La fiebre por la energía solar fotovoltaica, con una rentabilidad garantizada durante 25 años, desborda las previsiones del Gobierno
Milagro, a más de 70 kilómetros al sur de Pamplona. En una extensión de 51 hectáreas, un bosque ordenado de 889 estructuras solares de silicio brilla bajo el sol. Acciona tardó sólo ocho meses en construir en el municipio navarro de Milagro la huerta solar fotovoltaica de Monte Alto, inaugurada el pasado marzo. Al mismo ritmo frenético, en España han comenzado a proliferar este tipo de instalaciones. Hasta tal punto que las previsiones del Gobierno para un lustro se han quedado obsoletas en apenas dos años.El Plan de Energías Renovables fijó para 2010 una potencia fotovoltaica de 400 megavatios (MW), apenas el 1% de toda la instalada en España entonces, algo casi simbólico. Una meta que se alcanzará el año que viene, apuntan fuentes del sector.
En 2000 había instalados 2,85 megavatios de producción eléctrica fotovoltaica; en 2004, 37 megavatios. A finales del año pasado, 137. Y no se detiene ahí. En Extremadura, la Junta baraja peticiones para instalar 900; en Castilla-La Mancha, 600; y en Andalucía, formalmente casi 200, pero fuentes oficiales multiplican la cifra por 10. En toda España los datos se disparan. Empresas del sector hablan de 6.000 megavatios proyectados. La mayor patronal de energías renovables, APPA, llega a fijar la fiebre de conexión en 18.000.
En este contexto, los productores de material fotovoltaico no siempre dan abasto. "Nos estamos centrando en las grandes empresas, porque la alta demanda hace que tengamos que fijar prioridades", asegura Ernesto Macías, director de marketing de Isofotón, el mayor fabricante de células fotovoltaicas de España.
Pero ¿por qué esta euforia? "La regulación actual garantiza una rentabilidad. Asegura unos ingresos recurrentes durante 25 años", responde el responsable de la financiación energética del Banco Sabadell. La rentabilidad de la que habla Montanyés se sitúa en un abanico entre el 8% y el 12%, explican en la patronal, las empresas y las entidades financieras.
El tirón de esta energía renovable frente a otras se explica por la menor inversión inicial que precisa. Para montar un parque solar son necesarios unos 500.000 euros por cada 0,1 megavatios. En cambio, instalar un aerogenerador, que tiene un mínimo de un megavatio de potencia, cuesta entre uno y dos millones.
¿Y la garantía? Tiene nombre de decreto y llega directamente del Boletín Oficial del Estado. El pasado 26 de mayo, el Ministerio de Industria sustituyó la norma vigente desde 2004. Ahora se garantiza que las instalaciones de entre 0,1 y 10 megavatios recibirán unos 41 céntimos por kilovatio producido durante los primeros 25 años de funcionamiento. Después, el precio baja hasta los 33 céntimos. Producir un kilovatio ronda los 25 céntimos, así que la prima garantiza recuperar la inversión con creces.
Esta fiebre fotovoltaica no ha pasado inadvertida en algunos agentes del sector eléctrico, que lo contemplan con recelo, y lo califican de boom. Más de 400 empresas conocen el filón del sol. "Al ser un mercado nuevo y en expansión han surgido muchas empresas oportunistas sin base real para dar servicio a los clientes. El de 2008 será el año donde sólo las empresas con conocimiento del mercado y experiencia permanecerán", afirma Enric Ordóñez, director general de Sisolar, una empresa con ocho meses de vida, que nació de la alianza entre Chinacrown HK y OFC Promotora Inmobiliaria.
El fenómeno ha atraído a actores ajenos a la industria. "El inversor patrimonial que antes apostaba por el ladrillo, ahora lo hace en renovables, principalmente en fotovoltaica", afirma Josep Montanyés, director de financiación de proyectos energéticos del Banco Sabadell. Sus palabras las confirma el movimiento realizado hace semanas por la Corporación Financiera Alba. La sociedad de la familia March invirtió, a través de su firma de capital riesgo Deya Capital, 150 millones en Isofotón, principal productor español de células y placas fotovoltaicas.
Antonio de la Torre, de Abengoa, empresa andaluza de larga trayectoria en renovables, duda del beneficio de tantos inversores. "Que haya mucha gente metiendo papeles [dinero], perjudica la imagen de las empresas que tienen más tradición en el sector", señala.
Joaquín Nieto, secretario confederal de Medio Ambiente de Comisiones Obreras, por el contrario, no pone pegas al auge de una energía limpia. "Me parece muy interesante que la inversión en energías renovables llegue del ladrillo", asegura en la misma línea que Ernesto Macías, de Isofotón y también vicepresidente de la Asociación Europea de las Industrias Fotovoltaicas. "No hay que rasgarse las vestiduras porque haya gente ganando dinero. Esto no es una ONG, es necesario que exista una rentabilidad para que haya un avance", añade Macías.
Las administraciones autonómicas, a las que los interesados se dirigen para pedir los permisos antes de iniciar una instalación, son conscientes del desfase entre primas previstas y peticiones, pero dejan hacer. "No es asunto nuestro. Cada uno invierte su dinero donde cree conveniente", declara Benito Montiel, director general de Industria y Energía de la Junta de Catilla-La Mancha. "Nosotros lo que procuramos es facilitar el proceso para favorecer las energías limpias y que los trámites sean lo más accesible posible".
El Gobierno parece querer contener esta euforia. Según APPA, Industria se reunió el pasado mes de julio con varios bancos y Acciona para pedirles contención a la hora de financiar y planear nuevos proyectos de instalaciones fotovoltaicas. Poco después, el 25 de julio, el BOE acortaba los plazos para acceder a las primas reguladas, aunque dos días más tarde volvía a los periodos iniciales.
Estas idas y venidas gubernamentales han provocado la incertidumbre y las críticas del sector. El presidente de APPA, José María González Vélez, afirma que los movimientos de Industria contradicen el discurso del presidente del Gobierno. "Zapatero dice que su política energética está basada en las renovables. No entiendo cómo algunos de sus ministros tocan otra música".
La asociación ecologista Greenpeace no considera negativo el gran crecimiento, ya que "está justificado por el cambio climático". Exigen, sin embargo, una normativa que potencie más las pequeñas instalaciones. "Los trámites para poner en marcha una instalación son titánicos y eso beneficia a las grandes empresas", explica Raquel Montón, responsable de cambio climático en la organización.
La presidenta de la Agencia Andaluza de la Energía, Isabel de Haro, en la misma dirección que los ecologistas, señala que "el próximo reto de la energía fotovoltaica es la integración urbana". Una vía ya abierta por el Código Técnico de Edificación que obliga a la instalación de paneles fotovoltaicos o térmicos en los edificios de nueva construcción o rehabilitados.
Viejas tierras, nuevos usos
José G. tiene viñedos en Requena (Comunidad Valenciana). Hace semanas, una empresa contactó con él para comprarle 24 hectáreas. Ofrecen unos dos euros por metro cuadrado. Estos días cerrará el trato. "Somos mayores y nuestros hijos no quieren seguir en la agricultura. Es una buena vía para sacar rendimiento a las tierras", explica.
En España existen 1,4 millones de hectáreas yermas. Las 200.000 hectáreas de viñedos que Bruselas planea arrancar en la UE en los próximos años probablemente se añadirán a esta lista. La energía solar ofrece un nuevo uso: plantar placas.
Prosolia instala huertos solares. "A veces son los agricultores los que ofrecen sus tierras; otras, es al revés", explica el técnico Juan Carlos Fernández. "Compramos el terreno o lo alquilamos 30 años. Deben tener al menos cuatro o cinco hectáreas".
El precio de los terrenos depende de "las horas de sol y la facilidad de conectarse a la red eléctrica". Luego llega el papeleo: "Lo más costoso, pedir la recalificación de rústico a industrial y la conexión".
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