En plena hora punta en el metro puede que no perciba el aroma más embriagador flotando en el ambiente. Pero quizá el problema no esté en sus compañeros de vagón, sino en sus genes y en la forma en la que percibe el olor. Científicos de las universidades Rockefeller y Duke (EE.UU.) han descubierto que un único gen es capaz de determinar la forma en la que una persona percibe el olor corporal.
El hallazgo explicaría por qué el sudor de una persona puede evocar -para algunos- un olor agradable y dulce, similar al de la vainilla, y para otros ser tan fuerte y desagradable como el que desprende la orina. O pasar desapercibido, como si la transpiración fuera inodora.
La clave de estas percepciones tan extremas ante un mismo aroma parece estar en las variaciones genéticas de un único receptor oloroso llamado OR7D4. Estos cambios alteran la percepción de la androstenona, una feromona presente tanto en el sudor de hombres como de mujeres. Es la primera vez que un receptor humano del olor se asocia a la experiencia y sensibilidad olfativa de un individuo. Los detalles de este descubrimiento se presentan hoy en la edición digital de la revista «Nature».
Para su experimento, los investigadores probaron 400 receptores conocidos, según su respuesta a 66 olores. Y combinaron estos resultados con la experiencia de más de 300 voluntarios a los que se sometió a una «cata» de esos 66 aromas en diferentes concentraciones. A los participantes se les preguntó cómo los percibían, si eran aromas agradables y cuál era la intensidad de cada fragancia. Después tomaron una muestra de su sangre para aislar su ADN. El equipo de la Universidad de Duke utilizó el ADN de cada voluntario para secuenciar el gen que codifica al receptor de OR7D4. De esa manera, pudieron comprobar cómo las variaciones en ese gen dirigían la sensibilidad más o menos extremo hacia la androstenona.
Algunos encontraban el olor agradable, otros desagradable e incluso para un grupo era neutra. «El olor puede ser un signo social muy importante pero también lo que es llamativo para algunos, para otros pasa desapercibido», explicó Andreas Keller, de la Universidad Rockefeller.
El secreto de la androstenona
La función de la androstenona en los humanos aún no se comprende bien. Aunque algunos mamíferos, entre ellos los cerdos, recurren a ella para enviar potentes señales que favorecen sus relaciones sexuales. Existen algunos estudios que también han advertido este efecto excitante entre los humanos. La androstenona actuaría como una señal química que modificaría el humor o los niveles hormonales para favorecer las relaciones de pareja. Incluso se especula con que esta feromona modifique los estados de ánimo.
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