El genoma de la vid, que suma unos 30 mil genes, se compone de tres genomas compilados.
París. El desciframiento del genoma de la vid podría facilitar el estudio de los genes que intervienen en el aroma de los vinos y la introducción de cepas resistentes a las enfermedades para reducir el uso de pesticidas, según una investigación publicada este domingo.
Cuarta planta de la que se descifra el genoma tras la arabis, el arroz y el álamo, la "vitis vinifera" ha sido elegida por la importante posición que ocupa en el patrimonio cultural de la humanidad, explica el Consorcio público franco-italiano para la caracterización del genoma de la vid, en un artículo publicado en Internet por la revista científica británica Nature.
"Se ha abordado el estudio del genoma de la viña porque es una especie muy sensible a numerosos fitopatógenos", de lo que se deriva "la utilización masiva de productos fitosanitarios", explicó Jean Weissenbach, director del Genoscope, el centro nacional francés de desciframiento genético situado en Evry, cerca de París.
Para reducir tal cantidad de productos, "la idea es identificar los genes resistentes", añade Weissenbach. Ello facilitaría la introducción de cepas resistentes mediante cruces o transmisiones de genes.
De momento ya se conocen variedades resistentes o especies cercanas a la vid que son resistentes a las enfermedades. "Hay que hacer cruces entre variedades resistentes y sensibles para localizar y luego identificar los genes de la resistencia", precisa el director de Genoscope.
El estudio muestra también que las familias de genes responsables de los aromas son mucho más frecuentes en el genoma de la vid que en otras plantas ya analizadas.
El documento hace una referencia especial a los genes que controlan la producción de resveratrol, la molécula asociada a los efectos benéficos para la salud que se le atribuyen al consumo de una dosis moderada de vino tinto.
Más allá de las posibles consecuencias económicas, el desciframiento del genoma de la vid ha permitido a los científicos ampliar su campo de estudios a las plantas florales ancestrales.
El genoma de la vid, que suma unos 30 mil genes, se compone de tres genomas compilados.
El genoma humano recibe el nombre de "diploide", porque cada cromosoma aparece en dos ejemplares, uno transmitido por el padre y el otro por la madre. El de la viña es "hexaploide", porque está formado por tres genomas diploides, es decir seis juegos de cromosomas.
"Uno de los motores de la evolución son las duplicaciones masivas del genoma" y luego "las regulaciones que hacen que ciertos genes se expresan, otros dejan de expresarse y otros se pierden directamente", explica Weissenbach.
El especialista considera que han hecho falta al menos dos grandes fenómenos, uno de ellos ocurrido quizá hace entre 130 y 240 millones de años, para pasar de las plantas florales diploides a las plantas con tres genomas compilados, como la vid.
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