El 31 por ciento de la población mundial vivirá en 2025 con "estrés hídrico", término que define la situación en la que el agua "empieza a ser un bien escaso", según apunta Alex Pires, miembro de la Cátedra UNESCO de Sostenibilidad de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), en base a cálculos de la ONU.
Pires, que es de origen brasileño, explicó en una entrevista concedida a Efe que el estrés hídrico se produce "cuando el índice de explotación del agua supera el 50 por ciento", es decir cuando se consume más de la mitad del agua que recibe una región concreta como resultado de las precipitaciones.
España tiene un índice de explotación hídrico del 41,3 por ciento -el de Israel es del 98 por ciento-, si bien existen "grandes desigualdades entre la España seca y la húmeda", remarcó Pires, ya que mientras en Galicia o el País Vasco el índice se sitúa entre el 3 y el 5 por ciento, en otras zonas como la cuenca de los ríos Júcar o Segura está por encima del 100 por 100.
Esto quiere decir que se están "agotando las reservas", porque "se utiliza más agua de la que cae", y el experto en gestión sostenible se muestra cauto en cuanto al futuro, ya que, señala, "cuando hay demasiada gente buscando un recurso que escasea se producen conflictos".
Pires ha organizado el primer congreso mundial celebrado en Barcelona sobre gestión sostenible del agua, con la participación de 38 expertos de once países, en el que se ha discutido la necesidad de crear un "marco general para la gestión integrada de cada una de las cuencas hidrográficas", así como su "seguimiento independiente".
La ONU advierte en los informes trienales que realiza el Programa Mundial de Naciones Unidas de Evaluación de recursos hídricos (WWAP) de que 50.000 personas mueren al día por enfermedades que transmite el agua, y que 2.400 millones no disponen de sistemas adecuados de saneamiento.
Además, 1.100 millones de personas no disponen de veinte litros de agua diarios, una situación que, según Pires, se "complica" por culpa del cambio climático y hace más difícil aún "el cumplimiento de los Objetivos del Milenio", aunque "la tendencia general es de mejora".
Una de las claves para conseguir una gestión sostenible del agua es reutilizarla y en la medida de lo posible depurarla con el mínimo gasto posible de energía o productos químicos, a la vez que conseguir la inclusión del "componente social", es decir, que la sociedad "participe" y no se trate de "proyectos impuestos".
Ejemplo de ello es la ejecución de algunos trasvases, de los que Pires dice que "cada uno es diferente", aunque en todo caso se muestra contrario a aquellos que se proyectan "para atender usos no prioritarios o que no se preocupan por cómo quedará la calidad y la ecología del río donante".
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