Esta patología, el síndrome de las piernas inquietas , a veces es difícil diagnosticar porque tardan en llegar a manos de los neurólogos porque normalmente los médicos de atención primaria no saben derivarlo correctamente y lo diagnostican como alteraciones reumáticas. El doctor Juan José López Lozano, responsable de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Hospital Universitario Puerta de Hierro y de la Clínica Ruber de Madrid, admite que en los últimos 10 años ha cambiado mucho el conocimiento del síndrome de las piernas inquietas. Concretamente, el diagnóstico es más acertado, el conocimiento de las causas y el tratamiento.
La doctora Lidia Vela, neuróloga de la Fundación Hospital Alcorcón de Madrid, remarca que los pacientes presentan una necesidad de mover las piernas, calor o frío e inquietud. Y esta urgencia mejora con la actividad y son más intensos cuanto más tiempo está en reposo. Además, lo más frecuente es que esta necesidad de moverse aparece cuando más cansado se siente, hacia el final del día.
Pero afortunadamente hay solución, un tratamiento. Aún así empecemos a explicar en que consiste esta patología.
¿QUÉ ES? Y SITUACIÓN ACTUAL
El síndrome de piernas inquietas es una enfermedad poco conocida que provoca síntomas en las piernas poco antes de ir a dormir pero que mejoran temporalmente con el movimiento. En ocasiones afecta también a los brazos e incluso puede causar movimientos repentinos de las piernas y puede provocar insomnio.
Es un trastorno neurológico del movimiento caracterizado por la necesidad irresistible de mover las piernas y por sensaciones desagradables y molestas en las extremidades inferiores, generalmente muy molestas, y que algunos pacientes describen como dolorosas. Los pacientes a menudo describen las sensaciones del síndrome como quemantes, como si algo se les jalara o se les deslizara, o como si insectos treparan por el interior de sus piernas. Estas sensaciones, a menudo llamadas parestesias (sensaciones anormales) o disestesias (sensaciones anormales desagradables), varían en gravedad de desagradables a irritantes, a dolorosas.
El doctor Diego García-Borreguero, especialista de la Unidad del Sueño de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, advierte que se sigue considerando como una enfermedad rara pese a que tal valoración es errónea. De hecho, en algunas bases de datos este trastorno, el síndrome de las piernas inquietas, figura entre el grupo de las enfermedades menos frecuentes, si bien entre un 5% y un 10% de la población de los países occidentales la padece. Un 2%, dice el doctor García-Borreguero, presenta un cuadro severo. Pero sólo un 20% de los casos son correctamente diagnosticados.
Desde la Federación Española de Asociaciones de Enfermedades Raras (FEDER), una portavoz incide también en el hecho de que la enfermedad del síndrome de las piernas inquietas ,se considera rara por el gran desconocimiento que de ella existe. En esta organización, sólo seis personas están registradas con este trastorno. Ello se debe, dice la portavoz, a que en ocasiones el síndrome no altera demasiado la vida de los pacientes y a que estos acaban acostumbrándose a vivir con el dolor y las molestias.
Puede que por ello, Montserrat Roca, vicepresidenta de la Asociación Española de Pacientes con Síndrome de piernas Inquietas (AESPI), exige que “se admita nuestra enfermedad como un trastorno común para poder ser tratados por especialistas y para que se realicen investigaciones sobre fármacos que, de alguna manera, pueden paliar este síndrome”.
A QUIÉN AFECTA
Este síndrome se da en ambos sexos, pero la incidencia es mayor en mujeres y, en ocasiones, "este trastorno es precursor de una depresión". Así lo afirma la doctora Rosario Luqui, vicepresidenta de la Sociedad Española de Neurología.
Aunque el síndrome de las piernas inquietas puede comenzar a cualquier edad, aún tan temprano como en la infancia, la mayoría de los pacientes severamente afectados son de edad media o mayores, de unos 40 años. Además, la severidad del trastorno parece aumentar con la edad. Los pacientes mayores sufren los síntomas con más frecuencia y durante períodos de tiempo más largos.
Por otra parte, durante el embarazo, particularmente durante los últimos meses, hasta el 20% de las mujeres desarrollan este síndrome. Después del parto, a menudo los síntomas desaparecen. No obstante, existe una relación clara entre el número de embarazos y las posibilidades de desarrollar el síndrome de piernas inquietas en forma crónica.
SÍNTOMAS
-Necesidad imperiosa de mover las piernas: es una sensación molesta en la parte más baja de las piernas y que los pacientes describen como calor, dolor, pinchazo, hormigueo o inquietud. De hecho, la señora Montserrat Roca, afectada por esta enfermedad y presidenta de la asociación del síndrome de las piernas inquietas (AESPI), explica que en las situaciones de reposo o relajada siente una inquietud que le provoca tener que mover las piernas y los brazos. Y además añade que "a partir de las 8 de la noche es bastante difícil y dormir es prácticamente imposible".
El único alivio que los individuos encuentran ante este padecimiento neurológico es mover las piernas, provocando así alteraciones del sueño que normalmente derivan en insomnio. Además, el movimiento sólo alivia las molestias, pero no las elimina del todo. Y en ocasiones también se pueden desarrollar en periodos de inactividad, como por ejemplo mientras se está en el teatro, en el cine o viajando en coche.
Por tanto, los principales síntomas serían la necesidad de mover las piernas sobre todo cuando se está en reposo o relajado, que empeora por la tarde-noche y que mejora con el movimiento.
-Insomnio: Aproximadamente el 80% de los afectados realizan movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño. Estas sacudidas se producen habitualmente con una frecuencia de 30 segundos durante la noche, a menudo causando continuas interrupciones del sueño, hecho que causa un grave insomnio.
La imposibilidad de dormir de los afectados por el síndrome de piernas inquietas provoca un aumento de la ansiedad y el estrés. Estos pacientes sienten una necesidad constante de moverse que les provoca un gran desgaste no sólo físico sino también psíquico.
El señor Arturo Avilés, presidente de la Asociación Española de Pacientes con Síndrome de Piernas Inquietas, afirma que para él “ya es mucho dormir tres horas” y confirma que sufre un gran estrés porque aunque esté cansado no puede ni estirarse en la cama ni ver la televisión ni leer porque necesita andar.
CAUSAS
Las causas del síndrome de la piernas inquietas son todavía confusos aunque ya empiezan a destacar algunas teorías. Una es que tenga carácter hereditario pero también puede ser el resultado de otra enfermedad. Además, la anemia y el bajo nivel de hierro en la sangre (30-40% de las personas con anemia ferropénica) están asociados con los síntomas de este síndrome como también lo están las enfermedades crónicas tales como la neuropatía periférica (daño en los nervios que transmiten la sensibilidad o que inervan las piernas y pies). También se suele asociar a enfermedades crónicas como la diabetes, insuficiencia renal (50% de las personas con hemodiálisis tiene SPI) o la artritis reumatoide.
Algunos expertos también opinan que se trata de una enfermedad genética en la que hay varios cromosomas relacionados. Existen indicios que apuntan a que el origen del síndrome de las piernas inquietas se debe a un trastorno del sistema dopaminérgico a nivel del sistema nervioso central. Esta alteración se manifiesta fundamentalmente en forma de déficit dopaminérgico, causando los síntomas por la noche y mejorando por el día.
DIAGNÓSTICO DEL SÍNDROME DE PIERNAS INQUIETAS
El diagnóstico es clínico y estos doctores hacen cuatro preguntas básicas sobre la necesidad de mover las piernas, si hay alivio al moverlas y si se presenta más hacia la tarde-noche. Además, “es mucho más frecuente en personas de mayor edad y afecta al doble de mujeres que de hombres”, explica la doctora Vela.
El síndrome de las piernas inquietas se puede diagnosticar a través de un sencillo cuestionario, que probablemente le realice su médico de atención primaria, neurólogo o en las Unidades de Sueño. Los síntomas y el historial médico son claves para un buen diagnóstico.
Aún así, no existe ninguna prueba de laboratorio que pueda confirmar el diagnóstico del Síndrome de piernas inquietas.
Esa dificultad provoca que haya dificultades para diagnosticar la enfermedad. El doctor Juan Carlos Martínez Castrillo, responsable de la unidad de Trastornos del Movimiento del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, explica que lo más complicado es diagnosticar esta patología. Normalmente están diagnosticados de varices, problemas de circulación u otras patologías.
CRITERIOS PARA EL DIAGNÓSTICO DEL SÍNDROME DE LAS PIERNAS INQUIETAS
A. Necesidad de movimiento de las piernas, que generalmente va acompañado de sensaciones molestas.
B. Inquietud motora en la extremidades inferiores.
C. Agravamiento de los síntomas durante el reposo, y mejoría con el movimiento.
D. Aparición (o exacerbación) de los síntomas por la tarde/ noche.
Aunque no se consideran criterios esenciales, la certeza del diagnóstico aumenta si el paciente además presenta:
1. Dificultades para iniciar o mantener el sueño.
2. Examen neurológico normal.
3. Historia familiar de Síndrome de Piernas las Inquietas.
4. De realizarse estudio del sueño, presencia de movimientos periódicos en las piernas.
Fuente: Allen y cols, Sleep Medicine 2003, 4(2):101-119)
CONSECUENCIAS DE LA ENFERMEDAD
Muchas personas con este síndrome informa que su trabajo, sus relaciones personales y las actividades diarias están muy afectadas como resultado del cansancio. A menudo no se pueden concentrar, tienen la memoria deteriorada, o fallan en el cumplimiento de sus tareas diarias. Los pacientes en algunos casos tampoco pueden permanecer quietos frente a un ordenador ni ir al teatro. El doctor Francisco Vivancos, neurólogo y jefe de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Hospital Universitario de Madrid, advierte que “la calidad del sueño se ve afectada porque aumentan el número de despertares por la necesidad de moverse”.
Algunos expertos afirman hoy que el síndrome de piernas inquietas es la principal causa de insomnio en los mayores de 40 años. Aún así, es importante un correcto diagnóstico porque no toda intranquilidad en las piernas es signo que se padece esta patología.
TRATAMIENTO Y MEDIDAS RECOMENDADA
Cambios en la dieta
- Eliminar la cafeína y bebidas excitantes: Un estudio encontró que el consumo de cafeína está asociado con una mayor severidad de los síntomas en las personas con el síndrome de piernas inquietas. También debe evitarse el consumo de alcohol. De hecho, hay expertos que afirman que la mitad de los casos están provocados por el exceso de café o de alcohol o incluso el exceso de litio o antidepresivos.
- Evitar las comidas copiosas
- Tomar suplementos de hierro: Esta opción se debe realizar tan sólo si se padece deficiencia de hierro.
- Disminuir el consumo de azúcar, en el caso que se sufra reactiva: con frecuencia se recomienda eliminar el azúcar, consumir comidas pequeñas y frecuentes y comer cereales enteros, nueces y semillas, frutas frescas, verduras y pescado.
Cambios en la vida diaria
También se recomienda seguir un programa de buena higiene de sueño: acostarse y levantarse a la misma hora, y, a poder ser, horarios con los síntomas, tener un entorno de sueño tranquilo y cómodo. También se recomienda realizar determinadas actividades como caminar, estirarse, tomar baño frío o caliente, etc.
También es muy importante no fumar ya que un estudio informó que el síndrome de piernas inquietas de una mujer de 70 años cesó cuando dejó de fumar. Pero aunque se necesita investigación adicional para confirmar este informe, intentar dejar de fumar parece prudente para personas que padecen el síndrome de piernas inquietas.
Tratamiento farmacológico
Este año se ha aprobado en la Unión Europea el primer tratamiento para pacientes con síndrome de piernas inquietas. Se llama pramipexol.
Además, el doctor Juan Andrés Burguera, responsable de la unidad de trastornos del movimiento del Hospital La Fe de Valencia, explica que cada día conocen mejor esta patología, hecho que les ayuda a mejorar los tratamientos.
Agentes dopaminérgicoS
El tratamiento principal se realiza mediante agentes dopaminérgicos: básicamente agonistas receptores de dopamina, como son el pramipexol y el ropirinol. Todos estos fármacos son de prescripción médica y suelen recetarse en dosis bajas e incrementándose muy lentamente para así disminuir posibles los efectos secundarios, como son las nauseas, y la hipotensión.
La doctora Lidia Vela, responsable clínico de la unidad de neurología de la Fundación Hospital Alcorcón de Madrid, explica que los agonistas de la dopamina son fármacos muy cómodos de tomar, que tienen pocos efectos secundarios, que suelen ser bien tolerados. Estos fármacos se utilizan desde los años 70 pero han ido mejorando. Además estos nuevos fármacos "quitan los síntomas actuando sobre la causa pero no curan la enfermedad, son tratamiento de por vida", añade la doctora Vela. Además, el efecto de estos fármacos son tan sólo una o dos semanas.
Pero entre estos fármacos hay ergóticos y no ergóticos. Según la doctora, los primeros tienen mayor riesgo de provocar efectos secundarios. Incluso se han retirado algunos de los mercados.
Sedantes
Los agentes sedantes son escasamente afectivos para aliviar los síntomas durante la noche. Se toman bien a la hora de acostarse, además de un agente dopaminérgico, o lo toman las personas que tienen síntomas primarios a la hora de acostarse.
De hecho, la doctora Ana Belén Caminero, jefe del servicio de neurología del Hospital Nuestra Señora de Sonsoles de Ávila, explica que lo peor es que la toma de hipnóticos "no alivia las molestias".
Su principal problema es la posibilidad de sedición diurna, problemas sobre la memoria, y caídas. Es más, no es infrecuente que la utilización prolongada de sedantes, sobre todo si son de tipo benzodiacepínico, produzca problemas de dependencia.
Analgésicos
Los analgésicos se utilizan en su mayoría para pacientes con síntomas de inquietud graves. Algunos ejemplos de medicamentos son la codeína, el propoxifeno, y la metadona.
Su principal riesgo es la posibilidad de adicción, sobre todo si se utilizan a dosis altas. Además su utilización es complicada en pacientes con problemas respiratorios.
Anticonvulsivantes
Estos fármacos son particularmente efectivos para pacientes que padecen síndromes dolorosos asociados con el síndrome de las piernas inquietas, o que no responden a los fármacos dopaminérgicos.
Otras recomendaciones
-Hablar sobre el síndrome que padece
-No intentar suprimir la necesidad de moverse ya que puede que los síntomas empeoren aún más. Sólo un buen programa de ejercicios puede ayudar al organismo a enfrentarse mejor con la enfermedad.
-Escribir un diario de los medicamentos y estrategias que le ayudan o le alivian
-Ocupar la mente
-Ponerse más alto. Puede encontrarse más cómodo si eleva el escritorio o las estanterías a una altura que le permita estar de pie mientras trabaja o lee.
-Comenzar y acabar el día con estiramientos. También puede practicar yoga, tai chi, musicoterapia o acupuntura.
Fuente: vivirmejor.es.
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