Científicos de la Universidad de Buenos Aires han desarrollado un sistema que permite producir plásticos a partir de bacterias. El proceso ofrece múltiples ventajas ecológicas.
“Modificamos bacterias para que produzcan bioplásticos con muy baja aireación, lo que resulta en un ahorro significativo de energía”, dice la doctora Beatriz Méndez, profesora del Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadora del Conicet, institución que ha patentado el hallazgo”.
Sin embargo, este no es el único equipo que ha seguido esta línea de investigación. Científicos de distintas partes están trabajando con bacterias para la producción de polihidroxialcanoatos (PHAs), moléculas que, por sus propiedades físicas y químicas, son consideradas sustitutos posibles de los plásticos convencionales.
En busca de nuevas cepas bacterianas y gracias a la optimización de las estrategias de cultivo, los investigadores argentinos produjeron, mediante técnicas de ingeniería genética, mutaciones en el gen arcA, que es responsable del metabolismo aeróbico en la bacteria Escherichia coli : “Obtuvimos una cepa con una mutación que le otorga muy alta capacidad respiratoria y, por lo tanto, le permite crecer en condiciones de microaireación”, consigna la doctora Julia Pettinari, investigadora del Conicet, y también autora del trabajo. “Prácticamente, para hacer crecer al microorganismo no utilizamos más que un pequeño burbujeo de aire, y cien veces menos agitación que en condiciones aeróbicas”, explica Méndez.
La cepa en cuestión no sólo produjo una buena cantidad de PHA, sino que, además, utiliza como fuente de carbono el glicerol, un residuo de la industria del biodiésel que se está convirtiendo en un contaminante del medioambiente. Los resultados de estos trabajos han sido recientemente aceptados para su publicación en el Journal of Molecular Microbiology and Biotechnology .
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