Un proyecto de investigación genética ha conducido a identificar una de las posibles causas de nuestra dificultad para combatir el virus VIH, causante del sida. El hallazgo, que hoy publica la revista «Science», se debe al trabajo de un equipo de científicos del Centro de Investigación contra el Cáncer Fred Hutchinson, de Seattle, en Estados Unidos
La historia tiene su origen en 2005, cuando la secuenciación del genoma del chimpancé («Pan troglodytes») reveló, dentro de su fiel similitud con el humano, una abultada diferencia: el PtERV1, siglas en inglés de Retrovirus Endógeno de Pan Troglodytes. Se trata de un fragmento que en este simio se repite 130 veces, frente a ninguna en nuestros cromosomas. Un retrovirus endógeno es una secuencia vírica que se ha insertado en el ADN de las células germinales -esperma y óvulos- de una especie, y que se transmite a la descendencia sucesivamente, mutando y degenerando con el tiempo, pero aún reconocible.
Según los indicios, PtERV1 procede de un virus que infectó a chimpancés y gorilas hace cuatro millones de años. Y sin embargo, no hay rastro de su paso por nuestras células.
¿Qué lo mantuvo alejado del ser humano? Para Michael Emerman, director del estudio, la pregunta era casi obvia, aunque ni mucho menos la respuesta. Emerman planteó la posibilidad de que nuestros ancestros dispusieran de una defensa contra el PtERV1 ausente en otros primates. Casos parecidos constan en la literatura científica: compartimos con las especies próximas a nosotros una proteína llamada TRIM5a que es un «anti-retrovirus» natural; actúa uniéndose a las partículas retrovíricas, lo que impide la infección. Curiosamente, la TRIM5a del macaco protege a este mono del VIH, algo que nuestra versión es incapaz de lograr.
La hipótesis de Emerman es brillante: quizá nuestra TRIM5a se especializó en protegernos contra PtERV1 en tiempos remotos, perdiendo así especificidad contra otros virus, entre ellos el VIH. De algún modo, vaciamos nuestro cargador luchando contra aquel virus antiguo. Dicho y hecho: los científicos recuperaron secuencias de PtERV1 del chimpancé y comprobaron que la proteína resultante era neutralizada por nuestro TRIM5a. A la inversa, al modificar el «antivirus» para hacerlo más eficaz contra el virus del SIDA, perdía eficacia contra PtERV1.
Según Emerman, esta «arqueología vírica» o paleovirología nos enseña «el cómo y el porqué de nuestras respuestas frente a ciertos virus». La clave de las infecciones de hoy está en los virus del pasado.
Fuente: Madri + d.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario