El pánico es la reacción habitual ante el contacto accidental con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Es algo que sucede con frecuencia en algunos colectivos, como los trabajadores sanitarios. Ante esta situación, existe una alternativa que permite a los afectados acabar, casi con seguridad, con las dudas sobre si dicho contacto les provocará una infección por VIH.
La herramienta anti-incertidumbre se llama "profilaxis postexposición" (PPE) y consiste en la administración, durante un mes, de terapia antirretroviral de alta eficacia (TARGA), el tratamiento que siguen los infectados por VIH y que les ha permitido tener una esperanza de vida cada vez más cercana a la de la población sana.
Aunque la medida se conoce desde el inicio de esta década y se aplica en los grandes hospitales al menos desde 2002, entre los profesionales existe la sensación de que no es suficientemente conocida por la población, por lo que han solicitado la creación de un registro nacional de las personas que solicitan la PPE, de las que la toman y, por último, de su seguimiento.
Primer registro español
Una experiencia piloto, presentada ayer en la Fundación Ramón Areces, recoge las cifras de PPE en 25 hospitales españoles que voluntariamente han aportado su experiencia a los autores del registro, con datos de enero de 2001 a diciembre de 2005. El estudio muestra que cada vez son más las personas que la solicitan.
En esos cinco años, se notificaron 993 exposiciones accidentales al VIH. El 53,1% de los casos era de origen sexual; el 39,8% se produjo por vía parenteral por ejemplo, por un pinchazo accidental y el 7,2%, por otras vías, como mordeduras. Según los resultados del estudio, se suministró PPE a 53,2% de los expuestos al virus de forma accidental. La razón es que, tal y como repiten los expertos, esta medida dista mucho de ser una solución para todo el mundo. "Hay gente a la que se le deniega porque ya han pasado las 72 horas en las que está indicada y a otros, porque la demandan por una actividad que no tiene riesgo", subrayó el infectólogo del Hospital de La Princesa Ignacio Santos Gil.
En el trabajo sí se comprobó la eficacia de la terapia , ya que sólo el 0,3% de los tratados con PPE se infectó con el VIH y todos habían sufrido otras exposiciones al virus además de aquella por la que habían consultado.
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