martes, 12 de junio de 2007

Algunos metales raros están a punto de desaparecer

"Me pone nerviosa ver que están limpiando las calles", dice Hazel Prichard. Es lo que los barrenderos recogen en sus bolsas lo que hace que le hierva la sangre, porque entre los desperdicios de las calles hay trazas de platino, uno de los metales más raros y más caros del mundo.

Los convertidores catalíticos que mantienen los contaminantes de autos, camiones y colectivos en un nivel aceptable usan platino, y con los años se pierde lenta, pero constantemente, por los caños de escape. Prichard, geóloga de la Universidad de Cardiff, Gran Bretaña, advierte que anualmente se dispersan toneladas de ese material en las calles y las rutas, por lo que está buscando sitios en los que esté concentrado para recuperarlo. Uno de sus primeros blancos son los contenedores de las máquinas que limpian las calles.

El platino no sólo es un componente vital de los convertidores catalíticos, sino también de las celdas de combustible y sus existencias se están agotando. Si los 500 millones de autos en uso se reequiparan con celdas de combustible, las pérdidas operativas agotarían las fuentes de platino del mundo en 15 años.

A diferencia del petróleo o los diamantes, no existe una alternativa sintética para el platino. Pero no sólo el platino se está usando a un ritmo alarmante. Lo mismo ocurre con otros metales raros, como el indio, que se está gastando en cantidades sin precedente para hacer LCD para las pantallas planas de TV, y tantalio, para hacer dispositivos electrónicos compactos, como los teléfonos celulares. ¿Cuánto durarán las reservas de uranio en la era nuclear? Las reservas de elementos como el zinc, el cobre, el níquel y el fósforo, utilizado en los fertilizantes, se acabarán en un futuro cercano.

El consumo global de la mayoría de los metales preciosos no se conoce con certeza. Las compañías mineras guardan en secreto las cantidades existentes de metales raros, como el indio y el galio. Gobiernos e investigadores ahora se están dando cuenta de que podría haber un problema.

El equipo dirigido por Armin Reller, de la Universidad de Augsburg, Alemania, afirma que tenemos como mucho diez años antes de que se termine el indio. La escasez podría reflejarse en su precio: en 2003, el kilo se vendía a unos 60 dólares; en 2006, el precio del kilo llegó a 1000 dólares.

Los geólogos europeos calcularon los costos de nuevas tecnologías según los materiales que utilizan. Coincidieron en que el ascendente nivel de vida de una población creciente demanda como nunca antes materiales de los que sólo la Tierra puede proveernos.

Es más: las limitaciones de materia prima podrían indicar que no vale la pena desarrollar ciertas tecnologías. Por ejemplo, el galio se usa para fabricar un material semiconductor en el corazón de celdas solares que prometen ser el doble de eficientes que las convencionales. Un reciente informe concluye que las reservas actuales no permitirían una contribución sustancial de esas celdas a la futura oferta de energía solar.

Y otros cálculos dan resultados alarmantes: sin un mayor reciclaje, el antimonio, presente en los materiales aislantes, se acabará en 15 años; la plata, en diez, y el indio, en cinco. Más estimaciones indican que el zinc podría terminarse en 2037 y el terbio, que se usa en las lámparas fluorescentes, podría terminarse en 2012.

Sin embargo, nuestra avidez por los metales y los minerales podría no seguir creciendo indefinidamente. Cuando el equipo dirigido por Tom Graedel, de la Universidad de Yale, analizaron el consumo de hierro, uno de los metales más abundantes del planeta, encontraron que en los Estados Unidos se había estabilizado per cápita alrededor de 1980.

¿Qué se puede hacer? Reducir los desperdicios, encontrar sustitutos cuando sea posible y reciclar el resto. Prichard y Lynne Macaskie, de la Universidad de Birmingham, descubrieron que el platino constituye 1,5 partes por millón de la tierra en las calles y las rutas. Ahora, están buscando el mayor depósito urbano existente para aplicar un proceso bacterial que extraería el platino del polvo.

Las ciudades son depósitos de metales que se podrían reciclar. Reemplazar con plástico el cobre de los caños de agua liberaría enormes cantidades para otros usos. Las soluciones podrían tener que ser drásticas, pero, como dice Graedel en Proceedings of the National Academy of Sciences , "las existencias de varios metales parecen ser inadecuadas para sostener la calidad de vida del mundo desarrollado para todos los habitantes del mundo con la tecnología contemporánea". Y cuando los recursos escasean, el conflicto no está muy lejos...

Fuente: HispaMp3.

No hay comentarios: