Cuando uno está triste tiene tendencia a descuidar lo que come. Algo tan conocido, sin embargo, apenas ha sido tomado en consideración por los expertos salvo en guías orientativas, algunas de ellas asociadas a estudios de conducta. Ahora, un estudio de la Universidad de Cornell (Nueva York) insiste en la correlación negativa entre estado de ánimo y alimentos. La investigación reitera que el estado de ánimo y el consumo de alimentos poco saludables son parientes cercanos.
En la última fase del estudio se intentó relacionar el estado de ánimo y la comida con la lectura de información nutricional. Se puso a prueba a otros voluntarios. De nuevo les ofrecieron palomitas, esta vez para recompensarles después de llevar a cabo diferentes tareas, entre las cuales estaba la descripción de aspectos que les hacen sentir felices (o tristes) o la escritura de breves historias sobre tristeza o alegría. A una parte de los voluntarios se les añadía información nutricional sobre las palomitas y a otros no.
En los resultados, los únicos que oscilaron entre el comer mucho y el no comer absolutamente nada fueron las personas que habían manifestado un bajo estado de ánimo durante la actividad. Por el contrario, los voluntarios con un estado de ánimo positivo no variaron la forma de comer. En este caso, el hecho de recibir o no información nutricional sobre las palomitas no afectó el resultado.
Wansik sostiene que un bajo estado de ánimo influye en la alimentación tanto por exceso como por falta y que, en términos generales, a las personas que no lo manifiestan no les afecta tanto leer aspectos negativos sobre ciertos alimentos.
Una alimentación desequilibrada puede producir carencias específicas de vitaminas o minerales que se manifiestan mediante síntomas o sensaciones como apatía, desgana, irritabilidad, nerviosismo, cansancio, falta de atención, fallos de memoria, de concentración e incluso depresión.Si bien el estudio de la Universidad de Cornell reafirma que el estado de ánimo puede afectar a la alimentación, también es cierta la lectura inversa, que la alimentación puede influir en el estado de ánimo. ¿Quién llega primero? Tanto si la tristeza es causa como consecuencia, cuando se adquieren malos hábitos de alimentación se puede crear una situación de dependencia de difícil salida.
Estar desanimado, no comer bien, sentirse físicamente mal, desanimarse aún más. Es un bucle en el que, a pesar de todo, de lo que se trata es de aprender a comer de forma saludable. Los expertos recomiendan no dejarse llevar por la sensación de decaimiento y tristeza. Llevar una vida activa y encontrar nuevos puntos de motivación personal podrían ser una salida para enfrentar situaciones negativas.
Fuente: Consumer.es.
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