El Autismo se define como un trastorno del Sistema Nervioso Central, que afecta principalmente al desarrollo neurológico y produce un serio desequilibrio y desorden en el aparato psíquico.
Este desequilibrio puede persistir durante mucho tiempo y puede ser muy difícil de cambiar, lo que presenta numerosos problemas a todas aquellas personas que deban convivir con estos pacientes.
Existen varios grados de gravedad de esta enfermedad.
Los casos más severos se caracterizan por una completa ausencia del habla de por vida, comportamiento extremadamente repetitivo, extravagante, auto dañino y agresivo.
Las formas más leves de autismo (típicamente Síndrome de Asperger o autismo de alto funcionamiento) pueden ser casi imperceptibles y suelen ser confundidas con la timidez, falta de atención o excentricidad.
Es de destacar como una persona autista puede tener un funcionamiento normal e incluso excepcional en ciertas áreas, pero de bajo o nulo funcionamiento en otras.
Por ejemplo, existen personas autistas que carecen de habla pero pueden comunicarse por escrito muy elocuentemente.
Aunque existen varios estudios genéticos que pretenden apuntar a los cromosomas 5 y 15 como los culpables del autismo, la hipótesis que está cobrando más fuerza últimamente es la que relaciona la aparición de esta enfermedad con cuestiones bio-químicas como la administración de vacunas y la intoxicación por metales pesados.
En este sentido, un reciente estudio realizado por la Universidad de Tejas ha relacionado inequívocamente la evolución del autismo en la sociedad norteamericana con los niveles de mercurio en el ambiente.
El mercurio es un metal pesado insoluble en el agua.
A altas temperaturas produce vapores tóxicos y corrosivos, más pesados que el aire. Es dañino por inhalación, ingestión y contacto. Es un producto muy irritante para la piel, ojos y vías respiratorias.
La relación entre el autismo y este compuesto neuro-tóxico, está siendo estudiada, ya que el mercurio ha estado siendo utilizado en algunas vacunas infantiles durante mucho tiempo.
Además, en medicina se emplea también en empastes dentales, mezclado con otros metales.
También puede llegar a introducirse en nuestro organismo a través de agua contaminada, frutas y vegetales regadas con dicha agua o animales terrestres y peces contaminados.
En el curso de las últimas décadas, ha aumentado significativamente la media de niños tejanos afectados de autismo, pasando de un niño de cada 2.000 a uno de cada 166.
El estudio de la universidad de Tejas, dirigido por el doctor Raymond Palmer, se ha basado en los restos de este metal que se encuentran en el agua y en el aire, restos que provienen de centrales eléctricas o explotaciones mineras, entre otras fuentes.
Aumento masivo de casos
Palmer y su equipo analizaron los datos de la Agencia de Protección del Medio Ambiente norteamericana (EPA) referidos a la contaminación por mercurio de 254 condados de Tejas en 2001 y los compararon con el número de niños autistas que siguen un programa de educación especial en 1.200 academias del estado.
Este estudio ha permitido asociar, de manera estadísticamente significativa, cada 453 kilos de mercurio lanzados a la naturaleza con el aumento en un 43% de los servicios de educación especial y en un 61% de las tasas de autismo en las zonas donde esos residuos habían sido volcados. A la luz de estos resultados, los investigadores han concluido que existe una necesidad urgente de realizar investigaciones más amplias.
Un equipo del Instituto MIND de la universidad de California-Davis está realizando actualmente una evaluación, en el caso de pacientes autistas, de los niveles de diferentes metales tóxicos en su organismo, como el mercurio, el cadmio y el plomo, con el fin de compararlos con los niveles de niños no afectados por la enfermedad.
El doctor Palmer detectó en su estudio que las tasas más altas de autismo entre la población infantil se derivan del mercurio que existe en el medioambiente, lo que puede explicar que California tenga los mayores niveles de autismo, ya que es el estado estadounidense con mayor grado de mercurio en su entorno debido a los vientos que, procedentes de China, llegan hasta sus costas. En China existen numerosas plantas eléctricas que generan 600 toneladas anuales de mercurio que se vierten a la atmósfera.
Artículo en Inglés: Autism: It’s Not Just in the Head
Otras enfermedades producidas por la contaminación por Mercurio
Asimismo, existen varias investigaciones que vinculan la contaminación por mercurio con diversas enfermedades neurológicas, como el Alzheimer, o de otros tipos, como la Diabetes. Además, el mercurio puede provocar pérdida de inteligencia, empobrecimiento de la capacidad de habla, y pérdida de atención y de habilidad en el procesamiento de información.
Estas investigaciones señalan que el mercurio resulta tóxico para el organismo humano, aunque en unas formas es más tóxico que en otras. Dependiendo de factores como la edad a la que nos vemos expuestos a ser contaminados por este metal, la forma en que nos contaminamos y el metabolismo de cada persona y sus defensas biológicas pueden desarrollarse o no diferentes patologías.
Según la UNEP, sólo en 1995 se lanzaron a la atmósfera desde diferentes fuentes (naturales y artificiales) 5.500 toneladas de mercurio. La U.S. Environmental Protection Agency's EPA ha advertido además que los productos químicos lanzados a la atmósfera atraviesan la piel humana causando diversas enfermedades. La contaminación por mercurio supone la principal amenaza, ya que se asemeja a las sustancias radiactivas que quedan después de una guerra atómica, capaces de atravesar cualquier cosa.
La Organización Physicians for Social Responsibility ha señalado que alrededor de 100 millones de norteamericanos, más de un tercio de la población estadounidense, sufre algún tipo de enfermedad crónica como el asma, la diabetes, el cáncer, la artritis o cardiopatías como consecuencia del contacto con sustancias químicas que contienen mercurio y que contribuyen al debilitamiento del sistema inmunológico.
El mercurio afecta principalmente el sistema nervioso y es más tóxico en un sistema nervioso en desarrollo. Los niños menores de 6 meses tienen más dificultad para excretar el mercurio posiblemente por su inhabilidad para producir bilis, la principal ruta de excreción del mercurio.
Cuanto más tiempo permanezca el mercurio en el sistema nervioso, mayor serán sus efectos tóxicos y los daños que produce, algunos de ellos irreversibles.
Diagnóstico y Tratamientos para la contaminación por Mercurio
Cualquier diagnóstico de intoxicación por metales pesados se precede de un estudio preliminar del cabello. A continuación, se realizan análisis de sangre para las intoxicaciones agudas, junto con un examen de orina y heces para conocer la cantidad de metales que se están excretando con el tratamiento.
1. El primer paso para la desintoxicación es identificar los metales pesados y limitar su exposición a ellos.
2. El segundo paso es administrar dosis adecuadas de antioxidantes (Vitamina E, Selenio, Vitamina C, Vitamina A) y otros nutrientes.
3. El tercer paso consiste en proporcionar agentes quelantes. Dichos agentes quelantes son aminoácidos que tienen la capacidad de atrapar en su molécula a los iones de minerales y metales bivalentes que pueda encontrar durante su recorrido por el flujo sanguíneo.
Para iniciar la desintoxicación se requiere:
* Mantener una dieta libre de gluten y caseína
* Corregir los trastornos gastrointestinales, la infección por levaduras y la parasitosis
* Suplementar al paciente con vitaminas y minerales
* Realizar exámenes de laboratorio periódicos para controlar los niveles de hemoglobina, hierro sérico, plaquetas, funcionalismo renal y pruebas hepáticas
La Quelación puede administrarse via oral o intravenosa.
Mediante el tratamiento, los metales pesados son eliminados a través de la orina y se detiene la formación de radicales libres.
La duración del tratamiento depende del nivel de intoxicación del paciente, que puede llegar a necesitar entre 6 meses y 2 años para eliminar de su organismo todos los metales pesados.
Fuente: medicina humanista.
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