África ha regalado una nueva joya a los científicos para justificar su rango como cuna de la humanidad, un título que le otorgó Charles Darwin. A orillas del lago Turkana, en el árido norte de Kenia, un equipo internacional de investigadores ha descubierto las huellas más antiguas conocidas de un hominino –grupo que engloba a humanos, chimpancés y sus ancestros– que hace un millón y medio de años ya caminaba con pies de estructura y funcionamiento similar a los del Homo sapiens.
El hallazgo que hoy publica Science se ha producido en la región de Koobi Fora, un auténtico parque temático de restos fósiles que no ha dejado de rendir piezas del puzzle humano desde que comenzó a excavarse hace cuatro decenios bajo los auspicios de Richard Leakey, miembro prominente de un famoso clan de paleoantropólogos anglo-kenianos. Su madre, Mary, descubriría 10 años más tarde las huellas más antiguas de un hominino en Laetoli (Tanzania), un grupo de pisadas cuya edad se estima en 3,75 millones de años.
Campamento de verano
En 2005, un equipo de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey (EEUU) comenzó a excavar uno de los yacimientos de Koobi Fora en 2005 bajo la dirección de John W. K. Harris. El codirector del estudio, Matthew Bennett, geólogo de la Universidad británica de Bournemouth, explica a Público que "primero se encontraron huellas de animales". El equipo excavó dos niveles de sedimento arenoso datados entre 1,51 y 1,53 millones de años. "En 2006 aparecieron las primeras pisadas de homininos", prosigue Bennett, "y el número de huellas aumentó drásticamente al año siguiente". Parte del éxito se debe a la participación de los equipos de estudiantes que cada verano integran la Escuela de Campo, una iniciativa coordinada por Rutgers y los Museos Nacionales de Kenia.
En total, se hallaron tres hileras de huellas en un nivel, además de otro grupo de dos pisadas y el rastro aislado de un pie más pequeño en un segundo nivel, cinco metros más abajo. Fue entonces cuando entró en acción la tecnología empleada por Bennett para escanear las huellas y digitalizarlas. "En comparación con los métodos tradicionales, es una técnica extraordinariamente potente, ya que nos permite realizar un análisis informatizado y reproducir moldes sólidos de las huellas empleando polímeros", dice Bennett.
Pies modernos
Para determinar qué homininos imprimieron sus huellas en el barro de Koobi Fora, "se compararon con las de Laetoli y con pisadas de la población local", explica Bennett. Los investigadores descubrieron que los pies eran "anatómicamente modernos", con un puente pronunciado y un dedo gordo próximo a los demás y alineado con el eje del pie, a diferencia del de los simios, más separado y en ángulo para trepar a los árboles. El patrón del paso es similar al de los humanos actuales y distinto del de los simios. Todo ello diferencia a estas huellas de las de Laetoli, atribuidas a un bípedo –el bipedalismo se remonta a seis millones de años– pero más simiescas, tal vez de un primitivo Australopithecus.
"Sabíamos entonces que las huellas debían pertenecer a una de las tres especies que convivían entonces en la zona: Paranthropus boisei, Homo habilis [ambos más primitivos] o bien H. erectus (o su forma temprana, H. ergaster)", dice Bennett. El geólogo concluye: "Lo que las huellas nos dicen sobre su masa corporal y altura apunta a los erectus", un hominino de gran estatura –sus huellas igualan en tamaño a las de un humano adulto actual– que fue, según se cree, el primer antepasado humano que abandonó la cuna africana en busca de otros territorios.
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