Según publica la edición "online" de la revista "Nature", dicho interruptor se activa sobre todo por el estrés crónico. Este hallazgo explicaría porqué hay personas que durante sus vacaciones, pese a los habituales excesos del verano, pueden llegar a perder peso al alejarse temporalmente de sus presiones y preocupaciones cotidianas.
La directora de esta investigación, Zofía Zukowska, de la Universidad de Georgetown (EE.UU.), ha calificado de revolucionario el trabajo realizado por investigadores de Australia, Eslovenia y Estados Unidos. Zukowska ha solicitado ya una patente y negocia con compañías farmacéuticas interesadas, barajando la posibilidad de iniciar estudios con seres humanos en cuestión de dos años.
Estos científicos expusieron a ratones a situaciones de estrés crónico, como colocarlos en agua fría durante una hora al día o enjaularlos con ejemplares agresivos, además de administrarles una dieta normal y otra con altos niveles de grasa y azúcar.
"Al tratar a los ratones de la forma en que los seres humanos son tratados, con la introducción de estrés crónico del que no pueden escapar y una abundancia de comida, hemos reproducido lo que pasa en sociedades como la de Estados Unidos", explica Zukowska.
Dos semanas después, los ratones sometidos a estrés y mala alimentación engordaron significativamente. Acumularon hasta el doble de grasa que los ejemplares sin estrés a los que se administró la misma dieta hipercalórica.
Fuente: Yahoo España.
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