La Habana, Pl, para RIA Novosti. Por Roberto Correa Wilson. Con su elegante representación, los números aparecen a la menor ocasión sugiriéndonos una infinidad de operaciones, de combinaciones, de interpretaciones, afirman notables científicos, para explicar a posteriori, como calcula la mente humana.
¿Qué son los números?, ¿cómo los reconoce nuestra mente?, ¿por qué aprendemos a sumar y restar?, ¿cómo es posible que los comprendamos? se preguntan los expertos.
¿Qué misteriosos mecanismos cerebrales permiten que un simple palote (el 1), o un círculo (el 0), o una especie de churro (el 8), cobren un sentido en nuestras mentes y nos lleven a evocar tantas cosas?
Un selecto grupo de neurólogos y psicólogos llevan años intentado dar respuesta a estas cuestiones. Y los resultados de sus múltiples investigaciones son sorprendentes.
Parece que nuestro cerebro está equipado desde el nacimiento con un exclusivo sentido matemático, afirman los hombres de ciencia. Para nosotros -expresan- percibir los números es una cualidad innata tan natural como la ecolocación en los delfines o el canto de ciertas aves.
Parece ser que los conceptos básicos de las matemáticas, tales como los números, las operaciones, las distancias o el cálculo, no son sólo una creación cultural sino que responden a una arquitectura especial de nuestro cerebro.
Los científicos encargados de desvelar que partes de esa arquitectura son responsables del pensamiento matemático, opinan que los números son como el color. Sabemos que es una construcción subjetiva de nuestro cerebro, según este interpreta las diferentes longitudes de onda en las que le llega la luz reflejada por los objetos.
Pero esta creación es muy útil para detectar alimentos en mal estado, reconocer a los enemigos o camuflarse. Con los números podría suceder algo similar. "Ya que vivimos en un mundo cambiante y móvil -afirman- es muy útil extraer conclusiones numéricas que permitan, por ejemplo, cuantificar la cantidad de predadores o localizar las fuentes de alimentación más abundantes.
Hay varias pistas que conducen a las neurociencias a la conclusión de que el sentido numérico es biológico; por ejemplo, la evidencia de que los animales también gozan de él. Toman como muestra que muchos animales (perros, gatos, monos o elefantes) son capaces de echar de menos un objeto dentro de un conjunto, como si los hubieran contado previamente y hubieran memorizado la cantidad.
DE LA MISMA FAMILIA
Al parecer existen varias similitudes entre los procesos de adquisición numérica humano y animal. En ambos casos, la capacidad de operación se hace más imprecisa cuanto mayores son los números con los que se trabaja. Así, somos más lentos al hacer la suma de 4 más 5, que la suma de 2 más 3.
Otras formas de indagar en los orígenes biológicos de la capacidad de cálculo es estudiar su desarrollo en los niños. Antes de adquirir el lenguaje, el pequeño ya sabe distinguir los números, puede diferenciar cuando una caja tiene muchos juguetes y cuando tiene pocos e incluso hace sumas y restas elementales.
A la edad de cinco meses, cuando se le esconde un juguete al niño debajo de la almohada y luego se introduce otro juguete, él espera encontrarse dos. Para llegar a esta conclusión, los científicos han medido la velocidad de los ojos de bebés a los que se les escondían objetos tras una pantalla.
CEREBROS DAÑADOS
Otra área de investigación neurológica sobre la capacidad matemática es el estudio de cerebros dañados por un accidente o malformación. Algunas personas con lesiones intensas en el hemisferio izquierdo muestran grandes dificultades para la práctica de las matemáticas.
En el caso de un enfermo, leía y escribía con dificultad pero tenía capacidad para comparar números de uno o dos dígitos. Es decir, comprendía las cantidades asociadas a las cifras aunque apenas podía hacer sumas más complicadas que dos más dos.
En otros casos más dramáticos las personas son capaces de comprender los números en voz alta o incluso identificar cual es mayor y cual es menor, pero no pueden hacer ninguna operación con ellos.
Estos casos parecen demostrar que la habilidad matemática reside en partes distintas de nuestro cerebro, y que es la correcta conjunción de todas las piezas la que nos permite comprender los números, identificarlos, compararlos y hacer operaciones.
La evidencia de que la capacidad matemática presenta un origen biológico puede tener grandes repercusiones en la sociedad. Según los científicos, una de las más cruciales sería llegar a comprender por qué unos niños desarrollan un gran talento para la aritmética y otros, la mayoría, permanecemos inmaduros toda la vida.
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