo González-Solís, responsable de esa parte del estudio, éste se ha podido realizar gracias a avances técnicos con los que antes no se contaba. En primer lugar están los satélites que miden los vientos, que existen sólo desde hace unos años y ofrecen datos de una exactitud impensable antes.

Por otro lado, se ha ganado en la miniaturización de los geolocalizadores. Los que González-Solís colocó a las pardelas tenían 10 gramos: "Hace unos años eran de 100 gramos y era imposible colocárselos a una pardela sin impedirle volar", afirma.

Ahora, tras analizar los vientos oceánicos día a día medidos por satélite y tras compararlos con las localizaciones de las aves, los autores han encontrado que la antes incomprensible ruta era exactamente la más eficaz para dejarse llevar por los vientos en la época de migración. Otras más cortas supondrían grandes costes de energía al volar contra vientos desfavorables.

El segundo resultado del trabajo fue algo que los científicos no esperaban encontrar al iniciarlo, y es que ese viaje no puede realizarse en cualquier momento, ya que existe una invisible puerta temporal un poco al norte del Ecuador que está cerrada durante meses por la existencia de calmas o vientos contrarios. Sólo cuando comienzan los vientos favorables las pardelas viajan al sur.

Las técnicas empleadas permitirán seguir investigando cuándo y por donde se desplazan las especies y cómo han podido colonizar otras áreas en función del viento. Y eso sirve tanto para las aves, las esporas de hongos del trabajo anterior como para cualquier agente patógeno. De ello se pueden sacar aplicaciones prácticas en el tratamiento contra organismos indeseados, apuntillan desde el Real Jardín Botánico.

"No es un trabajo sobre pardelas, sino sobre todo lo que se mueve en el Atlántico, desde semillas o partículas hasta patógenos", explica el ornitólogo González-Solís.

Pero además de las implicaciones del trabajo en otras áreas, para muchas personas está la fascinación por las aves. Sabido es que los aviones que vuelan de Europa a América trazan una ruta muy al norte para coger el chorro de vientos fríos que circula en dirección oeste a cierta latitud y así ahorrar combustible. Por lo visto, las aves no tienen nada que envidiar a los pilotos de aerolíneas... ni a los marinos del rey Enrique el Navegante de Portugal.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Descubren que los pájaros pueden ver el campo magnético terrestre

Fuente: Novedades Cientificas.

Un nuevo estudio realizado por biólogos de la Universidad de Oldenburg en Alemania asegura que los pájaros pueden “ver” el campo magnético de la tierra.

Para llegar a esta conclusión observaron que mientras algunos mecanismos están siendo utilizados por los pájaros para navegar, como por ejemplo las células sensibles al magnetismo incluidas en sus picos, las regiones del cerebro responsables de la visión están en funcionamiento al 100%. Es decir, si observamos el cerebro de un pájaro durante la orientación magnética, sólo el sistema visual es altamente activo.

Henrik Mouritsen, co-autor del estudio, asegura que pueden "ver" literalmente el campo magnético terrestre para orientarse mientras realizan la migración, generalmente por la noche, como la mayoría de aves migratorias. Además, los investigadores descubrieron previamente unas moléculas llamadas cryptochromos, en las retinas de los ojos de los pájaros migratorios que varían su química en presencia de un campo magnético.

Pese a este gran descubrimiento, los autores aseguran que todavía existen grandes incógnitas para acabar de comprender el mecanismo exacto utilizado por las aves migratorias.

lunes, 10 de septiembre de 2007

El hallazgo de un dinosaurio en Mongolia reta algunas hipótesis sobre el origen de las aves

Fuente: El Mundo.

RAFAEL BARQUÍN

MADRID.- Una especie de dinosaurio encontrada en Mongolia demuestra que algunos de los antecesores de los pájaros eran animales pequeños mucho antes de que 'levantaran' el vuelo. El dinosaurio, denominado 'Mahakala omnogovae', tan sólo tiene 70 centímetros de altura. Su descripción y las implicaciones del hallazgo constituyen el cuerpo de un artículo publicado en el último número de 'Science'.

En 1861, dos años después de que Charles Darwin publicara su conocida obra 'El origen de las especies' se encontró en Solnhofen, Alemania, el fósil de un dinosaurio de pequeño tamaño que parecía tener plumas. Recibió el nombre de 'archaeopteryx' (de 'archaeo', antiguo, y 'pteryx', pluma). Entonces el hallazgo suscitó el debate entre creacionistas y evolucionistas, pues planteaba la posibilidad de que las aves hubiesen evolucionado a partir de los dinosaurios.

El 'archaeopteryx' era un animal pequeño, lo que no es casual. Volar exige mucha energía y, por tanto, mucho alimento. De ahí que no esté al alcance de los animales grandes. El descubrimiento de varios 'dinosaurios emplumados' de gran tamaño fue consolidando la idea de que la miniaturización fue una de las últimas etapas del proceso evolutivo que llevó a algunos dinosaurios a convertirse en aves.

Un ejemplo es el 'beipiaosaurus', un dinosaurio de 2,2 metros de largo, que fue encontrado en China. Cubriendo su cuerpo se encontraron 'protoplumas', estructuras filamentosas similares a pelos. Obviamente, con semejante tamaño este animal no podía volar; pero podría ser un buen antepasado de 'algo' que sí lo hiciera. 'Archaeopteryx', 'beipiaosaurus' y otros 'dinosaurios emplumados' habrían evolucionado de un ancestro común denominado 'protoave'; que también sería el antecesor de las aves.

Pero el descubrimiento realizado en Mongolia por un equipo de investigadores estadounidenses podría cambiar esta visión de los hechos. El análisis filogenético de 'Mahakala omnogovae' (o 'Honey', miel, como le llaman sus descubridores) demuestra que se trata de una especie 'basal' de 'dromeosaurio'; es decir, se encuentra en el origen mismo de esta familia de dinosaurios, que es muy cercana a la de las aves.

Dicho de otro modo: 'Mahakala omnogovae', alias 'Honey', es una especie de dinosaurio muy cercano a las 'protoaves'. Por tanto, la miniaturización no habría sido una etapa final del proceso que llevó a los dinosaurios hacia las aves.

Un aspecto sobre el que los investigadores inciden es que hubo bastantes dinosaurios que evolucionaron por agrandamiento de las 'paraves'. De hecho, al menos cuatro dinosaurios multiplicaron enormemente su tamaño con respecto a aquéllas. Tres serían dromeosaurios; es decir, 'hermanos evolutivos' de 'Honey'.

jueves, 5 de julio de 2007

El gigantesco planeador de la pampa argentina

MADRID.- Es el ave más grande que jamás surcó los cielos de la tierra, y lo hizo fundamentalmente en la pampa argentina hace unos seis millones de años. Ahora, gracias a la ayuda de unos complejos modelos informáticos y de los fósiles hallados en varios lugares de Argentina, los científicos han logrado reconstruir informáticamente el vuelo del 'Argentavis magnificens', el cóndor gigante.

Los restos de esta ave prehistórica fueron hallados por científicos argentinos en 1979 en Salinas Grandes, en la Pampa argentina. Son los Argentavis magnificens, unas aves gigantes de la familia de los Teratónidos que se desarrollaron y esparcieron por América y Australia durante el Mioceno.

Según los fósiles que se han encontrado, llegaban a medir unos ocho metros de envergadura, algo considerado excesivo para un ave voladora, aunque según han demostrado ahora unos científicos del Museo de Historia Natural de Los Ángeles sí que lo hacía, aunque su fuerte era el planeo.

Para llevar a cabo sus demostraciones, los investigadores han utilizado un software inicialmente pensado para helicópteros, calculando los parámetros de vuelo en función de los huesos encontrados del Argentavis, y tomando como referencia dos conocidos algoritmos habitualmente usados en aviación. Los resultados, que esta semana publica la revista 'Proceedings of the National Academyu of Sciences, muestran que a pesar sus poderosos pectorales, el gigantesco cóndor habría sido incapaz de levantar vuelo sólo batiendo las alas.

Sin embargo, el ave era un planeador de alto rendimiento capaz de extraer la máxima energía posible de su ambiente aéreo, con un radio de vuelo de unos 30 metros, lo suficientemente corto para que pudiera mantenerse en vuelo gracias a las corrientes termales, que le podrían llevar hasta las planicies donde podría cazar con menos dificultades.

Y es que todo en estas aves prehistóricas era de un tamaño descomunal. A su envergadura hay que sumar su peso, aproximadamente 100 kilos, y un tamaño similar al de una avioneta Cessna 152. Medía 3,50 metros desde el pico hasta la cola, 2,50 metros de alto, y sus plumas alares medían un metro cada una. Sólo superado por los reptiles Quetzacoatl de la familia de los pterosauridos.

Fuente: El Mundo.

viernes, 11 de mayo de 2007

El pingüino que perdió la brújula

Un pingüino patagónico dejó atónitos a los científicos al aparecer en uno de los puntos más desérticos de la costa peruana, 5.000 kilómetros al norte de su hábitat natural.

El ejemplar solitario de pingüino de Magallanes abandonó las frías aguas antárticas del sur de Chile, que tienen una temperatura marina de unos 8 grados centígrados, y viajó hasta la Reserva Nacional de Paracas, donde el mar alcanza los 14 grados.

La comunidad científica ha venido mostrando preocupación porque el calentamiento global traiga confusión en los patrones migratorios de las especies, aunque en este caso las evidencias indican que el pingüino, simplemente, se perdió.

Sin embargo, científicos del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA) de Perú emprenderán un monitoreo especial de la fauna en las costas peruanas para detectar otros posibles casos de migración desde aguas chilenas.

El camino de vuelta

El espécimen de Spheniscus magellanicus, después de todo, tuvo suerte.

o encontró un pescador que se percató de que el animal presentaba una herida en el ala derecha, y lo entregó a los guardaparques de la Reserva Nacional de Paracas, quienes lo curaron y acogieron.

El ave, de unos 2 kilos de peso y 48 centímetros de altura, permanece en proceso de rehabilitación y una vez que se recupere se devolverá a las aguas para que inicie su camino de regreso, según informa la página electrónica del INRENA.

Patricia Saravia, bióloga de la Reserva Nacional de Paracas, destaca que el pingüino fue hallado en plena etapa de muda (recambio de pluma), por lo que se supone que permaneció varias semanas en Perú antes de ser encontrado.

El pingüino de Magallanes se parece a su pariente el pingüino de Humboldt (Spheniscus humboldti) que habita en las costas de Paracas.

No obstante, los expertos estiman que los pingüinos locales podrían no estar felices con la presencia entre ellos del viajero sureño y someterlo a una situación de "aislamiento", por lo cual la mejor opción es hacer que vuelva cuanto antes a su entorno natural.

Fuente: BBC Mundo.