Los investigadores, liderados por Goeffrey Schoenbaum, entrenaron ratas para que respondieran a un olor para recibir una recompensa y para no responder a otro y así evitar un castigo. Cuando la asociación entre el olor y la recompensa o castigo posterior se invirtió, los animales expuestos a la cocaína antes de aprender tenían dificultades específicas para aprender a detener la respuesta al indicio que antes daba lugar a la recompensa.
Los autores también registraron la actividad en la amígdala basolateral del cerebro de las ratas durante esta tarea e identificaron neuronas que respondían de forma diferenciada a cada olor, una vez que el animal había aprendido qué olor predecía la recompensa o castigo. Cuando la asociación entre el olor y su resultado se invirtió, las respuestas de la mayoría de las neuronas cambiaron entre sí. En contraste, en las ratas que habían sido expuestas a la cocaína antes del aprendizaje muy pocas de las neuronas cambiaron su respuesta.
En otro experimento, los autores lesionaron la amígdala basolateral tanto de las ratas control como de las expuestas a la droga antes del aprendizaje e inversión. Mientras que las lesiones no afectaron la adquisición de las asociaciones entre olor y resultado sí que abolieron el déficit en la inversión de estímulos en los animales expuestos a la cocaína.
Esto apoya según los investigadores la idea de que la amígdala basolateral inhibe la capacidad de las ratas expuestas a la droga para adaptar su conducta ante los posibles sucesos imprevistos de su entorno.
Fuente: europapress.
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