Fuente: HispaMp3.
El fotón mensajero, un átomo artificial que puede multiplicar de forma exponencial la capacidad de un ordenador actual para que trabaje miles de veces más rápido, fue utilizado por primera vez por científicos para transmitir información a través de un cable.
(AFP) Dos equipos de físicos en Estados Unidos consiguieron utilizar un fotón mensajero para transmitir datos de un "qubit" (bit cuántico) a otro en una distancia de 20 milímetros, lo que puede abrir la vía a distancias más grandes, explica el miércoles la revista británica Nature, que publica los trabajos de los científicos.
Contrariamente a los bits tradicionales, cuyo valor es igual a 0 ó a 1, un qubit puede tomar esos dos valores a la vez. El interés es que la potencia teórica de las calculadoras con esa tecnología se duplica con cada qubit añadido, lo que aumenta de forma exponencial, para permitir así dar un gran salto adelante y poner en práctica un ordenador cuántico súper rápido.
"No es la primera vez que los científicos consiguen enlazar un qubit con otro, pero es la primera vez que lo hacen a una distancia relativamente grande, el equivalente a un microprocesador", declaró a la AFP Johannes Mayer, que dirige el equipo de la universidad de Yale.
Por su lado, el equipo del National Institute of Science and Technology logró construir el cable que unió a los dos qubits, y que almacenó la información necesaria durante 10 nanosegundos (10 millonésimas de segundo).
"Es un paso importante hacia la construcción de ordenadores cuánticos", según Raymond Laflamme, director del Instituto de Cálculo Cuántico de la Universidad de Waterloo, en Canadá.
La dificultad de la operación reside en el control de los fotones, partículas sin masa que se desplazan a la velocidad de la luz. "Tenemos que controlar las señales eléctricas que corresponden a un único fotón", explicó Mayer, quien subrayó que un teléfono móvil emite unos 100.000 trillones (es decir, un 1 seguido por 23 ceros) de fotones por segundo.
Para conseguir construir un ordenador cuántico, "hay que unir mucho más qubits, al menos centenares, sino miles", reconoció Majer. Otro problema reside en la temperatura. Para aislar el fotón mensajero y transmitir la información, el cable tuvo que ser enfriado hasta diez miligrados por encima del cero absoluto (la temperatura teórica más baja posible, que en la práctica nunca fue alcanzada), es decir -273,13 grados centígrados.
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