Fuente: Terra España.
Arqueólogos y científicos han descubierto cacahuetes en unas tumbas chinas de hace más de 2.000 años, algo que plantea un interesante enigma histórico, ya que hasta ahora se creía que este fruto seco llegó a Oriente en el siglo XVI, traído de las Américas.
Los misteriosos manís aparecieron en unas excavaciones de tumbas de la dinastía Han del Oeste realizadas en los años 90 en la provincia de Shaanxi (centro), y se ha tardado 10 años en efectuar los análisis químicos para confirmar que se trataba de cacahuetes, según informó 'Xian Evening Post', periódico de la capital provincial.
El hallazgo 'adelanta la historia de los cacahuetes en China 1.600 años', y ahora es tarea de los arqueólogos y botánicos dilucidar si llegaron allí desde Latinoamérica hace 2.000 años -una época en la que no se conocen contactos entre China y el continente americano- o si son originarios del país asiático.
Por ahora, se considera que los manís -también desconocidos en Europa antes del descubrimiento de América- tienen su origen en el sur de Bolivia y el noroeste de Argentina.
En China, los cacahuetes suramericanos llegaron hace unos 450 años a través del puerto de Cantón, en aquel entonces el más abierto de Oriente al mercado con portugueses, españoles y otros mercaderes de Occidente.
Muy pronto se convirtieron en un popular alimento entre los chinos.
Mientras en Occidente se les considera más un aperitivo, en China los manís forman importante parte de la dieta oriental, y se sirven como guarnición e incluso ingrediente fundamental de ciertos platos, como el famoso 'Pollo Kunbao' ('pollo con cacahuetes').
Wang Baobing, subdirector del museo de las tumbas Hanyang, explicó que en 1990 se encontraron en la zona 193 tumbas y otras fosas, entre ellas algunas usadas como graneros simbólicos para la vida de ultratumba.
En la época de la dinastía Han del Oeste (siglos II AC-I DC) emperadores y nobles se enterraban con alimentos, armas, joyas y otros objetos que consideraban les iban a servir para su vida de ultratumba.
En siglos anteriores, incluso se enterraban con concubinas vivas y otros sirvientes, pero en los tiempos de la dinastía Han ya se había acabado con esa costumbre, y se preferían estatuas de terracota con formas de soldados, criados y otras personas que hicieran de 'séquito' a reyes y nobles en el más allá.
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