Fuente: NeoFronteras.
Un estudio basado en gemelos, tanto idénticos como no, concluye que el sentido de lo que es justo puede estar en un 40% determinado por los genes. De este modo si usted tiene padres con un fuerte sentido de la justicia probablemente se lo habrán transmitido no sólo a través de la educación, sino que además se lo habrán transmitido genéticamente.
Desde estas páginas hemos tratado el fascinante test psicológico denominado “juego del ultimátum”. En el juego del ultimátum participan dos personas y se juega con dinero real. Al llamado proponente se le da una cierta cantidad de dinero que tiene que dividir en dos partes no necesariamente iguales y quedarse con la que se le antoje. El respondedor tiene entonces dos opciones: quedarse con la parte que ha dejado para él el proponente o decidir que los dos se quedan sin ninguna. Los dos conocen las reglas del juego previamente y el respondedor conoce el reparto realizado por el proponente. Además, el juego es a solamente una mano. Aunque se puede repetir, no será con los mismos jugadores.
Según la teoría de juegos, que se utiliza en economía desde Nash, o según el sentido común, el segundo jugador debe de aceptar cualquier oferta, pues el dinero que gane será siempre gratis y sobre cero. Sin embargo, lo que el experimento dice es que cuando la parte que se deja al respondedor es considerada pequeña por éste, entonces rechaza la oferta y nadie gana. La oferta se considera hecha a mala fe y se castiga al proponente obedeciendo a cierto sentido de la justicia.
En el pasado se realizó este experimento en varios países con diversos resultados. En algunos casos si la cantidad dejada al respondedor era un porcentaje pequeño nadie ganaba, aunque a veces esa parte era el salario mensual medio del país. Pero había diferencias supuestamente culturales. Por ejemplo, en países donde hay gran tradición por el regalo no se aceptaban porcentajes por debajo del 60%, en occidente no se aceptaba algo no igualitario que bajase en promedio del 40%, y ciertos granjeros de la Sudamérica tropical aceptaban casi cualquier oferta por pequeña que fuera.
Hay que recalcar que la respuesta consistente es el rechazo de la oferta tiene como fin el castigo del proponente cuando la oferta se considera injusta, aunque el respondedor pague un precio por dicha respuesta.
Recientemente se ha podido saber incluso las regiones cerebrales involucradas durante este tipo de dilemas (ver referencias de esta misma web).
Se ha especulado que las antiguas poblaciones humanas, como grupos sociales que eran, prosperarían si se daba cierto sentido de la justicia en su seno, y que este sentimiento habría aparecido como producto evolutivo.
Tradicionalmente los “científicos sociales” se han mostrado reacios a admitir una posible influencia de los genes en el comportamiento económico. Ahora investigadores del Instituto Tecnológico de Masschusetts, del Instituto Karolinskio y de la Escuela de Economía de Estocolmo han podido comprobar que hay una influencia genética que condiciona el resultado en este juego.
En este estudio dieron a los proponentes una suma de 15 dólares que debía de dividir en dos partes (no necesariamente iguales). Los investigadores analizaron los resultados del juego para varios jugadores, algunos de los cuales compartían los mismos genes. Los investigadores descubrieron que la mínima suma, en promedio, que los respondedores estaban dispuestos a aceptar era de 5 dólares, es decir una tercera parte. Cuando se consideraba a los gemelos idénticos se vio que sabiendo lo que uno estaba dispuesto a aceptar se podía predecir lo que el otro aceptaría en el mismo juego, pero esto no se podía hacer cuando no eran gemelos idénticos.
En los dos casos vivían bajo las mismas influencias culturales, familiares y educativas, pero sólo los gemelos idénticos compartían los mismos genes.
Los investigadores calculan que como mínimo un 40% de la percepción de lo que es justo viene condicionado por los genes.
El juego del ultimátum es un juego típico en Economía, y este resultado permite especular que las estrategias y comportamientos económicos están influenciados por los genes. El resultado podría servir para apoyar proyectos que traten de encontrar genes concretos relacionados con los comportamientos altruistas.
El mismo equipo de científicos está ahora investigando las posibles influencias genéticas en la cooperación y las preferencias en los riesgos.
Es interesante pensar que el ser humano tiene una esencia natural y que incluso su ética puede estar condicionada por esta esencia, por genes que fueron seleccionados por la evolución para la mejor supervivencia de la especie.
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