Fuente: La Razon.
La posibilidad de sufrir tumores de mama o quistes en perras y gatas disminuye de forma significativa tras extirpar los ovarios y el útero, si se hace pronto - Uno de los inconvenientes es el posible sobrepeso del animal tras la intervención
La esterilización de una mascota implicará un gran sufrimiento para el animal, no crecerá y será infeliz por no tener descendencia. Estos mitos no reflejan la realidad, aunque los dueños deben ser conscientes en todo momento de sus riesgos.
Esta intervención es un método quirúrgico indicado para evitar la reproducción indiscrimanada o indeseada de gatos y perros. Además, en el caso de las hembras, evita que en el futuro desarrollen enfermedades como tumores de mama, de útero o quistes malignos. Los dueños se libran del cambio de actitud de las gatas que, durante el celo, maúllan sin parar y orinan fuera de su cajón.
En el caso de los perros macho, la mayoría de los dueños prefieren no castrar a su mascota. Según la veterinaria Eva Fernandez, las ventajas clínicas son pocas, aunque en el caso de los perros adoptados es recomendable para evitar posibles abandonos. No obstante, estas intervenciones no tienen por qué mejorar su salud, salvo alteraciones de los más ancianos en la próstata.
La obesidad es otro de los desencadenantes negativos de la castración animal. Los perros esterilizados tienden a llevar una vida más sedentaria y están menos nerviosos. Por eso, los veterinarios recomiendan controlar el peso de la mascota de forma inmediata con dietas especiales. Para ello, diversas marcas venden en el mercado alimentos bajos en grasas.
El caso de las hembras es distinto. Al alcanzar una edad avanzada, corren el riesgo de sufrir tumores y quistes malignos. Si se esterilizan en sus primeros años de vida, las probabilidades de desarrollar disminuyen.
En la intervención en hembras, conocida como ovariohisterectomía, se extirpan los ovarios y el útero. A partir de entonces, el animal deja de tener celos, por lo que los dueños quedan tranquilos al pasear a su perra. Muchos de ellos, además, reconocen, según Fernández, que sus mascotas «rejuvenecen» tras la operación, al no sufrir cambios hormonales, aunque un pequeño porcentaje presenta incontinencia urinaria, sobre todo las de razas grandes.
La intervención tiene los riesgos propios de cualquier operación quirúrjica y las complicaciones aumentan cuando el animal es demasiado grande o anciano. La castración de los machos es superficial, ya que sólo hay que extirpar los testículos, pero la operación en las hembras es intraabdominal, mucho más complicada. Entonces, la duración pasa de 10 minutos a hora y media entre la preparación y la intervención.
No obstante, la esterilización es la mejor opción frente a otros productos anticonceptivos dañinos para las hembras. Éstos se administran con la intención de evitar que tengan el celo, pero contienen progestágenos que aumentan el riesgo de sufrir tumores mortales.
Animales más longevos
Un perro macho no tiene por qué vivir más por estar esterilizado, pero las hembras y los gatos sí. Éstos últimos no tienen la necesidad de salir a la calle en busca de gatas en celo y los riesgos de morir atropellados disminuyen.
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