El fósil de un pez óseo que vivió hace 419 millones de años en el sur de China, el Guiyu oneiros, contribuye a completar el puzzle de la evolución de los animales vertebrados con mandíbula, entre los que se encuentra el ser humano.
Un equipo de científicos del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Pekín, dirigido por Min Zhu, es el responsable de este hallazgo, que aparece hoy publicado en la revista científica británica Nature.
Los peces óseos, junto a los tetrápodos (anfibios, reptiles, aves y mamíferos), pertenecen a la clasificación de animales vertebrados teleóstomos. Dentro de los peces óseos, están los de aleta con radio (actinopterygii, como los esturiones) y los de aleta lobulada (sarcopterygii, como los celacantos).
Los peces de aleta lobulada y los tetrápodos evolucionaron a partir de un mismo grupo de ancestros al margen de los actinopterygii. El fósil descubierto en China, muy bien conservado, presenta una mezcla de rasgos de los peces con aleta radiada (más primitivos) y de los peces con aleta lobulada (más evolucionados).
Los científicos explican que, al tener rasgos de los dos tipos de peces óseos, el guiyu oneiros es una pieza intermedia de su evolución que indica que la división de peces de aleta lobulada y de aleta radiada, antes de la aparición de tetrápodos, se produjo antes de lo previsto, hace como mínimo 419 millones de años.
Este hallazgo es una prueba de que los vertebrados con mandíbula tienen una «larga historia», afirman.
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