miércoles, 8 de agosto de 2007

La neurobiología y la formación del ser humano

En las amplias discusiones generadas a propósito de la ley que despenaliza el aborto en el Distrito Federal ha sido evidente la intolerancia del PAN y del clero, quienes han insistido una vez más en rechazar los conceptos que no concuerdan con sus creencias y en condenar a quienes los sostienen. Estas discusiones se avivaron por la petición de inconstitucionalidad de la nueva ley, ante la Suprema Corte de Justicia, por parte del presidente de la CNDH y del procurador General de la República. Un punto central en esta discusión es el tiempo en el cual el embrión alcanza un desarrollo suficiente como para considerarlo persona. En este aspecto, en un Estado laico como México las observaciones científicas y los argumentos racionales deben prevalecer sobre las creencias religiosas que, como las de la Iglesia católica, consideran que la persona existe desde el momento mismo de la fecundación del óvulo por el espermatozoide y que por tanto la interrupción voluntaria del embarazo a partir de ese momento es un asesinato.
El avance en el conocimiento sobre el genoma, la fertilización, el desarrollo del embrión y la fisiología del embarazo, ha generado información muy relevante para establecer, desde el punto de vista científico, la etapa del desarrollo embrionario en que se puede considerar que el feto ha adquirido las características de ser humano. En especial, las investigaciones en el campo de la neurobiología han aportado datos fundamentales, pues el funcionamiento del sistema nervioso central es lo que confiere al ser humano las características que lo distinguen y diferencian de otras especies de primates. Tan es así, que la diferencia entre el genoma humano y el genoma del chimpancé es de sólo alrededor del uno por ciento, y datos recientes señalan que la información genética contenida en este uno por ciento es precisamente la que determina las propiedades que distinguen al cerebro humano del cerebro de otros primates. Es por esto que el conocimiento neurobiológico sobre el desarrollo anatómico y funcional del sistema nervioso humano nos permite establecer que no se puede hablar de persona sino hasta el tercer trimestre del embarazo. Las bases más importantes de esta afirmación son las siguientes.
Mientras estén vivas, todas las células del organismo humano tienen vida. Es útil expresar esta redundancia para dejar claro que las células humanas pueden vivir fuera del organismo del que forman parte. Si no fuera así, no podría haber trasplantes de órganos, pues éstos morirían en cuanto se extrajeran del donador. Tampoco podría haber reproducción sexual, ni fertilización in vitro, ni inseminación artificial, pues en todos estos casos los espermatozoides y los óvulos se comportan como células vivas fuera de las gónadas que les dieron origen. Además, todas las células poseen el genoma humano completo, ya que como se demostró desde la clonación de la oveja Dolly, las células adultas de tejidos ya especializados para realizar su función particular pueden desdiferenciarse para dar origen a un organismo completo mediante la clonación reproductiva. Así, es evidente que estar vivas y poseer el genoma humano completo no hace que las células tengan vida humana y puedan considerarse como personas. Si así fuera, tendría que aceptarse que el espermatozoide y el óvulo son medias personas, ya que estas células contienen sólo la mitad del genoma (la mitad de los cromosomas y del ADN que constituye el genoma). Conforme avanza el desarrollo ontogénico, las células humanas se van diferenciando y organizando para formar los tejidos y los órganos, pero no por eso los tejidos y los órganos —los músculos, los huesos, la piel, el riñón, el hígado, el páncreas, los pulmones, el corazón, las glándulas, los ojos, etc.— son personas, pues entonces habría que concluir que la extirpación de un órgano, y aun de un tumor benigno o canceroso, equivaldría a matar miles de millones de personas; además, al trasplantar un órgano se estaría generando una monstruosa quimera formada por millones de personas dentro del cuerpo de otros millones de personas.
Por todo lo anterior, el hecho de que el cigoto o el embrión humano en las primeras semanas de su desarrollo posea el genoma completo de la especie humana no es válido como argumento para considerar al cigoto o al embrión como un ser humano. Desde el punto de vista científico, el ser humano, la persona, es el resultado del desarrollo del organismo cuando éste alcanza la etapa de autonomía fisiológica —la viabilidad fuera del útero materno, ya que mientras tanto depende totalmente del aporte nutricional y hormonal de la mujer— y cuando su sistema nervioso ha adquirido la estructura y la funcionalidad necesarias para percibir estímulos sensoriales, experimentar dolor y adquirir conciencia y autonomía. El sistema nervioso central, y más específicamente la corteza cerebral —el área más desarrollada en los primates, y de entre los primates en el Homo sapiens— constituye el sustrato biológico que determina estas propiedades. Por lo tanto, hasta que no se desarrolle la corteza cerebral no se puede hablar de “vida humana”. Mientras esto no ocurre, la vida de un embrión no difiere sustancialmente de la de cualquier célula, órgano o tejido de un organismo multicelular vivo.
¿Qué nos dicen los estudios neurobiológicos del
desarrollo intrauterino del embrión humano? Los cientos de investigaciones realizadas en los últimos 30 o 40 años permiten concluir que es hasta el tercer trimestre de la gestación cuando se han formado, morfológica y funcionalmente, las estructuras necesarias para que existan sensaciones conscientes, incluyendo en éstas al dolor. A continuación se describen brevemente estos hallazgos.
Antes del día 14 después de la fecundación, el embrión aún puede dividirse para dar lugar a gemelos idénticos, por lo que antes de este período es imposible hablar de individualidad. La aparición del surco primitivo, que ocurre el día 14 después de la fecundación, determina el momento a partir del cual ya no se puede dividir el embrión para producir gemelos idénticos, pero en ese momento no existe todavía el tubo neural que dará origen al sistema nervioso. Los primeros receptores cutáneos se empiezan a formar entre las semanas 8 y 10 de la gestación, y desde la octava semana pueden producirse reflejos espinales. Sin embargo, las neuronas sensoriales que responden a los estímulos dañinos o dolorosos no aparecen sino hasta la semana 19. Además, esto no es suficiente para la percepción consciente del dolor, ya que las vías nerviosas y las conexiones funcionales entre las neuronas de la médula espinal y los grupos neuronales del interior del cerebro, y entre éstos y la corteza cerebral, no pueden formarse todavía porque no hay aún corteza cerebral. La corteza se desarrolla hasta las semanas 23-27 de la gestación, su capacidad de respuesta eléctrica a estímulos sensoriales se alcanza hasta la semana 29, y no hay actividad eléctrica registrada por el electroencefalograma sino hasta la semana 30. Aunque las contracciones faciales en respuesta a estímulos pueden ocurrir entre las semanas 28-30, no parecen ser signos de percepción de sensaciones o de dolor, puesto que también se han observado en fetos anencefálicos en los que no hay desarrollo de la corteza cerebral.
Todos estos estudios han establecido sin lugar a dudas que el feto humano es incapaz de tener sensaciones conscientes antes de las semanas 24-25 del embarazo. Es claro entonces que, si antes de este tiempo de la gestación el feto no puede tener percepciones y por tanto es insensible al dolor, y es también absolutamente incapaz de sufrir o gozar y de tener conciencia, porque todavía no ha adquirido las estructuras, las conexiones y las funciones nerviosas necesarias, biológicamente no puede ser considerado un ser humano aunque sus células tengan el genoma humano completo.
Los principales trabajos científicos que demuestran los datos aquí mencionados se citan en el artículo titulado “La formación de la persona durante el desarrollo intrauterino, desde el punto de vista de la neurobiología”, el cual puede consultarse en la página del Colegio de Bioética, A.C.: www.colbio.org.mx

*Investigador emérito, Instituto de Fisiología Celular, UNAM
*Integrante del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República

Fuente: La Cronica.

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