Fuente: IBL News.
Los humanos podríamos prescindir de uno de cada 200 de nuestros genes, ya que se ha descubierto que su desactivación no tiene ningún efecto en la salud.
Así lo afirma hoy un equipo de científicos del Wellcome Trust Sanger Institute (Reino Unido) en la revista especializada "The American Journal of Human Genetics".
Los investigadores, dirigidos por Bryndis Yngvadottir, llegaron a esa conclusión cuando trataban de demostrar los efectos que la pérdida de genes tienen en el bienestar y la evolución del ser humano.
El equipo estudió unas pequeñas variaciones genéticas, llamadas polimorfismos de nucleótido único (SNP, en sus siglas en inglés), en el ADN de más de 1.000 individuos.
En concreto, se centró en aquellos SNP sin sentido, que afectan a la síntesis de proteínas: originan moléculas más cortas y en ocasiones dejan de producir las sustancias.
Los científicos descubrieron que 167 genes se habían desactivado por SNP sin sentido y que ese tipo de variaciones son bastante frecuentes en los individuos: las personas que participaron en el estudio portaban de 29 a 65 polimorfismos sin sentido.
"Sabíamos que estas mutaciones existían y que muchas se han asociado con enfermedades genéticas, pero nos quedamos asombrados al descubrir que eran tan comunes en la población general", explica Yngvadottir.
Pero las sorpresas no terminaron ahí.
Los científicos creían que esos cambios sin sentido en el material genético produciría numerosos efectos perniciosos en el ser humano.
Sin embargo, esa presunción se desmontó cuando descubrieron que las variaciones de ambas copias cromosómicas de 99 de los 167 genes analizados no tenían consecuencias negativas en la salud del individuo portador de las mutaciones.
El ADN del ser humano contiene unos 20.000 genes, lo que significa que uno de cada doscientos genes es "prescindible".
De los 167 genes con SNP sin sentido localizados, 8 aparecen en la base de datos que enumera las mutaciones causantes de enfermedades.
Los resultados sugieren que ese tipo de mutaciones, aunque a veces son dañinas, generalmente tienen pocas consecuencias para el individuo y pueden incluso ser beneficiosas en términos evolutivos.
Este es el caso del gen MAGEE2, cuyo SNP sin sentido es provechoso para la salud de los individuos de Asia Oriental.
"Sin embargo, la investigación sugiere que, en general, la pérdida de genes no ha sido la principal fuerza evolutiva: nuestro genoma no parece tener prisa para deshacerse de estos genes superfluos", apunta otro investigador, Chris Tyler-Smith.
A pesar de ello, Yngvadottir apunta que algunos genes tienden a perderse de forma preferente, como por ejemplo aquellos relacionados con el olfato.
"Quizá a los primeros humanos no les gustaba el olor de sus compañeros y por eso, cuando empezaron a vivir en grandes comunidades, la pérdida de esos genes contribuyó a aumentar sus oportunidades de encontrar el amor verdadero, al no olerlos", bromea el experto.
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