La carrera por dar con alternativas al petróleo deriva en el alto precio de los cereales y el riesgo de deforestación.
Cuando eres dependiente del petróleo tienes un problema de seguridad nacional'. Así resumió el presidente estadounidense, George Bush, su inquietud por el gradual agotamiento del oro negro durante su visita oficial a Brasil, el pasado mes de marzo. Aquel encuentro con Lula da Silva sirvió para sellar un acuerdo de producción de bioetanol entre dos países llamados a liderar el mercado mundial de esta fuente de energía alternativa a los combustibles fósiles.
La industria y la política van de la mano hacia el próximo El Dorado, los biocombustibles, fabricados a partir de caña de azúcar, maíz, colza, trigo o aceite de palma. Según la OCDE, EE UU dedicará el 32% de su cosecha de maíz a la elaboración de etanol en los próximos diez años. En 2016, Brasil habrá elevado un 145%, respecto al año pasado, la creación de etanol a base de caña de azúcar. En España, por su parte, el volumen de biocarburantes llegará este año al millón de toneladas y, según la consultora DBK, en 2008 serán 2,4 millones de toneladas producidas, frente a las 445.000 del año pasado.
Pero en plena carrera hacia el oro verde cada vez son más las voces que alertan sobre los efectos secundarios de esta medicina contra la fiebre terrestre que representa el calentamiento global.
El anunciado aumento de los precios agrícolas ya se hace sentir. En Italia, los agricultores dejan de cultivar trigo, esencial para la pasta, plato por excelencia del país alpino, en beneficio del maíz, cuya demanda se dispara para obtener etanol. En México, el vertiginoso encarecimiento de las tortillas de maíz generó incluso protestas de la población. En Argentina, gran productor de carne, los propietarios mixtos (agricultores y ganaderos) comienzan a reducir la ganadería en beneficio de la agricultura, eliminando parte de los pastos necesarios para la alimentación de los animales. Y en España, los sindicatos agrarios se quejan del encarecimiento del pienso de los animales y, por consiguiente, de la leche y la carne, por culpa del alza de los cereales, materia prima del biodiésel.
Según la OCDE, la subida de los precios agrícolas repercutirá sobre los productos ganaderos debido al mayor coste de la alimentación de los animales. 'El boom de los biocarburantes supondrá un aumento del 9% del gasto global de importación alimentaria de los países en desarrollo', ha denunciado Jacques Diouf, director de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en el rotativo Libération.
Riesgo de deforestaciónLa imprescindible expansión de las tierras de cultivo para obtener biocarburantes a gran escala ha despertado incluso la alarma de los organismos internacionales de análisis energético. En Brasil, destinado a ser la fábrica mundial de etanol por su clima idóneo para la caña de azúcar, más barata y eficaz que otros vegetales, 'se corre el riesgo de que su cultivo se desplace hacia el norte y alcance la Amazonia', explican desde la Agencia Internacional de Energía.
Lula, entregado a la promoción de esta nueva fuente de energía, ya ha recibido la primera advertencia. 'Los europeos no pagarán más para adquirir biocombustible si el etanol que mueve sus coches proviene de la quema de campos y cultivos, ni tampoco si se elabora a costa de la selva amazónica', ha indicado el comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson. Brasil pierde cada día decenas de hectáreas de selva, según la FAO. Otras víctimas de esta nueva oportunidad económica son los cortadores de caña, quienes sufren condiciones de trabajo que rozan la esclavitud. Según el Movimiento Sin Tierra, 500.000 personas cortan caña sin derechos. Ganan 9 euros por alcanzar las 10 toneladas diarias y, para encontrarlas, es necesario recorrer largas caminatas a pie. En los últimos cinco años 1.300 trabajadores han perdido la vida realizando esa tarea.
La celulosa se cuela en el motorLa caña de azúcar se impone, por el momento, en la relación entre el gasto energético que genera su fabricación y el ahorro de energía que se obtiene de ella, además de garantizar hasta el 80% menos de emisiones de CO2. No sucede así con el maíz empleado en EE UU. Al utilizar energías fósiles en su transformación, el nivel de reducción de gases de efecto invernadero se limita al 15% respecto a la gasolina, según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía.
En busca de una nueva fuente de alimentación para los automóviles, los expertos creen que el hidrógeno no se impondrá hasta pasados 15 años. Entretanto, los científicos estudian el desarrollo del etanol de celulosa, creado a partir de desechos agrícolas sin afectar al grano, con el que se ahorraría el 90% de emisiones de CO2. La primera derivada de esta opción es que se evita la deforestación. La otra cara amable reside en la posibilidad de atajar los conflictos alimentarios.
Otra posibilidad está en el diésel obtenido por el sistema de Fischer Tropsch. Su vertiente positiva es que se logra un combustible con mayor poder energético que la propia gasolina, pero su producción depende de la madera y supone una clara amenaza contra la masa forestal del planeta.
Energía limpiaBiocarburante. Combustibles líquidos o gaseosos obtenidos a partir de la masa biodegradable de productos y desechos procedentes de la agricultura, silvicultura o residuos industriales. Puede alimentar los motores de vehículos en forma pura o en mezclas.
Biodiésel. Procesamiento de aceites vegetales obtenidos de semillas oleaginosas de cultivos como el girasol, la colza, o la soja. Se utiliza en motores diésel.
Bioetanol. Alcohol producido a partir de la fermentación de los azúcares de la remolacha, el maíz, la cebada, el trigo, la caña de azúcar y otros cultivos. Mezclados con la gasolina producen biocombustible.
Biomasa. Residuos forestales, agrícolas, ganaderos y de la industria agroalimentaria empleados para crear energía mediante combustión directa o la transformación de materia orgánica.
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