«Cuando tengo una necesidad, intento resolverla». La necesidad de Antonio Vilar, un biólogo coruñés, era enseñar a andar a su hija sin que su espalda se resintiera. La solución que ideó es un aparato diseñado para que los bebés den sus primeros pasos de manera natural y anatómica y para que los padres eviten posturas incómodas. «Para enseñar a mi hija usaba el método de siempre de cogerla por las manos y agacharme, pero pensé: ''Si voy a estar así mes y medio, voy listo''. De repente se me ocurrió. Dibujé el andador y en una tarde lo fabriqué en plástico con unas ruedas que tenía por ahí zapateadas», explica Vilar.
Así nació el Niniwalker, nombre con el que bautizó su idea en honor a su musa, su hija Inés, Nini . El aparato es la mar de sencillo: un bastón de aluminio con un manillar en su extremo superior para que el adulto lo agarre, una parte curva para que la cabeza del niño no choque con el tubo, un manillar en el medio para que el bebé se agarre y dos ruedas en la parte inferior. «Es una extensión del brazo del padre», explica su creador.
Vilar asegura que el Niniwalker es más seguro que los andadores tradicionales (tacatacas y correpasillos) porque con el suyo el niño siempre va acompañado. Además, es plegable, funciona en todo tipo de terreno (asfalto, césped, arena) y agiliza el aprendizaje porque los paseos son más largos.
La opinión de los pediatras
«Lo que más me preocupaba era el veredicto de los pediatras», reconoce Vilar. Pasó la prueba: «Contacté con varios y, tras examinarlo, me dijeron que les parecía un buen invento». De hecho, él prefiere llamarlo preandador porque así lo denominó el doctor Ebrí, traumatólogo y uno de los mayores especialistas españoles en ortopedia infantil. «Según Ebrí, está aconsejado incluso para niños con retardo al andar o problemas psicomotores», dice Vilar.
El caso es que, cada vez que este coruñés llevaba su Niniwalker al parque con su hija, el invento llamaba tanto la atención de los otros padres que todos le preguntaban dónde lo había comprado. «Ahí vi que tenía posibilidades comerciales y que tenía que patentarlo para que no me lo copiasen», señala. Mejoró el diseño y los materiales y lo envió a Alicante, donde está el laboratorio de referencia para probar juguetes y artículos infantiles. Tras un riguroso examen, su andador logró el marcador de la UE. Luego lo registró como modelo de utilidad, logró la patente nacional y ahora tramita la internacional y negocia el desembarco del Niniwalker en las tiendas: «Algunas distribuidoras ya me han dicho que podría fabricarse en China por dos duros, pero yo no quiero hacerlo así. Mi filosofía es intentar fabricarlo en España para evitar la deslocalización y generar empleo aquí. Y si puedo hacerlo en Galicia, mejor».
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