PACO REGO
El visionario. De no ser por la neumonía que lo llevó a la tumba, seguramente hoy estaría festejando el hallazgo del nuevo planeta. Un mundo lejano y capaz, en principio, de dar cobijo a la vida tal y como ésta se entiende en la Tierra. El sueño confesado de Carl Sagan, aquel astrónomo y divulgador flacucho que en los 80 nos paseaba de noche en noche por el universo a través de la televisión. Cosmos se llamaba la maravilla contada por el visionario americano. Creía no sólo en la existencia de otros mundos sino de otras vidas más allá de la nuestra.
Quien ahora anuncia el descubrimiento de las tierras soñadas por Sagan es la cazadora de planetas Debra Fischer, astrónoma de la San Francisco State Uversity, cuyo equipo ha encontrado un suelo desconocido. Y la estrella que lo alumbra «es muy parecida a nuestro sol. Tiene aproximadamente la misma masa y edad», explicaba entusiasmada el pasado martes a la prensa mundial. Porque este sol, al que los científicos se refieren como Cancri 55, no es otro que el que da calor -¿y quizás vida?- a un nuevo mundo. De hecho, gira, precisamente, dentro de las llamadas órbitas de Ricitos de Oro, una zona muy alejada del sistema solar -a 41 años luz (un año luz equivale a 9,46 billones de kms.), una distancia relativamente cercana en medidas astronómicas- pero potencialmente habitable. Y ese es su valor. Son ya cinco los planetas (incluido el de ahora) detectados alrededor de esta enigmática estrella.
«Por fin sabemos que nuestro sol y su familia no es algo inusual. Muestra que la Vía Láctea contiene miles de millones de sistemas. Y sospechamos que alguno esconde un planeta como la Tierra», en palabras del también astrónomo Geoff Marcy, coautor del hallazgo y profesor de la Universidad de California en Berkeley.
«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais», decía el replicante Roy Batty, refiriéndose a su aventura por el cielo de Orion. La de nuestros astrónomos, más pacífica que la vivida por el fornido parricida de Blade Runner, comenzó hace 18 años con una meticulosa observación de 2.000 soles. Ya se sabía que fuera de nuestro sistema, y girando en torno a estrellas de todo tipo, hay un número casi incalculable de exoplanetas. Sólo en la Vía Láctea, nuestra galaxia, existen 200.000 millones de soles, y se conocen más de 100.000 millones de galaxias. De modo que sería ridículo creer que la Tierra es el único lugar del universo con vida.
Por eso cuando se descubren planetas del tamaño del nuestro o más grandes, como el hallado ahora, la pregunta que todos se hacen es obvia: ¿habrá vida en ellos? El misterio y las especulaciones vienen de épocas remotas. Lucrecio, en el siglo I a. C., por ejemplo, ya hablaba de la existencia de seres semejantes a nosotros en otros lugares del firmamento. Y Plutarco (siglo I) también admitía su presencia en el universo. Creencias, todas ellas, en ocasiones muy criticadas aunque casi siempre por motivos religiosos. Pues, con las matemáticas en la mano, resulta cada vez más difícil pensar que los humanos somos los únicos seres inteligentes del universo.
Existe, de hecho, una fórmula -ideada por el astrónomo californiano Frank Drake- que permite calcular el número más probable de civilizaciones extraterrestres. Y aunque con mayor o menor fortuna -algunos ponen en duda los razonamientos utilizados por Drake-, lo cierto es que a partir de esta fórmula se han realizado todo tipo de especulaciones. Por ejemplo, Carl Sagan opinaba que sólo en nuestra galaxia deben existir aproximadamente un millón de civilizaciones parecidas a la nuestra o más avanzadas que ella. Sin embargo, otros creen que se trata de una apreciación demasiado optimista. Como el físico Luis Ruiz de Gopegui, ex director de programas de la NASA en España, quien considera que «la inteligencia humana es algo tan extraordinariamente singular que probablemente sea irrepetible», cuenta en su libro Mensajeros cósmicos. Dice más: «Estadísticamente no es arriesgado afirmar que si existen muchos sistemas solares en nuestra galaxia, también tendrán que existir muchos planetas con condiciones semejantes a las del nuestro. Pero sí lo es creer que todas las condiciones que se dieron en la Tierra durante los primeros 150 millones de años de su historia se pueden volver a repetir».
Lo que ahora tratan de vislumbrar los astrónomos es si el nuevo mundo descubierto -con una masa 45 veces mayor que la de la Tierra- reúne las condiciones necesarias para albergar formas de vida. No importa si allí hay o no seres inteligentes. Buscan agua en forma líquida y bacterias. Nada, al parecer, está perdido para los científicos. «Podría ser concebible la vida en la superficie de una luna que orbite el planeta, pero semejante luna sería demasiado pequeña para ser detectada con los métodos actuales», opina Debra Fischer.
«Es un auténtico milagro que el hombre haya aparecido. Y sería un milagro mucho más grande que la larga serie de improbabilidades que conduce al ser humano se hubiera repetido en cualquier otro lugar del universo», palabras del biólogo alemán Ernst Mayr, el Darwin del siglo XX.
CLAVESOTROS MUNDOS LEJANOS
Desde 1995 se conoce la existencia de 230 planetas extrasolares. / Cien de ellos fueron detectados a través del telescopio espacial Hubble. / Están, en su mayoría, formados por gases de hidrógeno y helio. / Su tamaño es de 100 a 1.000 veces mayor que el de la Tierra. / El más pequeño tiene temperaturas entre 204 y 361 grados.
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