Científicos británicos perfeccionan un aparato que convierte la energía de los movimientos del cuerpo en electricidad
Recargar el teléfono móvil con el calor corporal o dar energía a los dispositivos médicos implantados en el organismo con sólo moverse, han dejado de ser arriesgadas especulaciones de ciencia ficción para convertirse en una realidad tecnológica. También se desarrollan pilas que funcionan con agua azucarada.
A partir de ahora, frases coloquiales como “ponerse las pilas”, en alusión a la necesidad de desarrollar una tarea de forma enérgica y entusiasta, o “recargar las baterías”, como sinónimo de tomarse un descanso para reponer fuerzas después de un esfuerzo, cobrarán un nuevo significado.
Caminar, bailar, hacer gimnasia, correr, trabajar, andar en bicicleta y otras actividades físicas se convertirán en una nueva fuente de energía para la medicina.
El microgenerador SIMM
Un equipo de científicos británicos trabajan en un revolucionario aparato que convierte la energía de los movimientos del cuerpo en la electricidad necesaria para accionar implantes médicos, como un marcapasos.Con el microgenerador SIMM, cuyo prototipo está casi finalizado, se generará de 10 a 100 veces más energía que con los aparatos actuales, según los expertos de Zarlink Semiconductor, a cargo de este proyecto de investigación que está financiado por el ministerio británico de Comercio e Industria, a través del programa Technology.
La sigla SIMM se refiere a las palabras inglesas “self-energising implantable medical micro-system”, es decir microsistema médico implantable que genera energía por sí solo”.
Se trata de una pila que se implanta en el cuerpo por medio de una cirugía menos invasiva y reemplazará a las actuales, que tienen una duración limitada, deben cambiarse cada 7 a 10 años, y deben ocuparse cada vez de más funciones, como el seguimiento inalámbrico de los marcapasos.
Además, los SIMM serán una fuente de alimentación para neuroestimuladores, monitores de actividad, válvulas, bombas de medicamentos e implantes de coclea y de retina, y otros dispositivos médicos que se implantan cada vez más en el organismo humano.
“Se trata un microgenerador implantable que evite en lo posible la cirugía, reduciendo las situaciones traumáticas para el paciente y el coste de las intervenciones y estancias en el hospital”, explica el coordinador del proyecto, el doctor David Hatherall, de Zarlink.
Por otra parte, un grupo de científicos alemanes está desarrollando una tecnología que servirá para transformar la temperatura del cuerpo humano en energía eléctrica, la cual posibilitará, entre otras aplicaciones cotidianas, recargar la batería del teléfono móvil con el calor de la mano.
Frío, calor y después electricidad
Los expertos del Instituto de Circuitos Integrados Fraunhofer, en Alemania, han informado que esta generación de energía se consigue “simplemente, gracias a las diferencias de temperaturas entre ambientes cálidos y fríos”.La transformación del calor corporal en energía se logra a partir de los mismos principios por los que funciona un generador termoeléctrico, un artefacto que en su forma tradicional puede producir hasta 200 milivoltios.
Los científicos ya han conseguido crear circuitos eléctricos que logran generar 50 milivoltios con el calor humano como única fuente de energía, según explicó el director del proyecto, Peter Spies. Además de aprovecharse para aplicaciones cotidianas, esta nueva tecnología está pensada para dotar de energía a distintos aparatos médicos, como medidores de hipertensión, de pulso o del ritmo cardiaco.
El calor corporal no es la única fuente de energía novedosa para alimentar los artilugios electrónicos cada vez más presentes en la vida diaria.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Saint Louis, Estados Unidos, ha desarrollaron una batería para teléfonos celulares y otros dispositivos portátiles que se alimenta con cualquier fuente de azúcar, que puede estar disponible en el mercado dentro de cinco años.
Según sus creadores la sacarosa disuelta en agua es el combustible ideal para este nuevo aparato, aunque también funciona con productos como el azúcar refinada de mesa y las bebidas gaseosas dulces.
Estos dispositivos, que dispondrán de cartuchos rellenos con una solución azucarada y serán reemplazados por otros una vez utilizados, funcionan a temperatura ambiente, duran más tiempo que las baterías actuales y no contaminan porque todos sus componentes son biodegradables.
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