La más prometedora de las estrategias de la medicina del futuro, la terapia génica, se está poniendo al servicio de uno de los objetivos más deseados por médicos e investigadores de todo el mundo: que la infección por VIH pase de poder controlarse a conseguir ser eliminada por el organismo. En definitiva, que el virus del sida se pueda curar.
El internista español y especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Pensilvania (EEUU) Pablo Tebas está detrás de uno de los primeros ensayos clínicos autorizados en el mundo para, mediante la modificación de un gen, intentar que el VIH no acabe con las defensas del organismo humano.
La estrategia que Tebas va a probar en humanos ya ha funcionado con éxito en el laboratorio, en un trabajo de un equipo de investigadores de la misma universidad que publicó sus resultados en junio pasado en la revista Nature Biotechnology.El investigador español recuerda que, para acoplarse a las células T CD 4 + (un tipo de linfocito), el VIH necesita dos vías: los receptores CD 4 y el correceptor CCR5. Hace alrededor de 10 años se descubrió que algunas personas en Europa, entre el 1% y el 3% de la población tenía mutado ese correceptor. "A efectos prácticos, es como si no lo tuvieran", señala el especialista. Al contrario de lo que se pudiera deducir, esos individuos no presentan, ni mucho menos, ningún problema inmunológico pero sí una peculiaridad: por mucho que entren en contacto con el VIH, éste no consigue entrar en sus linfocitos CD4. Son, en definitiva, inmunes a la infección más devastadora de los últimos años.
El equipo dirigido por el director de Investigación Translacional de la Universidad de Pensilvania, Carl June, teorizó con la posibilidad de eliminar de las células la secuencia de ADN que codifica el gen CCR5 y, de este modo, inutilizarlo, imitando a la mutación que presenta de forma natural un pequeño porcentaje de individuos.
Sin el gen
La teoría se hizo realidad gracias a la tecnología de Sangamo BioSciences: un tipo de proteína que, una vez dentro de la célula, es capaz de buscar una secuencia de ADN determinada [en este caso, donde se expresa el CCR5] y cortarla. Tras la eliminación, la célula se vuelve a juntar y queda igual que antes, pero sin expresar el gen. June consiguió, en un tubo de ensayo, que células CD4 se hicieran resistentes al VIH.
Otra circunstancia allanó el camino hacia el ensayo clínico en humanos. A principios de 2008, un hematólogo alemán no especializado en VIH contó en un congreso el caso de un paciente seropositivo al que había sometido a un trasplante alogénico de una persona genéticamente similar pero no idéntica de células madre para curarle de la leucemia que padecía. El especialista alemán seleccionó un donante que presentaba la mutación en el gen CCR5. Casi dos años después de la innovadora estrategia, el paciente no sólo se había curado de su leucemia sino que, además, sus nuevas defensas, generadas de las células madre recibidas en el trasplante, no admitían el VIH de su cuerpo. Se trata del primer caso documentado de curación del VIH, ya que el paciente no necesita medicación antirretroviral.
Tebas explica que, tras este buen resultado, cabría pensar en la posibilidad de hacer un trasplante de este tipo a todos los seropositivos. Sin embargo, lo descarta de inmediato: el trasplante alogénico tiene, más allá del coste, importantes riesgos para el paciente, como la enfermedad injerto contra huésped, en la que el organismo rechaza las células madre que no son suyas.
Sin embargo, recuerda Tebas, para tratar la leucemia también existen los trasplantes autólogos, en los que se extraen células madre de la médula del propio enfermo para, a continuación, eliminar sus defensas con radioterapia y quimioterapia y volverlas a introducir. ¿Qué pasaría si esas células madre fueran modificadas en laboratorio para borrar su CCR5?
El ensayo en fase I que comienza ahora persigue probar en humanos esa teoría. Esta primera fase sólo estudiará la seguridad y no persigue curar a los participantes. Los 12 voluntarios, que se reclutarán "en uno o dos meses" serán, la mitad, seropositivos de entre 35 y 45 años que hayan fracasado con dos tratamientos antirretrovirales. Los otros seis serán personas a las que sí les funcione su terapia, que se les interrumpirá de forma estructurada pero no definitiva.
"El santo grial que buscamos es que se pueda hacer un trasplante autólogo a todos los seropositivos", subraya Tebas. La participación en el ensayo apenas supone molestias para los pacientes, a los que se extraerán 10.000 millones de CD4. "Aunque suene a mucha cantidad, supone menos del 2% del total", comenta. Una vez modificados genéticamente se les volverán a inyectar.
Si esta primera fase sale bien, la técnica se probará en personas infectadas con el VIH que requieran de un trasplante autólogo por sufrir otras enfermedades, como la leucemia. Si también funcionara, la generalización de la estrategia se podría plantear. Lo más interesante de este ensayo es, a juicio de Tebas, lo que se puede aprender de él: "El modelo se podría exportar a otras enfermedades, a cualquiera que estuviera mediada por la sobreexpresión de una proteína", concluye.
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