La sequía que sufrió el Amazonas en 2005 llevó a esta región del planeta a dejar de absorber 2.000 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2) y a expulsar a la atmósfera otros 3.000 millones de toneladas del gas al que se achaca el cambio climático. El impacto total de la sequía -5.000 millones de toneladas- excede las emisiones anuales de Europa y Japón juntas. Durante las últimas décadas, los científicos calculan que los bosques tropicales de todo el mundo han captado una quinta parte de las emisiones globales de combustible fósil. Pero en 2005 ese proceso se invirtió en la selva del Amazonas.
"Durante años, el Amazonas ha ayudado a ralentizar el cambio climático, pero depender de este subsidio de la Naturaleza es muy peligroso", ha asegurado el doctor Oliver Philips, catedrático de la Universidad de Leeds y director de la investigación que publica la revista Science. El estudio demuestra por primera vez que la sequía provoca pérdidas masivas de carbono en los bosques tropicales, principalmente a través de la mortalidad de los árboles.
"Si los sumideros de carbono de la Tierra disminuyen, o se invierten, que según muestran nuestros resultados es posible que ocurra, los niveles de dióxido de carbono aumentarán incluso más rápido. Para estabilizar nuestro clima se necesitarán reducciones más drásticas de las emisiones", ha señalado.
El estudio, en el que colaboraron más de 40 instituciones, analizó la grave sequía que sufrió el Amazonas en 2005, que invirtió décadas de absorción del carbono. Los científicos querían analizar cómo sería el clima de la región con un Atlántico Norte tropical más caliente, que podría provocar estaciones secas más calurosas e intensas. "Muchos de los bosques aparecieron poco afectados por la sequía, pero nuestros registros prueban tasas de mortalidad aceleradas. En una región tan extensa, pequeños efectos ecológicos pueden llegar a provocar un gran impacto en el ciclo de carbono del planeta", ha señalado Philips. "Algunas especies, entre ellas importantes palmeras, fueron especialmente vulnerables", ha señalado Abel Monteagudo, botanista peruano coautor del artículo, que señala que este hecho demuestra que "la sequía también amenaza a la biodiversidad".
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