Fuente: La Vanguardia.
Diez meses después de que su nuevo disco, El tren de los momentos,viera la luz comercial, el cantante Alejandro Sanz (Madrid, 1968) lo presenta finalmente en Barcelona. La cita es mañana (Palau Sant Jordi, 21 h) en la que será su primera presencia en la ciudad después de tres años. En una gira que le acerca a veintitrés ciudades españolas convertidas en verdaderos baños de masas, Sanz estará arropado por un macrogrupo que funciona como un brillante metrónomo. Metido en múltiples complicaciones extramusicales (divorcio de Jaydy Mitchell; reconocimiento de un hijo de ya cuatro años; chantaje de un antiguo mayordomo colombiano con tribunales estadounidenses de por medio, asidua comidilla en las telebasuras de todo olor y color), la estrella del pop-rock suspendió durante dos meses su gira mundial por prescripción médica.
- Defina el concierto que se podrá ver en su tren particular.
- Bueno, ya me han advertido de que no hable mucho de trenes en Barcelona porque me parece que la cosa aquí ahora mismo está un poco chunga. Mi tren es de otro tipo; es un viaje de dos horas en el que vas viendo desde la ventanilla toda una serie de paisajes, imágenes y recuerdos. Estará centrado en el último disco y, luego, haré un recorrido por todas aquellas canciones que el público pide.
- Fue una obra que usted fue escribiendo prácticamente en el estudio de grabación. ¿El directo también revela ese trazo biográfico que parece desprenderse del álbum?
- Es diferente; no se trata de hacer un recorrido biográfico, aunque es inevitable que te acabes desnudando a nivel sentimental, reflexivo, íntimo, sin defensas. El disco es muy orgánico, di mayor importancia a la improvisación que a la técnica.
- Sus recientes avatares personales, ¿afectaron el contenido de la obra, o el modo de encarar una gira que se intuye que es trascendental en su carrera?
- No, claro que no. Todo ese eco mediático no hace grande ni pequeño a un músico, a un creador, que es lo que yo humildemente intento ser. Las cuestiones personales han de quedar a un lado y tu carrera en el otro.
- Pero las cosas parece que sí le afectan. Hubo preocupación cuando suspendió no hace mucho su gira por EE. UU. durante dos meses.
- No había cuento; me diagnosticaron depresión secundaria por estrés. Llegó un momento en que tenía tantas cosas en la cabeza y en la agenda que acabó por afectarme psíquicamente. Entonces decides ponerte en manos de especialistas y, por primera vez en tu vida, te tomas el asunto en serio. Por fin he aprendido a pensar en mí mismo. Mi error ha sido anteponer todo lo profesional a mi vida personal, familiar y sentimental.
- ¿Hace caso a los médicos?
- Hago todos los deberes. Todas las recomendaciones - entre otras, escribir al comienzo de cada día lo que vas a hacer; organizarte la vida por horas; verbalizar e intentar cambiar los defectos de tu carácter, que los tengo y muchos…- las cumplo a rajatabla. Son muy útiles.
- Usted ha sido crítico sobre la coyuntura musical española. Denunció la piratería, cuestionó la industria, vaticinó el final de un modelo; ¿cuál es su diagnóstico actual?
- En España lo que no falta es creatividad, que la hay y por un tubo. Lo que sí ha fallado, de manera muy grave y con poca capacidad de reacción, es la industria discográfica. Lo de la crisis musical, que es cierta para la mayoría de músicos, no tiene que ver tanto con fenómenos como la piratería sino con que los que durante años han vivido como mariscales no se han enterado de qué va la película.
- Se refiere a las multinacionales, ¿no?
- La gran industria discográfica española se ha devorado a sí misma, y eso suele pasar cuando hay más avaricia que talento y amor al arte. Quienes decidían se dedicaban a pulirse unos presupuestos brutales con promociones absurdas y gastos inconfesables; todo menos invertir en producto nuevo, todo menos arriesgarse. Y eso coincide en un momento en que el modelo del negocio va cambiando radicalmente y los hábitos de consumo ya no tienen nada que ver con los del pasado. Me da la sensación de que todos esos grandes ejecutivos jamás tuvieron una relación directa con el consumidor, no tenían ni idea de lo que la gente quería.
- ¿Ve algún cambio de actitud?
- Creo que aún queda mucho por hacer en las grandes discográficas de este país. Ahora mismo se sigue sustituyendo a los responsables artísticos por simples gestores, todavía no apuestan decididamente por el talento y se conforman con lanzar un producto fácil, barato y sin ningún interés, como recopilaciones, enésimos grandes éxitos y cosas por el estilo.
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