Fuente: Clarin.
Algunos grupos humanos adquirieron una capacidad genética extra para hacer enzimas que descomponen los almidones, en un moderno ejemplo de evolución que podría ayudar a a comprender la obesidad y la diabetes, dijeron investigadores.
Quienes consumen muchas féculas, como estadounidenses y japoneses, tienen más ejemplares del gen AMY-1, que instruye a las células para hacer una cantidad extra de amilasa, enzima que descompone alimentos como el pan y las papas, según un estudio publicado en "Nature Genetics".
El gen AMY-1 se encuentra en una región del genoma donde el número de ejemplares del gen varía, dependiendo de la dieta de la población. La capacidad de hacer más amilasa puede haber ayudado a los humanos a extraer más eficientemente calorías de los alimentos y sobrevivir a las hambrunas: un rasgo menos útil en el mundo moderno, donde niveles altos de azúcar en sangre pueden significar mayor riesgo de diabetes tipo 2, dijo Nathaniel Dominy, uno de los autores del estudio.
"Con dietas ricas en féculas y azúcar, esa eficiencia para digerir los almidones podría ejercer excesiva presión sobre el páncreas para que produzca insulina", elevando los niveles de azúcar en el torrente sanguíneo, dijo Dominy. La fécula, una combinación de dos hidratos de carbono complejos, se encuentra principalmente en semillas, frutas, tubérculos, raíces y meollos de tallos de plantas como el maíz, las papas, el trigo y el arroz.
Tener más ejemplares de un gen a menudo significa que una persona puede producir más de cierta proteína, con consecuencias para la salud y las enfermedades. El número de ejemplares de un gen "puede influir en la variación de trazos físicos y la susceptibilidad a enfermedades complejas", dijo el principal autor del estudio, George Perry, de la Arizona State University. Un estudio previo mostró que las personas con un número diferente de ejemplares del gen CCL3L1 corren un mayor riesgo de infección por VIH, dijo Perry.
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